viernes, 17 de octubre de 2014

8 de octubre de 2014, CABEZA DE LA BRAÑA

"¡Ay, ay, ay!", rebota el eco de un gemido por las redes sociales (exceso retórico: solamente en el mail) en respuesta a la convocatoria de Gonzalo titulada "Mondalindo sin dolor". Creo que todos estábamos persuadidos de la buena fe de la propuesta, pero Rodrigo anduvo cauto con su lamento preventivo y virtual (en directo, Rodrigo es incapaz de quejas ni ayes) no fuera a ser que...

Miraflores de la Sierra es un lugar delicioso a las 10,15 de la mañana, cuando los convocados nos reunimos alrededor de la taza de café. También lo es a las 4 de la tarde, reunidos unos cuantos de la misma forma, al acabar el paseo. Lo es en todo tiempo. Empero, esta mañana nos recibe en clave de nieblas profundamente grises, de llovizna ligera y pertinaz, de otoño castizo manifestado y proclamado. Nada, sin embargo, que quiebre la voluntad decidida de sacar adelante el proyecto de asalto al Mondalindo, posibles dolores aparte, que ya no estamos para perder el tiempo.

A ver: estábamos Antonio, Aurelio, Braulio, Gonzalo, Ignacio, Joaquín, José Luis, Rafa, Rodrigo y el fautor de esta croniquilla. Ninguno dio para atrás cuando nos embarcamos en los coches para dirigirnos al puerto de Canencia, desde donde se emprendería la marcha a pie. Ninguno hizo visajes ni torció el gesto. Ninguno sufrió un inoportuno ataque de apendicitis. Todos emprendimos alegremente el camino desde allí arriba, donde los civilizados contenedores de basura sirven para que los apagafuegos se metan con la presidenta que fue y con la precariedad en el empleo. Los coches se quedan debidamente estacionados, con el freno de mano juiciosamente puesto.


Pasada la primera puerta al campo, un poco más allá, bajo la niebla, unas blancas formas espectrales, como de novillos o "xatos", nos adelantan a la carrera con la seguridad del que sabe a donde va y conoce bien el camino. Nosotros también sabemos a donde vamos y tenemos, si no tanto instinto, mapas y gepeeses, brújulas y astrolabios. De momento, el itinerario sigue una ancha y bien trazada pista que no necesita de apoyos suplementarios para tramitar el recorrido entre la espesa boira, que dirían los paisanos de Xosé Luis H. Llueve y los paraguas compiten, no se si ventajosamente, con los impermeables y chubasqueros. El magnífico bosque se empieza a adornar de amarillos y ocres.


Al rato, abandonamos la pista y seguimos la marcha por un sendero apenas visible entre retamas y cambroños. Las nubes hacen ademán de levantarse y dejan ver, apenas durante unos instantes, la lejana ladera. Continúa lloviendo y Braulio, en su paraguas, homenajea silenciosamente a Los Platters, lo que yo no se si es la mejor forma de homenaje teniendo a un reconocido intérprete vocal como Antonio entre nosotros.


Al llegar al cauce de un mínimo torrente, Ignacio alerta de la necesidad de recordar el paraje como referencia para la vuelta. Yo, por aquello de la acelerada fragilidad de la memoria y ante la ausencia de signos, elementos o accidentes claramente distintivos, fotografío ingenuamente el lugar al paso de Joaquín y Braulio.


Hasta aquí, lo de espesa aplicado a la niebla no pasaba de ser una licencia literaria para mayor realce del tono aventurero del paseo. Pero ahora, apenas pasadas las doce del mediodía, ya sí se podría calificar de denso o compacto puré de guisantes tipo londinense antes del British Clean Air Act, norma tan benéfica y desmontadora de mitos turísticos, lo que nos envolvía por los cuatro costados.



De siempre, el puré de guisantes ha tenido efectos deletéreos sobre la cacharrería propia de esta era de la información. En los manuales de ordenadores portátiles y otra parafernalia semejante se advierte de la inconveniencia de derramar tal sustancia sobre su teclado, ranuras, enchufes, fuentes de alimentación y otras partes supuestamente sensibles y delicadas. Pues bien, el gps de Ignacio se vio afectado por el meteoro con nombre de potito y dio en señalar el rumbo por donde evidentemente no era. Breves momentos de desconcierto, que los excursionistas, en un alarde de inconsciencia, utilizaron para abordar animadamente diversos temas de actualidad, hasta que los responsables de la cartografía digital e impresa, Ignacio y Gonzalo, volvían a dar con el rumbo cierto y seguro.


El tiempo perdido y la climatología adversa desaconsejan, no obstante las protestas del animoso Aurelio, empeñarse en alcanzar la cumbre de Mondalindo, que se sustituye por la de Cabeza la Braña, más cercana y accesible. Después de franquear civilizadamente por una puerta la esquiva alambrada que nos sirve de segura referencia, se localiza el empinado camino que lleva hasta la Braña. Allí, al amparo de una pared de piedra, damos buena cuenta del almuerzo y descubrimos entusiasmados la feliz combinación del whisky escocés y el chocolate suizo, con vivas y parabienes a Gonzalo y Rodrigo, respectivamente, por sus suministros.


Lo que Rodrigo bebe en la foto no es whisky, no se me confundan, que el whisky no se bebe a morro al menos entre nuestro grupo. Hecha esta salvedad y recogidos todos los trebejos, seguimos nuestro camino. Son las dos y veinte de la tarde y la curiosidad técnica de algunos se manifiesta en la pregunta sobre la naturaleza y finalidad de las antenas que están allí pasando frío y calor según la estación. Como no hubo respuesta, que yo recuerde, dejamos la cuestión en suspenso por si alguien ha explorado más allá y quiere ilustrarnos en la sección "comentarios" de esta misma página.



Sí recuerdo que la pregunta sobre la siguiente forma que borrosamente se delineó entre la niebla obtuvo como casi inmediata respuesta "es una vaca", con lo que no puedo estar más de acuerdo, aunque si hay diversidad de pareceres, digo que también se pueden manifestar en la sección de comentarios.



Es Ignacio, mi ojeador fotográfico preferido, el que señala a mi atención las numerosas telas de araña que aparecen al paso. Diminutos cendales de blonda atrapan la humedad del aire en gotas diminutas, adornando el suelo del bosque y revelando misteriosa y bellamente el difícil empeño de los insectos voladores por sobrevivir a la tupidísima red de trampas. ¡Para que luego nos quejemos de la cosa fiscal y otras tramas igualmente densas! También Ignacio fija su mirada en un blanco y fantasmal tronco seco. Se lo agradezco, pero no es fácil ser intérprete de la mirada del otro y menos cuando equivoco la selección de los controles de la cámara capturando apenas una borrosa huella del mágico instante que diría un cursi.



Lo de borrosa huella puede aplicarse también a las fotos que preceden a este párrafo y que ilustran unos instantes tomados al azar de nuestro camino de regreso: unos terneros sin madre cercana que parece han optado voluntariamente por el destete; una curva del camino para inspiración de acuarelista aficionado; unos troncos de pinos con ramas rotas casi horizontales, cual flechastes de las escalas de mano en los antiguos veleros; una enorme piedra de gran superficie plana, apta para acoger el almuerzo de excursionistas más audaces que nosotros.


Queda hueco para la foto de grupo en la preciosa pradera de Navasaces (con saquete de la recolección de setas de Antonio) y para el mapa de la ruta. Queda hueco para volver a mencionar que algunos nos paramos en el bar de Miraflores para el café de la tarde. Queda hueco para señalar que salió el sol, colofón amable de una jornada estupenda, sin dolor aunque sin Mondalindo. Seguro que nos espera paciente a que volvamos.


Han sido 12,4 km., 414 m. de desnivel y 4,45 horas con paradas

1 comentario:

  1. Ejemplo de cómo hacer un comentario en ll apartado de comentarios del blog de Paco.
    Comenzamos, comensón. Empezamos, empezón.
    a) Lo primero e imprescindible es tener un blog, por ejemplo como este, porque si no tenemos un blog no podemos hacer comentarios.
    b) Lo segundo, pinchar en la línea final de blog en la zona de comentarios en una banda sombreada en gris. Puede poner "no hay ningún comentario" o "n comentarios".
    c) Una vez que tenemos el blog, el cursor, un ratón y un ordenador, lo siguiente es pinchar en el susdicho link de comentarios y escribir donde pone "introducir tu comentario". Se puede escribir lo que a cada uno le salga como subproducto del funcionamiento de sus neuronas o lo que le de la gana. Es muy importante introducir el comentario donde dice "introducir tu comentario" porque si el comentario se introduce en cualquier otro sitio pasa lo que pasa.
    d) Debajo del comentario aparece una ventana desplegable que dice “Comentar como”. Los que tengáis cuenta Google seleccionar esa opción, y el resto seleccionar “Anónimo”.
    e) Una vez terminado de escribir el comentario e identificado el tipo de comentario, hay que ir hasta el final de la ventana de comentarios y pinchar en una barrita sombreada en azul que dice "Publicar". Esto es muy importante porque si se escribe y no se publica es como echar margaritas a los cerdos, es decir, que después no nos sale un 5 Jotas.
    f) Bueno, a lo que íbamos, que no se olviden ustedes de pinchar donde dice “Publicar”. Una vez pinchado donde dice "Publicar" aparece una ventana muy rara que te dice que le demuestres que no eres un robot. Antes de demostrarle que no lo eres, dando un puñetazo en la pantalla para que se entere, mirar la foto o dibujo donde aparecen unos números, a veces bastante confusos.
    g) Voy a dar por supuesto que os sabéis la tabla de los números y que no tengo que incluir una tutoría para ello. Una vez leídos los números raros, los tecleáis debajo de donde pone "escribe este texto". Pues eso, escribes los números y pinchas de nuevo en la barrita azulada que pone "Publicar".
    h) Y ya está.

    Ignacio

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