lunes, 15 de mayo de 2017

10 de mayo de 2017. BUITRAGO HISTÓRICO

Donde José Luis H. describe detalladamente lo acaecido en el paseo del día de hoy e Ignacio ilustra con sus excelentes fotografías. Todo ello para salvaguardar la memoria de los asistentes y para el solaz de los ausentes.


"Buitrago histórico". Así se ha denominado la ruta de hoy, que abordamos un grupo de Mierconistas tras citarnos con Gonzalo a las 10 a.m. en la gasolinera de Venturada; tras unas ausencias obligadas, por fin hoy puede acompañarnos. Además de Gonzalo, acudimos: Rodrigo, Ignacio, Aurelio, Rafa y el que suscribe. Ruta inédita, al menos para este cronista, que lo es hoy por designación directa en ausencia del titular, método democrático donde los haya y que además funciona. Contra todo pronóstico de los expertos meteorólogos, el día se presenta muy agradable para caminar. Ni rastro de lluvia y así se mantiene durante toda nuestra jornada.

Aparcamos en las afueras de Buitrago y enseguida comenzamos la marcha por el sendero que deja a nuestra derecha la EDAR de la localidad y nos lleva inicialmente hacia las proximidades de un lugar denominado Molino del Arroyo Cigueñuela (ruinas). Desde este tramo inicial se divisa claramente la cola del embalse y una parte de la muralla de la vieja ciudad.



A partir de aquí nos adentramos en el frondoso bosque por una buena pista que nos llevará al Palacio de Osuna (ruinas). Antes de alcanzar este punto nos hacemos la foto de grupo sobre una plataforma que sirve de mirador del conjunto de Buitrago y sus alrededores.



Llegamos a las ruinas poco antes del mediodía y, sobre el murete de cerramiento de lo que pudieron haber sido los jardines del palacio, asentamos nuestros reales con objeto de proceder a reponer fuerzas.



Mientras, Ignacio se adentra en las ruinas con afán de reportero gráfico y/o artista fotógrafo. Lo cierto es que lo que queda del palacio muestra un aspecto imponente. Se dice que pudo haber sido una especie de pabellón de caza. A pesar del frondoso bosque, las vistas que se dominan son espléndidas.



Después del piscolabis algunos más se animan a curiosear ruinas adentro. A otros nos atrae más el paisaje natural.

A partir de aquí el camino es tranquilo. El bosque se alterna con lo que podrían ser magníficos prados pero que, por la pertinaz sequía, tienen un aspecto poco agradable. Pronto empezamos a ver a nuestra izquierda la cerca que bordea la finca donde está instalada la Estación de Telecomunicaciones con sus imponente antenas. Al final de la cerca nos encontramos una gran puerta cerrada y, al otro lado, la carretera. Hemos de girar 90 grados a la derecha y caminar un tramo corto hasta poder cruzar la M-137 y encontrarnos en un lugar denominado Descansadero de las Cercas, no sin antes saltar la correspondiente pared de la jornada.



Dejamos atrás el bosque y comenzamos a ascender hacia la zona en donde se ubican diversos restos de fortificaciones, trincheras, túneles y demás vestigios de la Guerra Civil Española. (Frente de Somosierra 1936-39); algunos todavía en buen estado o tal vez algo retocados. El primero que nos encontramos está sitiado en Peñas Zorreras.



La zona está provista de un buen número de carteles informativos con muy buena intención pero, como suele ser habitual, en un estado de conservación lamentable que apenas permite leer lo que allí escribieron sus autores. El diseñador no ha tenido en cuenta que están a la intemperie. Sin embargo, he podido entender que por aquellos frentes anduvo una tal Rosario Sánchez Mora alias “La Dinamitera” que supongo habrá sido “de armas tomar”. Al parecer Miguel Hernández le dedicó un poema. Cerca de su foto se ofrece otra de una ametralladora Maxim utilizada en aquellos búnkeres.



A pesar de la sequedad del campo, no falta a su cita anual el cantueso (Lavándula stoechas) también llamado Tomillo borriquero, ya en flor, que, junto con otras plantas autóctonas, imprime una belleza natural al paraje digna de ser admirada. Seguimos camino entre puestos de mando, trincheras, túneles…., hasta que el hambre aprieta, suponemos que por el esfuerzo realizado y fundamentalmente porque es la hora. Encontramos un lugar apropiado, con unas buenas piedras donde sentarnos y protegido del ligero viento que en esos momentos sopla en la zona. Muy cerca, los restos (los muros) de una edificación singular, bastante bien conservados, de lo que, al parecer, fue un polvorín.




La comida transcurre plácidamente y, a los postres, Rodrigo nos sorprende con una “innovación”. Un original chocolate ecológico fabricado en Sant Joan Despí (España) desde 1954. Se trata de BLANXART 42% CONGO, al parecer con materias primas obtenidas en esos lugares de África. Muy bueno el chocolate. La cosa se remata con un chupito también obsequio de Rodrigo. Ustedes comprenderán que, con este remate, y después de haber acompañado los bocadillos con un buen vino reserva de Muriel, Aurelio no puede por menos que pronunciar aquella frase ya tradicional en el grupo pero originaria de los pastores del Gorbea. La frase ha de ser pronunciada por Aurelio, otra cosa no tiene gracia.

La bajada se hace tranquila y sin sobresaltos.



A destacar, por su originalidad, un lugar próximo al final denominado Venta de Mea y Calcetas que no vemos, pero que resulta ser una localidad del municipio de Gascones de la Comunidad de Madrid. En la actualidad cuenta con una población aproximada de 11 habitantes.

Durante la bajada, algo insólito en ese lugar, aunque habitual en parques y jardines de muchas ciudades y pueblos: restos abundantes de lo que puede ser un “botellódromo” o algo parecido. Próximos a la llegada volvemos a contemplar los muros de la ciudad vieja y la cola del embalse.



La cosa no da para mucho más pero queda el remate. A iniciativa de Ignacio, después de cambiarnos el calzado, realizamos una visita cultural relámpago al interior de los muros de Buitrago, de gran belleza y que parece en restauración. De ahí, supongo, lo de Buitrago Histórico. En la torre de la Iglesia no puede faltar la imponente cigüeña sobre su nido.



Hemos recorrido 12,4 km., con un desnivel acumulado de 358m., en un total de 5h. con paradas. Pero sobre todo hemos pasado un buen rato.




lunes, 8 de mayo de 2017

3 de mayo de 2017, SENDA DEL HORNILLO

Esta vez es Rodrigo el que me escribe aunque sin franqueo internacional. Me gusta que me escriban. Y si es a mano, con pluma o con boli, mejor. Ya hemos hablado de eso de escribir cartas y postales. Y no estamos seguros de que esa forma de comunicarse sobreviva. Me propongo escribir postales este verano. Gracias mil, Rodrigo, por tu bonita carta. Y gracias, Ignacio, por tus fotos que, por cierto, no se si habrán caído donde deberían estar.


Querido Paco:

Juan Ignacio me ha pedido que te envíe un texto para el blog de los mierconistas y es lo que me dispongo a hacer. No sin antes lamentar tu ausencia, sobre todo porque este relator se había ya creado expectativas gozosas al respecto de tu presencia.

Una excursión que se programa después de un puente largo trae consigo, normalmente, una reducción en la asistencia y esta marcha, denominada Senda del Hornillo, no fue una excepción. Finalmente la participación quedo reducida a la población majariega de los mierconistas.

Aurelio, Joaquín, José Ignacio y Rodrigo estaban puntuales, a las 9, en el punto de cita habitual de los majariegos. Desde allí, Joaquín condujo hasta el punto de salida en el aparcamiento del puente de Aceña, situado poco antes de llegar a Santa María de la Alameda.

Dada la baja asistencia y que la excursión prometía, Ignacio, con el apoyo tácito de Joaquín y Rodrigo, sugirió una marcha alternativa, más llevadera que la programada. Mas Aurelio lo tenía muy claro. Si Aurelio hablase español de ultramar hubiera dicho eso de “Déjenme ustedes de pendejadas” o “No me sean ustedes pendejos”. Pero Aurelio es de Bilbao, y con la rotundidad que le caracteriza, zanjó la discusión. Sin que nos atreviéramos a responder nos pusimos en marcha para seguir el plan previsto.

Salimos del estacionamiento por un sendero de tierra y pasado un primer puente — atravesaríamos un sinnúmero de ellos en nuestro recorrido— remontamos el arroyo del Hornillo dejándolo a nuestra derecha. Unos centenares de metros más adelante cruzamos a la otra orilla del arroyo. Siguiendo el sendero bien definido, como a un kilómetro más o menos, de la partida ya empezamos a divisar la chorrera del Hornillo. El caudal es escaso pero la cola de caballo tiene un aspecto muy garboso. Subimos a la parte alta de la chorrera para ver su nacimiento. Todo el lugar es una hermosura y nos tomamos un tiempo, sin prisas, para gozar del salto y las pequeñas pozas que nos encontramos.




Dejando atrás la chorrera continuamos la marcha dejando el arroyo a nuestra izquierda. Nuestro próximo destino es un mirador en un verde collado a unos 1300 metros, donde se encuentra un cartel explicativo de la zona.



Después de este giro a la izquierda no volveríamos a encontrarnos con el dichoso Hornillo hasta después del piscolabis, unos kilómetros más adelante. Por cierto para que nos ubiquemos, hidrográficamente hablando, el bendito Hornillo es tributario del río de la Aceña, que a su vez lo es del Cofio, que vierte al Alberche, que vierte al Tajo. Sugerente ¿verdad? En verdad, en nuestro caminar seguimos, en cierto modo, el curso aguas arriba del Hornillo que nace en el puerto escurialense de San Juan de Malagón.



El piscolabis tuvo de reseñable que la baja asistencia hizo que hubo una oferta que desbordó ampliamente la demanda de Muriel y quesitos de Juan Ignacio. De esta última commodity se encargo con gusto este que os escribe.


Hasta llegar al puerto de Malagón, donde tuvimos la comida, tengo que recoger el avistamiento de jabalíes. Uno de buen tamaño y dos chicos. Yo no los vi, pero los otros tres compañeros del alma, sí.

Acabado el refrigerio, seguimos hasta el embalse de Tobar, precedido de una presa chiquita cuyo nombre no os puedo transmitir. ¡Todo sea por aumentar nuestra cosecha de embalses! Al dejar atrás los embalses continuamos por una ruta que seguía a mayor o menor distancia el curso del arroyo del Tobar, que cruzamos y recruzamos. Recuerdo esta parte del camino en descenso como trufado de incomodidades por el piso de piedra suelta, que no es lo más aconsejable para mi tobillo derecho ni mi rodilla izquierda. Llegados al punto donde el arroyo Tobar vierte al río de la Aceña y acercándonos a la zona de La Retuerta el piso mejoró notablemente.



El camino, que nos ofrece un paisaje precioso y nos depara vistas con la presencia y sonido casi continuo de corrientes de agua, también está salpicado frecuentemente con la aparición de vacas y toros. Por cierto que ya cerca del final pudimos contemplar los avances amatorios de una pareja. El toro lamía con ternura a su compañera que tras un ratito le devolvía al toro los lametones. Todo sin prisas, serenamente. Tras unos minutos de contemplar el idilio y sin llegar, ni mucho menos, al climax sexual de la pareja, continuamos nuestro camino. ¡Con que calma, con que ternura se toma este ganado este asunto!



Ya solo me queda por recoger la aparición inesperada de un edificio sólido, bien mantenido, de buen tamaño. Responde al nombre de Escuela de Pesca de Santa María de la Alameda. Nos hicimos preguntas sobre la idoneidad y el buen uso de los euros invertidos en este empeño.

¡Qué jodienda! Me acuerdo ahora, al final, que no he ofrecido a mis compañeros de camino, como de costumbre, el chocolate que llevaba en mi mochila.



Ya vemos a nuestra izquierda el aparcamiento, solo nos queda cruzar el arroyo por última vez por el puente de la carretera. Ya hemos llegado. Una más, ¡qué buena sensación!