lunes, 14 de septiembre de 2015

9 de septiembre de 2015, LA DEHESA DE MONCALVILLO

Para inaugurar el curso 15 - 16 nos vamos de rebajas a la Dehesa de Moncalvillo, un fincote de ganado manso con mucha encina y una interesante historia que Andrés Campos describe en su bien conocida página de excursiones y senderismo. Lo de rebajas lo digo porque, a instancias de algún pusilánime mierconista, se rebajó la meta de la excursión de hoy de la sierra a la dehesa o, como titulan Jesús Garzón y Álvaro Silva su bien documentado e ilustrado libro sobre la provincia cacereña, "de la sierra al llano". Y, a propósito de Cáceres, la excursión de hoy me ha traído a la memoria los campos de Extremadura, y si no, que se lo pregunten a Aurelio, arroyano consorte.

Hoy se nos incorporan Paco A. desde su retiro levantino y Aurelio desde sus isótopos; que sea, aunque lo hagan intermitente, por muchos años. Con Paco me encuentro en ese punto de la carretera entre Colmenar Viejo y San Agustín donde hemos quedado, a las 10,30 de la mañana de este miércoles septembrino que promete calor y moscas. Se nos han apeado, Salva a penúltima hora y Gonzalo a la última, aquejados, que no es lo mismo que quejosos, de catarro y golpetón inoportuno respectivamente. Que se mejoren enseguida y que se cuiden en los momentos previos al miércoles para no fallar más; o sea, los lunes y martes especialmente y, si les parece bien, el resto de los días de la semana. Así que, con las ausencias mencionadas, las de Joaquín, Rodrigo y Braulio, que han puesto tierra de por medio, y la de José Luis A., tan intermitente como apreciado, nos reunimos Antonio, Aurelio, Ignacio, José Luis H., Paco A., Pedro, Rafa y un servidor. Como estamos en la cercanía de la base de las FAMET, nos sobrevuelan ruidosamente dos grandes pájaros, y como la configuración de Barajas es hoy 18 - 36, nos sobrevuelan durante toda la mañana y no menos ruidosamente toda clase de aviones, paratos o uroplanos de línea.



11:17 Pronto llegamos a la puerta de la finca. Civilizada y respetuosamente, como hacen dos veces al año los romeros que van a la ermita de Navalazarza, y puesto que no vamos de caza ni nos acompaña ganado suelto, la abrimos y pasamos con la conciencia tranquila.


11:29 Digan, mirando las fotos de más abajo, si no se parece esto a una dehesa extremeña. Yo creo que Madrid tiene cosas de La Mancha (pueblón manchego le llaman algunos, no se si con ánimo de ofender) y cosas de Extremadura. En el sur de la provincia se está como en Toledo o Ciudad Real; especialmente en verano, cuando el canto de la chicharra y el secarral dominan; en esta vertiente de la sierra, antes de que empiecen los pinos, las retamas, los acebos y los cambroños, como en Cáceres, que yo bien me lo sé. Hoy, con mucho mucho calor y un celaje alto y blanquecino, ni sombras hay que sirvan de refugio; pregúntenselo si no a las mansas vacas coloradas de la foto.



11:40 Llegamos a la ermita de Navalazarza, muy defendida por alta pared y buena cancela de forja que nos impiden el paso. Y bien está, que así deben protegerse lugares tan significados en el mantenimiento de la concordia y la buena vecindad. Si quieren saber de qué se trata, y como no es cosa de que ahora vayan a inquirir a San Agustín o a Pedrezuela, naveguen desde aquí por el océano de internet y averigüen la interesante historia.



11:56 En el exterior del recinto de la ermita y a la sombra, damos buena cuenta de este nuestro primer piscolabis del curso, que supo igual de bien que el último del pasado, allá por las cercanías de Casla, en Segovia, si mi memoria y los apuntes para este blog en perpetua construcción no me fallan. Antonio nos ameniza el aperitivo con la lectura de las anotaciones que, sobre este lugar, hace Andrés Campos en su muy ilustrado y útil blog.



Mucho calor y moscas, pero el otoño se avecina. Ya lo dicen las abundantísimas quitameriendas (askari-lore, Aurelio) que nos salen al paso, tan humildes en su carencia de hojas y de tallo y de todo lo que no sea esa corola de seis pétalos entre rosa y morado. ¡Aventapastores, que ya es hora de trashumar!; ¡espachaveraneantes, que ya es hora de volver al tajo!. Allá detrás, el cerro de San Pedro, presencia continua durante todo el trayecto.



De la misma forma que el cerro de San Pedro en la distancia, las Tapias de Viñuelas, en la cercanía, nos acompañan en nuestro largo andar de hoy. Son una compañía buscada: el trazado de la ruta sigue por algún kilómetro en paralelo a esa muy antigua y desvencijada pared de piedra que limita la superficie de la dehesa y que se orienta, de sur a norte, hacia los cerros que hoy constituyen nuestra meta. Lejos aún de los primeros repechos, Rafa resbala en la reseca tierra y se hace un aparatoso corte en un brazo. Nada de particular, afortunadamente, pero ocasión para el uso de los bien provistos botiquines y lucimiento de habilidades de primeros auxilios. El ajeno lector irá comprobando, entre estos detalles y otros relativos a la cuidadosa planificación, uso de la cartografía, etc., la solvencia excursionista y aventurera de este grupo, ¿o no?.



14:20 En el cerro de la Camorcha, toca sentarse, fin de la primera parte o hasta aquí hemos llegado. En este día de bochorno y más distancia de la que alguno hubiera deseado, se hace necesario un descanso para el almuerzo. El Cerro de San Pedro al alcance de la mano. Ese que no es "alguno" propone prolongar un poco más el paseo, llegarnos hasta su cumbre y firmar en el cuaderno que hay allí. La reacción a la propuesta es condescendiente y amistosa, no se vayan ustedes a creer, pero se decide dejarlo para otro día y tener la fiesta en paz.




Paz y no poca es la que refleja el rostro de Aurelio, además de otras emociones, al disponerse a catar el buen reserva que se ha traído consigo y que, una vez aprobado, reparte entre sus compañeros de paseo. Paz también la que nos deja el tinto, pero dura en exceso sería esta roca como almohada y ahí la dejamos.



Hoy, en el mismo lugar en que hemos almorzado, la foto de un grupo del que se destaca Rafa para poner un poco de orden y mostrar la calidad de su vendaje.



15:15 Ya de vuelta, parece como si el muy escaso relieve del paseo de hoy se acentuara en estos escalones. Poco más. El camino de regreso se hace de un tirón, con ganas de llegar y soy yo el que lo dice. ¡Mi reino por un buen y fresco chubasco!



En resumen, 15,6 km., más de 400 de desnivel acumulado y seis horas y pico de excursión. Lo que no ha estado mal para ser el primer día o, como dice Ignacio, el que parecía paseo mañanero preparado por Antonio no ha sido moco de pavo. ¡Bienvenidos al curso 15  - 16!