domingo, 18 de abril de 2021

14 de abril de 2021. RÍO MANZANARES I

El cronista habitual ha faltado a la cita de este día. En su lugar, nuestro escritor de cabecera, Salvador, Salva, el creador de la expresión "mierconista" tal como se anuncia en la cabecera de este cuaderno, ha redactado la crónica de la jornada. Y debemos las fotografías a la gentileza de Antonio. El editor no ha encontrado forma de casar texto e imágenes, de manera que las ha separado respetuosamente, cada una en su lugar, con la esperanza de que la imaginación del lector realice el conveniente emparejamiento. 


El lugar de la cita es el aparcamiento señalado con un bonito letrero que dice “Puente Medieval”, en la carretera 607 en el tramo entre Colmenar Viejo y Cerceda. Puntualmente, los Cinco Héroes Centelleantes (Antonio, Ignacio, Rafa, José Luis y Salva) se disponen a iniciar la marcha.

En principio parecía que se trataba de un cómodo itinerario a la vera del Manzanares. Luego resultó que se trataba de un camino, pedregoso, con arenilla resbalante marca ACME, continuas subidas y bajadas y, como guinda, más calor del que cabía esperar.

La cosa no empezó bien. Dos de los Cinco Esforzados Mierconistas tomaron las de Villadiego e Ignacio tuvo que perseguirles al galope para evitar que terminasen en Burguillo del Arzobispo (Soria). Una vez reconducidos al sendero del bien, caminamos con mesura rumbo nada más y nada menos que a los Puentes Grajales, junto a la carretera que va de Colmenar a Hoyo de Manzanares. Charlamos, bromeamos y se relataron las tan en boga Experiencias Vacunatorias. A las 11.45 nos detuvimos para reconfortarnos con el consabido piscolabis. Continuamos la marcha con el corazón alterado por haber sido adelantados varias veces por una pareja de jóvenes en edad de merecer siendo de justicia mencionar que la moza lucía unas ajustadas mallas negras que daban prestancia a las armoniosas curvas de su derriere. Bueno, tampoco era para tanto sobre todo porque algunos – es decir, yo – comenzaron a dar muestras de fatiga y pérdida del sentido del equilibrio que es exigible en estas circunstancias. El sol apretaba de firme, a cada abrupta subidita seguía una peligrosa bajada, la temperatura ascendía y, unos más y otros menos, resbalabamos merced a esas piedrecillas redondeadas que suelen estar depositadas sobre piedras lisas e inclinadas… Llegó un momento en el que esto escribe, aprovechando la fecha, empezó a dar vivas a la Segunda República, a los antepasados de Donald Trump y a la hermana pequeña de Marifé de Triana. 

La situación se tornaba peligrosa. ¿Qué hacemos con este tío que da muestras de estar a punto de perder el control de esfínteres? se preguntaron los Cuatro Excelsos Montañeros Tras un somero cambio de impresiones pensaron que sacrificarle “in situ” estaba feo, y arrojarle a las procelosas aguas del río, inoperante. Así pues y dado que ya estaban a la altura de una coquetona Central Eléctrica decidieron arrastrarle hasta los Puentes Grajales. Allí, tras alimentarse debidamente, abandonarían al díscolo a su suerte…

Los cuatro supervivientes volvieron sobre sus pasos a gran velocidad, temerosos sin duda de que la Guardia Civil les detuviera por haber arrojado en un Parque Natural casi noventa kilos de residuos orgánicos en mal estado.

En un tiempo record llegaron al aparcamiento, se juramentaron para no hablar nunca jamás de lo sucedido y se encaminaron hacia sus casas.

Uno de los cuatro, reencarnación sin duda del mil veces santo varón más conocido como San Sinónimo de Balconada advirtió muy a su pesar que le remordía la conciencia y derramando furtivas lágrimas volvió a los Puentes Grajales. Allí continuaba el que este relato firma, esperando sin duda que un milagro le salvase. Y un milagro ocurrió: Antonio bajó de su hermoso automóvil y le dijo: -¿ Qué, Salva, te vienes a los Madriles? Asentí y reptando cual oruga canora subí al turismo de mi ángel salvador.

Una hora después, una piltrafa humana fue depositada delante del portal de su casa.

Eso es todo.


Dicen que fueron 12,4 km. y 187 m. de desnivel

lunes, 5 de abril de 2021

24 de marzo de 2021, CORNISA DEL PÁRAMO

Si quieren "cornisa del páramo", lo acepto, pero como se acepta lo del pulpo. Poca cornisa y menos aún páramo. El arroyo Vega o de Val ha dejado un surco en las tierras llanas del Madrid oriental, que no son yermas como en un páramo sino feraces sembrados salpicados de buenas encinas. 


Dice Ignacio de la excursión de hoy: "Verde, como el trigo verde que nos acompañó a lo largo de la ruta. Campos de trigo verde trufados de robustas encinas que embellecían aún más el paisaje. Un acierto de José Luis al que le tocó la excursión en la lotería mierconista con el número 52".

Y Marc, con una extraordinaria capacidad de síntesis, añade: "Paco estuvo a punto de ser adoptado por un recolector de espárragos; en Nuevo Baztán la señora  del museo explicó la ruta del camino de Santiago en un castellano con acento del este; y en Olmeda de las Fuentes la oficina de información turística realizó el objetivo de clientes del año".

Debería bastar con los tres párrafos anteriores en la página correspondiente del cuaderno de bitácora, pero hay que roturar el terreno donde van las fotografías con algo de literatura y algún detalle suelto, que las numerosas ausencias lo justifican.

Las verdes siembras y las robustas encinas de Ignacio

Por aquí ya se estuvo en el 2015, en un día fresco, nublado y ventoso del mes de febrero. Hoy el tiempo muestra un cariz completamente distinto: templado, sereno, luminoso. Villar del Olmo, donde hemos quedado para emprender la marcha, hay que reconocer, a pesar de lo dicho al comienzo, que está en un "valle de cornisa", justo en el gran surco labrado pacientemente por el arroyo tributario del Tajuña. En Villar, los cuatro de hoy, Ignacio, José Luis, Marc y el cronista, tomamos un café e incluso un pincho de tortilla antes de empezar a caminar. 

10:30 Un perro en escayola contempla la salida de la expedición

Por el Valle del arroyo del Val, redundante y capicúa, hacia el norte, estrenando la primavera, con ganas de andar, de quitarse de encima encierros, confinamientos y limitaciones: hierba verde, maleza, algún sembrado, algún huerto. 

11:10 Subiendo poquito a poco hacia la cornisa





Poca gente hemos visto en este primer tramo de nuestro paseo, pero nunca es tarde si la dicha es buena, que darse con éxito a la recolección de espárragos silvestres es buena dicha. El lugareño de la foto, jovial veterano de mono y cayado, ya lleva un buen puñado de ellos. Para dar con el espárrago hay que tener suerte pero, más aún, vista y ese sentido del campo que tarda tanto en desarrollarse y que es tan parecido al "sentido del agua" que, según Izaak Walton, tiene que tener el "perfecto pescador de caña". Apenas una breve y jugosa conversación, pero a Marc le ha parecido suficiente para imaginar que llegó a ponerse en marcha el proceso de adopción de este cronista por el paisano, supongo que como ayudante, lo que de verdad no me hubiera importado. Pero me recuerdan que no venimos a espárragos y que hay que seguir, así que izamos nuestros cuerpos serranos hasta la cornisa. Allí caemos en la carretera y en la vecindad de ese enorme conglomerado urbano que se llama Eurovillas. Como a los espárragos, lo dejamos a un lado porque los miércoles nuestros no son de urbes sino de campo y procedemos rectamente hacia Nuevo Baztán, con algo de asfalto y más de camino.

11:38 El pabellón municipal y la entrada de Eurovillas

Ese curioso núcleo urbano fundado por el navarro Goyeneche y que se llama Nuevo Baztán nos acoge en medio de la algarabía de un grupo numeroso de chavales y chavalas desperdigados por la plaza de los que no llegamos a saber si están de excursión o de actividad extraescolar didáctica y cultural. Si es esto último lo que les ocupa, imagino que sus mentores les ilustrarán debidamente o, en cualquier caso, deberían hacerlo, acerca del estilo arquitectónico "churrigueresco contenido" allí predominante. 

11:50 La plaza de la Iglesia de Nuevo Baztán

En el palacio Goyeneche se anuncia una próxima exposición de cerámica. A una joven conserje uniformada le preguntamos por el camino De Santiago, en la seguridad de que por allí pasa. Acepta la broma y con acento foráneo, que Marc reconoce como del este (de Europa, se entiende) confiesa su ignorancia, que con la próxima exposición ya tiene bastante. Inocentes distracciones mientras recorremos con la mirada el monumental edificio y hacemos tiempo para el piscolabis, que ya son cerca de las 12 del mediodía.


En la calle del Palacio, la via muy recta que recorre los principales edificios del pueblo, sentados en un banco, al sol, celebramos el ritual de las bolitas de queso de Ignacio, hoy tan abundantes para el escaso número de comensales que no podemos acabar con ellas y tenemos que reservarlas para la comida principal. Al final de la calle sale un camino a la derecha, el camino del Boleo, que pasa por el cementerio y que nos lleva al mirador de la Encina, una especie de púlpito de piedra sobre el valle, con Olmeda de las Fuentes, a donde nos dirigimos, allá al otro lado y a no mucha distancia. 

12:27 En el mirador de la Encina

Media hora en hacer la bajada al valle y subir a Olmeda, con buen camino que rodea los sembrados y pasa por debajo de la carretera M-219, que une el Nuevo Baztán con Olmeda, mediante un mínimo túnel. Al cronista le da por pensar ahora que es una pena que la mayoría de los componentes de esta peña de los miércoles se hayan perdido un día de campo así de bueno, con un camino tan fácil, tan variado, y que pronto se romperá el maleficio.

12:31 Desde el mirador, se baja al valle con Olmeda a la vista
12:47 El paso bajo la carretera

Olmeda es un muy acicalado pueblo, limpio y blanco, cuna de Pedro Páez, el descubridor de las fuentes del Nilo azul, y sede o habitación de una generación de importantes pintores contemporáneos, hasta los catorce que registra el folleto que nos agenciamos en la oficina de información del ayuntamiento. Olmeda podría ser uno de los pueblos blancos de Cádiz o cualquier otro pueblo andaluz. En Olmeda podríamos haber echado un rato, divagando por sus calles en cuesta, curioseando rincones, como antes en el Nuevo Baztán. Pero lo nuestro es andar y ya habrá tiempo de andar menos o de pararse más, y es que el tiempo y los años imponen sus condiciones.

13:09 Calles de Olmeda

Saliendo de Olmeda, toca subir otra vez, ahora por la pendiente más exigente de la jornada, para remontarse hasta el páramo. Desde la subida, una espléndida panorámica del conjunto urbano. Anoto que Olmeda, antes que de las Fuentes, era de las Cebollas y no me pidan explicaciones del cambio que no las poseo, ni yo, ni mis compañeros, ni siquiera en la oficina de turismo por la que hemos pasado y donde nos han atendido con gran amabilidad.

13:20 Olmeda de las Fuentes: una parada para hacer la panorámica y coger el resuello

Llegando a la llanura, viene más en este momento a cuento la protesta de este cronista por lo de "páramo" y la referencia de Ignacio al verde que te quiero verde. El Cordel de la Pica es una larga pista que no tardamos en encontrar aunque en un tramo la han arado y sembrado. Vemos en un cartel que llaman Pica a una encina centenaria que está entre esos árboles singulares catalogados de la Comunidad de Madrid. La encina nos queda un poco apartada, de manera que no le rendimos visita y lo dejamos para otra vez. Páramo adelante, con sembrados de lo que queda dicho; encinas menos centenarias pero viejas, robustas y añosas; piedras amontonadas para no romper la reja del arado; buen camino, sol y sombra donde apetece.

13:37 El Cordel de la Pica desaparecido bajo el surco
13:52 Andando por la bonita dehesa

Sabemos que la cornisa no queda ya lejana y decidimos que el almuerzo espere hasta llegar allí donde suponemos hay buenas vistas sobre el valle. Para los que gusten del registro de magnitudes, el recorrido del cordel -algo más de tres kilómetros- nos lleva como una hora de paso tranquilo, de mirar aquí y allá, sin más necesidad de guía que seguir el camino. Poco hay que empeñarse para encontrar un lugar con rocas y vistas donde sentar los reales y desplegar manteles: la hondonada del arroyo del Val debajo, con Villar a la derecha y la línea de la M-204 delante.

15:02 Ha concluido el almuerzo e Ignacio siempre encuentra acomodo para el ensayo de siesta

La bajada hasta Villar no puede ser más cómoda, como siempre debería ser a esta hora. Otros treinta minutos dejando ir los pies perezosamente uno detrás de otro y llegar a la agradable sombra del mismo bar de la mañana para los refrescos de la tarde. Hemos pasado por la fuente de San Isidro, una de las referencias históricas del pueblo, y por el viejo olmo, otro árbol singular de la Comunidad de Madrid, chopo lombardo que me gustaría fuera el que califica el nombre de esta villa.

15:18 Hacia Villar
15:57 En la terraza del bar, concluyendo.

Buen sabor de boca este del paseo de hoy. Que conste para los ausentes. Queda en el inventario de los futuros paseos con parada y fonda, de los que seguro tendremos que echar mano más pronto que tarde. Y creo que queda todo dicho.

12,7 km. y 327 m.