lunes, 29 de enero de 2024

24 de enero de 2024, CASCADA DEL COVACHO (A LA TERCERA)

El cronista de hoy, José Luis, ha añadido al título "a la tercera". Él mismo lo explica más abajo. Lo importante es que se reanuda el curso en este año 2024.


Esta ruta, primera del año 2024, estaba programada para el pasado día 10 y tuvimos que cancelar debido a condiciones climatológicas adversas. Lo mismo ocurrió con el segundo intento del miércoles 17 de enero. Por eso, hoy que las cosas del clima lo permiten, nos congratulamos de reunirnos para, a la tercera, poder llevar a cabo semejante aventura.

Poco a poco, a eso de las 10 de la mañana, nos concentramos en una cafetería de Hoyo de Manzanares: Gonzalo, Marc, José María, José Luis H, e Ignacio, los cinco que estamos activos esta semana con la enfermería muy concurrida. Uno de los ausentes es nuestro cronista habitual, así que asumo la suplencia con ánimo.

Nos desplazamos a las afueras del pueblo donde aparcamos junto a un depósito del Canal de Isabel II, al borde del que se conoce como Camino de Villalba. Comenzamos: son las 11.45 de una espléndida mañana de enero, con el cielo completamente azul y temperatura muy agradable para caminar.

En los inicios, la pista está en muy buenas condiciones y nuestro caminar es ligero y animoso como corresponde, a estas horas de la mañana, a cualquier mierconista que se precie.

A nuestra derecha aparece una finca vallada con un cartel en el que se informa sobre el programa de recuperación del águila Bonelli en la Comunidad de Madrid, un asunto sin duda apasionante, pero nosotros venimos a otra cosa.

10:50 El cartel del águila de Bonelli en el inicio del paseo
10:51 En la pista.

Continuamos la ruta atravesando parajes muy atractivos, con vegetación de monte bajo y piedra. A mi siempre me llama la atención los nombres de los lugares. Avanzamos ahora a través de El Cuchillar, nombre sin duda importante porque así se denomina una ladera, un arroyo y hasta una loma. No debo olvidar el Cerro del Alcornoque que, con sus 1.139 m. se queda a nuestra derecha sin detenernos, aunque más tarde volveremos a encontrarnos.

Pronto aparece nuestra primera referencia importante; la caseta del Canal de Isabel II, y poco más allá el Arroyo de Peñaliendre que culebrea por la ladera bien cargado se agua; ¡qué maravilla de agua!

Son las 11:45 cuando nuestro explorador belga anuncia ¡Cascada a la vista! y, efectivamente, nos encontramos en las cercanías de la Cascada del Covacho que da nombre a nuestra ruta de hoy y que bien merece la pena acercarse en estos tiempos de agua abundante.


Descansamos unos momentos mientras Ignacio desenfunda la cámara y se pone a ello. (Aquí, el espléndido resultado). De nuevo Marc nos señala el lugar verdadero donde la Cascada luce con todo su esplendor y en el que, para más facilidades, se encuentra una magnífica mesa con bancos de granito. Aquí llega agua en abundancia del Arroyo de Peña Herrera y de otros varios arroyuelos que se entrecruzan y alimentan entre sí.


En este lugar descansamos, contemplamos y aligeramos ropa. Tenemos algunos pocos vecinos paseantes que también han hecho un alto en el camino. El calor empieza a manifestarse, aunque de momento no aprieta. Es casi el mediodía y ¡qué mejor sitio y momento para el piscolabis!.

11:55 - 12:05 El piscolabis a borde mesa de piedra

Tras el piscolabis reanudamos la marcha con algunos titubeos para localizar el camino verdadero. Empezamos a subir, ahora sí, y enseguida llegamos al lugar marcado como la atalaya; de frente, una imponente prominencia rocosa que, afortunadamente, no tenemos que subir sino rodear dejándola a nuestra izquierda.

Ahora empieza lo más duro. Partimos de poco más de los 1.000 m de la zona de la Cascada y hemos de llegar a los algo más de 1.200 m. en el mirador, Son cerca de las 13h. y el calor empieza a ser sofocante.

Prácticamente a las 14h. en punto alcanzamos el mirador no sin esfuerzo. Unos metros antes, pasamos por lo que parece haber sido una casa o refugio completamente en ruinas. Desde el mirador, con el día tan claro, las vistas son magníficas.


Nos detenemos un momento y reemprendemos la marcha, ahora de bajada. Y aquí viene la parte de un poco de aventura del día, porque este tramo, de algo más de dos km. tiene su aquél. Por este tramo, Ignacio ha bautizado la ruta como “a estrada mollada de hoxe” haciendo un alarde de imaginación y bilingüismo. La cosa tiene su explicación: el camino, más bien una estrecha y profunda trinchera hecha a base de pasar motos y bicicletas, está parcialmente cubierto de agua en bastantes tramos, lo que dificulta bastante la bajada y obliga a hacer bastantes filigranas para no caerte.

La bajada transcurre prácticamente en paralelo al cauce del Arroyo de Peñaliendre, dejando el arroyo a nuestra derecha. Por momentos lo vemos, pero en otros ratos solamente lo oímos canturrear. A nuestra izquierda, de nuevo la Loma del Cuchillar y el Cerro del Alcornoque.

Pasadas la 3 de la tarde alcanzamos el punto 3 en el cruce con el camino de subida, Allí nos espera Gonzalo que había tomado un atajo y, enseguida localizamos una espléndida y enorme piedra de granito que es muy adecuada como lugar para la comida, la animada charla y la planificación de las próximas semanas.

15:21 La comida sobre roca

Ya solo queda el regreso a los coches de algo más de dos km. y el remate en una agradable terraza con consumiciones variadas.

Han sido algo mas de 11 km y 361 m de desnivel acumulado. ¡Hasta la semana próxima!




lunes, 8 de enero de 2024

20 de diciembre de 2023, ATALAYA DEL BERRUECO. ("Crónica de un desmemoriado", dice el autor)).

El cronista por defecto - esto dicho en el doble sentido de la palabra - ha tenido que dar un mal paso para que se descubriera en José María otro cronista de excepción - también en el doble sentido - que, junto a José Luis, Antonio, Salva, Rodrigo y algún otro que se me escapa, han cogido la pluma y han venido a dejar para la posteridad huella de las andanzas de este grupo de amigos. Bienvenido sea aunque no lo haya sido tanto el motivo, enhorabuena.


La atalaya de El Berrueco, también conocida como atalaya de Torrepedrera, es una torre vigía de origen musulmán, construida en algún momento entre los siglos IX y X. Se encuentra enclavada en lo alto de un cerro de 1.030 m de altitud, cerca del embalse de El Atazar.



Fue ésta una ruta paseo de 5,4 km. de longitud y 236 m. de desnivel, preparatoria de la comida Mierconista de Navidad. A este fin, cinco aguerridos Mierconistas (Gonzalo, Antonio, Ignacio, José Luis H. y José María) se citaron a las 10:00 en el bar El Álamo 2 de El Berrueco, y tras el correspondiente desayuno desarrollar la misión táctica de ocupar la atalaya a la hora más conveniente para desde ahí, y sin demora, llegar puntuales a la comida; cosa que hicimos brillantemente gracias al magnífico liderazgo de Gonzalo. Para ello, partimos en tres coches por la M-137 para tomar luego la M-133 y al llegar a la altura de la atalaya, aprovechando un ensanchamiento del arcén, dejamos un coche, continuando luego la carretera hasta el aparcamiento situado en el Km 6,5, desde donde iniciamos la ruta-paseo.



Creo que el nombre de ruta-paseo es apropiado, pues el inicio del mismo por el cortafuegos que va del aparcamiento al cerro Cerugea es largo y pino (ruta) y el resto llano, descendente o ligeramente ascendente (paseo). Una ligera brisa nos acompaña mientras subimos al cerro y enseguida nos encontramos a nuestra derecha con una bonita vista del embalse de El Atazar. Continuamos subiendo y antes de que se nos cayeran los calzones llegamos a la cima del cerro Cerugea, desde donde se nos abre una amplísima pista y podemos contemplar unas estupendas vistas gracias a un día claro y ventilado, con un viento que ha pasado de brisa a la categoría de fresco o frescachón. Poca cosa para los Mierconistas.




Seguimos ahora nuestro paseo y pronto divisamos a lo lejos nuestro destino, pero tenemos tiempo de ir con calma y disfrutar de las estupendas vistas que pueden contemplarse desde este paseo en altura y encontrar un lugar apropiado tras unos arbolillos para refugiarnos del viento y, de pie, tomar el piscolabis.


Poco después comenzamos el descenso hasta la carretera M-133, ahora ya por un sendero mucho más estrecho, y cruzando ésta nos dirigimos a nuestro destino, que tenemos a tiro de piedra y a donde llegamos cumpliendo horario y con tiempo para hacernos unas fotos y marcharnos con viento fresco, que es lo que hacía, para coger el coche de Gonzalo, estratégicamente situado a pie de la atalaya, e irnos todos hasta el aparcamiento desde el que iniciamos la ruta y, de allí a la cuchipanda que, ya con el grueso del grupo, nos esperaba a las 14:30 en el restaurante El Picachuelo, para despedir la temporada Mierconista 2023.




Al Picachuelo acuden algunos de los que se han perdido la ruta - paseo: José Luis de A., Paco A., Paco MC, Pedro y Salva. Pero la partida completa, sin ausencias, se reúne en el libro "Huellas de nuestros paseos" que recoge los retratos de cada uno, de los dieciséis, que Ignacio ha hecho a lo largo de este último año y que nos entrega al final de la comida. Por su parte, José Luis de A. recibe además su copia ampliada, soberbia muestra de la técnica y la sensibilidad de nuestro fotógrafo. Salva dice que se despide y nos regala una camiseta verde con un dibujo que desde ya incorporamos a la iconografía mierconista. En realidad, Salva cambia de ciudad de residencia, pero allí hay también grandes espacios para pasear, de manera que iremos haciendo planes. Tras los postres, un brindis con espumosos y una cálida despedida -por los afectos, que no por la temperatura- hasta el nuevo año. 





Fueron 5,5 km. y 240 m. de subir y bajar.