domingo, 24 de febrero de 2013

20 de febrero de 2013, PINARES DE BUITRAGO

Querido Rodrigo,

Esta vez déjame comenzar por el final. Ignacio ha enviado, puntualmente como siempre,  el perfil de la ruta y su trazado en mapas, acompañando el correo con la frase "estoy impaciente por leer en el blog cómo nos ha ido en la excursión". La frase, aunque producto de fina ironía, me ha producido un cierto temor: el de que lleguemos a reemplazar la vida auténtica por su representación literaria, peligro del que Gonzalo, prudentemente, pone sobre aviso. Me respondo a mí mismo que ni esto es literatura, sino un burdo diario de a bordo de marinos de secano, ni va a quitar a ninguno de los mierconistas la ilusión por su paseo verdadero, con sus fatigas y dolores de pies y sus conversaciones sobre temas de actualidad. ¡Lejos aún de nosotros aquella ficción futurista del cuento de Salva sobre excursiones virtuales!

Y siguiendo ahora por el orden lógico de la narración y pidiendo perdón por el pretencioso prólogo, has de saber que otra vez la amenaza del tiempo cambió nuestro rumbo inicial: de la cumbre del Águila como meta, tal como Rafa había propuesto, a un recorrido llano por entre los pinos de Buitrago, imaginado por Antonio a última hora en un alarde de reflejos y cartografiado instantáneamente por Ignacio, navegante de nuestro navío "Mierconistas" de la clase batiscafo y matriculado en Panamá por aquello de la evasión fiscal.

La expedición partió de Cotos a las 10 de la mañana, tras el café nespresso de máquina de la gasolinera y croissant "un poco pringoso", en opinión de Antonio y que prefirió abstenerse del tal bollo. A las 10,30, ya en Buitrago, nos encontramos con José Luis de A., habitante de las tierras altas, que nos esperaba allí.

La agrupación tuvo lugar, premonitoriamente, en la puerta de un edificio de "pisos tutelados para personas mayores" de la Comunidad de Madrid y bajo las miradas complacidas de algunos de sus moradores.

Un apacible paseo horizontal entre pinares y jarales, en una mañana de ambiente solamente fresquito y húmedo y de nubes bajas, nos acaba situando ahora bajo la mirada no menos complacida de un hato de reses mansas a quienes de seguro proporcionamos distracción en su monótono y satisfecho rumiar. Y es que, comentamos, en este invierno, el campo no ha dejado de estar verde de corta pero jugosa hierba: la escasez únicamente para los de dos patas. Así, las culpas solamente van a quienes son capaces de merecerlas, principio de justicia distributiva que no debería contar nunca con excepciones.

Gonzalo y yo tenemos una estimulante conversación sobre reglas, derecho, instituciones y sociedad en la antigua historia de España, todo por el provocador artículo "La Taula de Canvis" compartido oportunamente por Antonio. Nos admiramos de que, en aquellos tiempos, considerados torcidamente por tanto nuevo lector de la historia como casi bárbaros, el entramado social e institucional mostrara conductas llenas de eficacia y respeto a las reglas que ahora brillan por su ausencia.

Lo que sí es cierto es que el paso del tiempo no perdona, como pone en evidencia una casa de gran porte que aparece ante nosotros, ahora abandonada y ruinosa. Y, más tarde, la silueta altiva de los restos de la Casa del Bosque -o palacio de Osuna como dicen caminantes y senderistas-, evocación de la poderosas familias Mendoza e Infantado y de recios tiempos de la historia de España. Habrá que acercarse a él algún otro día para verlo de cerca.

Después del desdoro de pisar asfalto durante un rato y ya cerca de las dos horas de camino llegamos a las cercanías de la presa del embalse de Puentes Viejas y nos acercamos a su orilla. Como el embalse no está lleno, queda como un playón extenso, de tierra vista, con grandes piedras lavadas, limpias de musgo, y con restos de ramas retorcidas de arbustos que no han podido sobrevivir a muchos períodos alternos de inmersiones completas y rigurosas sequías. Allí nos detenemos, contemplando el terso reflejo de las nubes en el agua y hablando de nuestras cosas.

Mientras damos cuenta del plátano y las almendras, hoy enriquecidos con dátiles y las afamadas bolitas al queso de Ignacio, alguna mirada se pierde en la ensoñación de la gran masa de agua y el horizonte lejano de bosque y cumbres nevadas. Ignacio y Salva sugieren bellos encuadres al fotógrafo, que acepta.

Alguien descubre en el suelo una forma esférica de color gris verdoso, de superficie punteada y tacto áspero, muy dura. Se sugiere que es una seta de la especie "lycoperdum" o pedo de lobo fosilizada o quizás una gigante agalla de roble. Cuando finalmente la rompemos, descubrimos su auténtica naturaleza. Se trata de una pelota, de las que imitan los balones de basket, por la que ha pasado el tiempo y la intemperie. Un poco más arriba, un gran cartel azul con la estrellada bandera de Madrid y el escudo del Canal de Isabel II advierte: "Prohibido a anar y a ajarse". Nos complacemos de que, por fin y puestos a prohibir, hayan decidido aplicarlo a conductas tan poco propias de personas civilizadas. Luego, melancólicamente, caemos en la cuenta de que algún burlón ha modificado la leyenda, que antes rezaba "prohibido acampar y bañarse". Ambos sucesos demuestran que este grupo aún conserva viva la fantasía y que no necesita encontrar claves ocultas para disfrutar con las aventuras de Alicia.

Tras el piscolabis reanudamos la marcha. No pudimos llegar hasta la misma presa, habiendo añadido así un elemento más a nuestra ya dilatada colección de visitas y vistas a obras del Canal: una alambrada lo impedía. Nos contentamos con una perspectiva lejana. Así que, sin más, emprendimos el regreso, ahora por una pista cercana al embalse, con buenas vistas de la masa de agua . En algunos puntos parecíamos situarnos sobre un gran acantilado alfombrado de verde musgo. Dulce temperatura, silencio y el placer de caminar entre pinos, de tronco alto pero torturado, enmarcando el paisaje de agua y cumbres nevadas. Allá, al otro lado, la silueta rojiza de la Casa del Bosque.

La comida, cerca de cuatro horas y 11,5 km. desde el inicio de la ruta, sentados en unas buenas piedras y otra vez bajo un cielo plomizo de nubes grises. Languidecen las conversaciones, como la tarde: armas de la guerra mundial, Microsoft, el estado de las finanzas públicas y privadas que esas sí que languidecen. Cuesta ponerse en pie para seguir el camino, pero ya no queda mucho y hay vida después de los miércoles.

A eso de un kilómetro y medio del pueblo de Buitrago renace en algunos el espíritu de aventura y decidimos abandonar el trazado fácil y seguir por la orilla del embalse. Antonio, líder y guía de la ruta, no puede por menos de exclamar "Sic transit gloria mundi!", consciente de que su papel, impecablemente desempeñado hasta ahora, ha concluido.
El terreno se hace más agreste, con subidas y bajadas, dando lugar a vistas en escorzo de algunos de los mierconistas. Encontramos un bonito lugar elevado, como un púlpito natural sobre el pantano, y Gonzalo se presta a hacernos una última foto. El abandono del camino da lugar a que el grupo se fraccione, ya en los arrabales del pueblo. Pero, felizmente, nos volvemos a reunir enseguida al lado de los coches, sin daños ni ausencias, 5,45 horas y 16,5 kilómetros después de nuestra partida.

Aún queda tiempo, antes de las despedidas, para que José Luis de A. recoja un nuevo título otorgado por Salva: el de Emperador de la Aceveda, así escrito en su forma antigua, imperio de enorme extensión. La sonrisa del homenajeado indica bien a las claras que el título le complació. Entre curioso y perplejo presenció la escena un residente de los pisos tutelados.

No me queda más que decir, respondiendo al interrogante planteado por Ignacio, que creo que nos ha ido bien. Al menos, al que suscribe le ha ido muy bien... aunque melancólicamente. Será por la gris mañana.

Siempre añorando tu compañía... y tu chocolate.




viernes, 15 de febrero de 2013

13 de febrero de 2013, RIO GUADALIX

Textos de Salva y fotos de José Luis H.


Sol y nubes. La nevada sierra del Guadarrama se presenta como blanco telón de fondo para las hazañas de diez esforzados montañeros. Solo faltan Rodrigo (secuestrado en Panamá), Aurelio (dale que te dale al esquí) y Paco (seguramente ha ido a Burguillo del Arzobispo a hacerse cargo de las tareas propias de su cargo de Prefecto de Disciplina de…) 

El Polígono Industrial el Raso se ofrece ante nuestros ojos dispuesto a darnos lo mejor de sí mismo y de los hermosos parajes que lo rodean. El ayuntamiento de San Agustín de Guadalix pretende nombrarnos Hijos Predilectos, pero nosotros, gente modesta y sumamente discreta, huimos del compromiso.

Iniciamos la caminata pasadas las 10.30 am y seguimos el cauce del río que da nombre al pueblo como los auténticos exploradores que somos. El itinerario no es exigente: buena senda, pendientes suaves y excelente compañía. Muy pronto, contemplamos alborozados dos hermosas cascadas gemelas por las que el agua se precipita siguiendo su incansable búsqueda del mar. Seguimos caminando. De pronto – y esto es muy preocupante por lo que luego veremos – Ignacio nos obliga a dejar el camino para descender por unas escaleras empinadas y resbalosas semejantes en todo a las que conducen a los Infiernos, como bien sabemos algunos de los del grupo. ¿Y para qué? Según él para contemplar entre emocionados y perplejos una de las muchas obras que el Canal de Isabel II levantó por estos lares. 

Hay quien dice que se trata de una presa construida con hermosos bloques de granito que otrora tuvo gran importancia, pero… Aprovechamos para “piscolabear” con algún retraso (son las 12.40) sobre la hora prevista. El vino que nos ofrece Antonio nos abre los ojos, comprobamos que la cosa no está clara y huimos monte arriba por las mismas escaleras por las que minutos antes habíamos estado a punto de desgraciarnos.

 Por increíble que parezca hace calor. Los forros polares y los anoraks pasan a nuestras mochilas. Marchamos a paso vivo, felices y contentos de estar en este lugar tan hermoso y solo se nos escapa alguna lagrimilla cuando pensamos en los Ausentes.
Vamos dando cuenta de nuestra ruta. Hablamos de nuestra próxima salida a Alicante y nos distribuimos en los coches de quienes, con sin igual generosidad, los ofrecen a sus compañeros. Avizoramos La Atalaya, desmesurada cumbre torre incluida que nos abruma con su altiva majestuosidad. Comemos sentados en un Vértice de Triangulación Geodésica disfrutando de la buena temperatura y de un sol que, aunque invernal, acaricia nuestras ásperas epidermis con manos de doncella calentorra.

Ahora es todo o casi todo cuesta abajo. Cuando nos creemos victoriosos, Ignacio -¡de nuevo Ignacio!- nos lleva por senderos escabrosos y nos empuja a atravesar selvas erizadas de pinchos afilados como estiletes de asesino a sueldo. ¿A qué se debe esta contumacia en apartarnos de las cómodas veredas y llevarnos por senderos de perdición? ¿Nos odia tal vez? ¿Algunos bandoleros amigos suyos nos estaban esperando escondidos en la espesura pero no se atrevieron finalmente a gritar el “¡Arriba las manos!”? No podemos dar una respuesta coherente a tan delicado enigma aunque prometemos una investigación a fondo del problema.


Por fin llegamos a los coches. Salva, dispuesto a todo, se saca una carpeta gigantesca del bolsillo y nombra a Braulio Embajador Plenipotenciario en la República de Alacant y a José Luis H Gerente y Tesorero de la Santa Compaña.

Rafa queda encargado de proponer una salida para la próxima semana y nos despedimos con el cariño de siempre.


Desnivel: 380 m. Kilómetros: 17. Tiempo de Marcha efectiva: 4 h y 30´


domingo, 10 de febrero de 2013

Cerro de San Pedro (2)

Anotaciones complementarias a la crónica de Salva


Querido Rodrigo:

No quería dejar de ilustrar - como el trabajo infantil de colorear - la cumplida crónica de esta salida al monte.


1. "Los mierconistas giran a su izquierda y caminan con su alegría habitual por una pista de tierra". De allí, recuerdo una muy ilustradora y estimulante conversación con Antonio acerca de diversos hallazgos gastronómicos, en especial el de un fiambre de manitas de cerdo, el de un acompañamiento poco habitual para las alcachofas y el de una lograda menestra de verduras. Le rogaré, más adelante y con libreta de apuntes en la mano, que me refresque la memoria. ¿Augurio de la distinción que se le otorgó en la comida?


2. Siento no recordar quién de entre los mierconistas hizo alarde de fantasía comparando la silueta de unas imponentes rocas que flanqueamos con la de un castillo, quizá con el de Manzanares el Real. Y es que estos paseos estimulan las ensoñaciones más candorosas, lejos de tanto pensamiento mundano y frívolo o amarga cavilación sobre los tiempos que corren.
3. "Para amenizar la subida nos dedicamos a saltar tapias una y otra vez". El ejercicio de saltar tapias es más peligroso que muchos pasos de escalada en la cara norte del Eiger, y es que las paredes de "piedra seca" así llamadas, tienen una tradicional tendencia a desmoronarse al paso de hombres y bestias dando lugar a "portillos", que tanto perjudican a los ganaderos, y a dejar caer sobre los pies del transgresor enormes meños o pedruscos, con grave riesgo de inflamación del dedo gordo. El caso es que la obediencia de los mierconistas a las rígidas indicaciones del gps o "astrolabio equinoccial geomórfico" provoca este tipo de resabios mecánicos que obligan a rectificar la rutas dos metros más a la izquierda o tres metros más a estribor, por miedo al extravío y acabar dando con los huesos en Socuéllamos en lugar de arribar a Burguillo del Arzobispo tal y como estaba previsto. Hay que señalar, sin embargo, que el paso o salto de paredes da lugar a situaciones propicias al ejercicio de la sincera camaradería, manifestado en ofrecimientos de manos y apoyos o indicaciones como "pon aquí el pie" o "cuidado con esa piedra, que se mueve". Así la cohesión del grupo crece y se suscitan sentimientos de autosatisfacción tipo boy scout con los que regresar felices a las asperezas de la vida cotidiana. 
 4. Conforme la subida progresa por "la mansa arista", la vista de la sierra, con la Pedriza en primer término, se agranda y permite valorar en su justa medida la sabia elección hecha por Salva de nuestro destino de hoy: aquí luce el sol y allí se desploman enormes nubes preñadas de temporales, ventiscas y aguaceros. Las miradas de los mierconistas, cuando se apartan brevemente del lugar en que posar el próximo paso, se recrean en las bellezas de las cumbres lejanas, de la base de las FAMET o del centro penitenciario de Soto del Real, que ya se sabe que hay gustos para todo..

 5. "¡Ya vemos la cumbre!". La cumbre del cerro de san Pedro se compone de una cumbre propiamente dicha, habitual en la mayor parte de los montes, un torreón o torre de señales, un hito cilíndrico que señala la localización de un vértice geodésico y una antena de telecomunicaciones. Todo lo cual a mí me parece excesivo mobiliario para una cumbre.¡Servidumbres de la civilización!

 6. "Los once héroes - bueno: los diez héroes y un réprobo - nos reunimos al ladito mismo de la torre...". Lo de los diez héroes estoy seguro de que se trata de una licencia poética tan propia de las personas propensas al hacer literario y a los buenos sentimientos. Al menos se puede apreciar, en cualquiera de ambas fotografías, que los retratados no parecen conscientes de su propio heroísmo. Desde aquí quiero agradecer a José Luis de A. su detalle para con el fotógrafo, aportando el famoso punto rojo que tanto anima la escena, en estos tiempos en que predomina en la prenda de montaña el color de luto o el de alivio de luto.

 7. Algo que los miembros del grupo se perdieron, excepción hecha de Joaquín y del que esto suscribe, fue la arqueta que contiene el libro de firmas de la cumbre. En perfecto estado de conservación, indica en su cubierta "Una vez terminado, entregar en la sede de la A.C. ... ilegible...San Pedro, C/ Alférez Palacios nº ¿4?- C. Viejo - Madrid-". Como todavía quedan bastantes páginas en blanco, nosotros dejamos constancia para la posteridad de nuestra visita, con los nombres de nuestro grupo y de cada uno de sus componentes. 

 8. Ignacio, oportunamente, se encargó de señalar el ambiente tibetano de la cumbre del cerro de San Pedro creado por un remedo de las  banderas de oración tan típicas del Himalaya, atado a los restos de un alambre de espinos y desgarrado y deshilachado por el viento. Bienvenido sea el detalle, en todo caso de mejor índole e intención que el alambre que lo sustenta, inútil estorbo en un lugar solamente propicio para elevar la mirada al cielo.

 9. Magnífica presencia la de las montañas y también magnífica la del trazado de la línea del AVE entre los túneles de San Pedro y de Guadarrama. Omito consideraciones económico - políticas y sobre la utilidad - conveniencia - oportunidad de la obra. Solamente destaco la importancia del empeño, la capacidad humana para acometer tales empresas, la competencia de los ingenieros que la concibieron y llevaron a término. A mí, es que esto de la ingeniería me emociona. Los que me conocen lo saben.

Desde este punto hasta el final del recorrido, lo de "el viento nos azota", "Jesús, María y José, ¡qué ventarrón" y "un huracán nos golpea de frente arrojándonos a la cara polvo, arena e incluso algunas piedrecillas"

De nuevo me ha fallado el vídeo de la cámara; tendré que mirarlo mejor. Si no, se hubiese visto a algunos mierconistas trastabillando, tropezando, titubeando, incluido el escribidor, tal era la fuerza del viento. Destaco que el grupo se detuvo para esperar a los que, por culpa del libro de la cima, se habían retrasado.

 10. Al lado de los coches, se sustituyen calzados y se hace el recuento de enseres, no fuera que el viento se hubiera apropiado de alguno. Pedro, hoy, no ha dicho nada de su tobillo y solamente trajina con la capucha de su anorak en un gesto que parece el saludo de un expedicionario a la Antártida. Un arco iris hacia Buitrago compone el gesto necesario para un final feliz y confirma lluvia en la vertiente sur de la sierra.

 11. Ya en la casa de comidas, Salva procede a la entrega de títulos. Los comensales, del mismo modo que el arco iris antes, componen el gesto ante la solemne ocasión. El título para Antonio reza así: "La Real Academia de Ciencias, Artes y Actividades Afines de Burguillo del Arzobispo, reunida en Sesión Plenaria con la ausencia de la totalidad de sus miembros por estar de vinos y tapas por las tascas de la localidad, acuerda conceder el Gran Premio de Gastronomía Rural a Don Antonio C. como reconocimiento a su genial creación: "Mousse de cornamusa palatina al escabeche bávaro con salpicón de carpeta caramelizada, con aroma de esencia de menisco y dispuesta sobre lecho de pelusa inguinal de ornitorrinco murciano". Y para que conste donde al homenajeado convenga expedimos el presente el 6 de febrero 2013. El Secretario, quien por no saber firmar pone su marca.· El emotivo acto finaliza con la imposición de la encomienda de la orden en forma de cuchara de palo.

Como siempre, un fuerte abrazo.

PD. Estuvimos en el cerro, Antonio, Braulio, Gonzalo, Ignacio, José Luis de A., José Luis H., Pedro, Rafa, Salva y el que suscribe.



jueves, 7 de febrero de 2013

6 de febrero de 2013, CERRO DE SAN PEDRO

CRÓNICA DE URGENCIA.  7/2/2013, 19h. Salva me remite anoche, apenas seis horas desde el fin de la excursión, esta crónica, a la que doy entrada en el blog.

  • ¡10.30 de la mañana. Frío, sol y viento. Once esforzados mierconistas se congregan en el Alto del Mojón para realizar una ruta circular que culminará en el Cerro de San Pedro. Hacen su aparición las prendas de abrigo más diversas ocultas desde hace años en el fondo de las mochilas. 
  • ¡En marcha! Ignacio y Salva se han liado un pelín – el Muriel, sin duda – y empiezan a andar justo en la dirección contraria a la debida. Es broma: se trataba de un pequeño rodeo para hacer más completo el itinerario. 
  • Un buen trecho más abajo de donde han dejado los coches, los mierconistas giran hacia su izquierda y caminan con su alegría habitual por una pista de tierra que conduce, según afirman algunos, a Burguillo del Arzobispo. 
  • Tras algunas subidas y bajadas llegamos a la mansa arista que desciende en dirección Sur desde la cumbre. Para amenizar la subida nos dedicamos a saltar tapias una y otra vez, con lo que todos, menos Joaquín que farfulla no se sabe qué de la íntima relación entre el deporte de la montaña y el masoquismo, se lo pasan la mar de bien. 
  • Piscolabis sobre las 12.30. El día, aunque soleado, es tan desapacible que lo tomamos en pie, al socaire de unas rocas de aspecto pedricero. Prosigue la ascensión sorteando riscos inaccesibles y barrancos estremecedores. 
  • ¡Ya vemos la cumbre! Joaquín afirma solemnemente que está lejísimos y que está harto de patearse la Madre Naturaleza. Minutos después los once héroes – bueno: diez héroes y un réprobo – nos reunimos al ladito mismo de la torre de señales levantada hace cientos de años sobre la misma cumbre. El viento nos azota y se nos está haciendo tarde para comer en Colmenar. 
  • Iniciamos el descenso. ¡Jesús, María y José, que ventarrón! Nos cruzamos con una chavala que afirma haber subido hasta la cumbre en solo 25 minutos. Lo cierto es que la mayor parte del tiempo iba corriendo. 
  • Sigue el descenso. De pronto, no lejos de los coches, un huracán nos golpea de frente arrojándonos a la cara polvo, arena e incluso piedrecillas. Proseguimos como buenamente podemos y muy poco después saltamos con la agilidad acostumbrada la última de las tapias del día. 
  • Ha terminado la excursión. Sin perder tiempo, nos vamos para Colmenar Viejo donde hemos apalabrado un festín – léase “plato del día” – en el Restaurante Los Ocho. 
  • En cuanto nos sentamos, el pesao del Salva entrega un diploma a Antonio Casaos como reconocimiento a su buen hacer culinario. Después y como por sorpresa, entrega otro a Paco MC por el que se le nombra xxx (el editor omite el título del nombramiento por palmariamente inmerecido). 
  • La comida bien aunque el vino nos hace añorar el sabroso Muriel y a Aurelio Ulibarri. Abrazos, besos, promesas de amor eterno… ¡Hasta el miércoles 13 de febrero!

viernes, 1 de febrero de 2013

30 de enero de 2013. COLGADIZOS (casi)

Querido Rodrigo,

Ya sabes que esta salida no tuvo lugar el día en que se había previsto, es decir, el 23 de este mes. El frío, las nevadas, y el agua en un caso particular, dejaron a los mierconistas en casa excepto a los tres más arrojados, que pasearon hasta un sifón, no me preguntes de qué tipo. Pues bien, la excursión a Colgadizos, monte de extraña denominación por tratarse de una redonda, extensa y pelada cima, ha tenido lugar el miércoles 30. Se daba así satisfacción a José Luis H., muy interesado en conocer la acebeda de Robregordo. Lástima que, al final, José Luis no pudiera venir por tener que someterse a manipulaciones médicas de menor cuantía. El caso es que el grupo estuvo muy nutrido: nueve nada menos. A saber, (y esta vez utilizaré el orden alfabético porque ya vamos siendo mayores y el que se pica ajos come) Braulio, Gonzalo, Ignacio, Joaquín, José Luis A., Pedro, Rafa, Salva y el que suscribe que, por buena educación de las de antes, se pone en último lugar aunque, por el orden antedicho, no le correspondiera.

Un día precioso
La agrupación de vehículos se realizó en Cotos y de allí se partió pasadas las 10 y media de la mañana. No la mala intención, sino la mala cabeza propia de la sexalescencia, hizo que, en el café habitual, celebrado en la gasolinera de la rotonda de entrada, algunos de los asistentes fueran obviados u olvidados. Y es que hay que afinar, que ya hay bastante de zafiedad y descortesía en derredor. Ya en el "área recreativa" de Robregordo se nos unió José Luis A., dando ejemplo de buen ánimo y mejor disposición. Añado que Pedro arrastra dolencia de tendón en un pie y que tampoco le hizo ascos a la convocatoria. 

Pero ya está bien de sentidos prolegómenos. El día estaba precioso, con buena temperatura y una mezcla de sol y nubes muy apropiada para caminar felices y para hacer fotos. Ya recordarás: primero unas suaves pendientes por caminos bien trazados, en los que todavía estaba presente la nieve de los pasados días; luego, ya en el bosque, el sendero, mejor, el cortafuegos por el que subimos, se hace más pindio como dicen en tu tierra asturiana y en la cántabra. La nieve abundante entorpece un tantico la subida. Rafa y Pedro encabezan la marcha a buen ritmo. Hablando de encabezar, debe dejarse constancia de que el tratamiento que Rafa sigue para la corrección de leves padecimientos en la superficie de su noble cabeza, le está provocando la aparición de una suave pelusa blanca muy apropiada a su elegante condición: él no se lo cree. Hacia las 12,30 se hace la parada del piscolabis, que desde hace ya algún tiempo debería llamarse, más descriptivamente, la parada del plátano con almendras.

El Arranque
Estos paseos, en los que no abundan las distracciones arquitectónicas, son muy propicios para las conversaciones en terreno llano y para la meditación silenciosa en terreno escarpado. De las meditaciones sólo podría darte cuenta de las mías que, por insustanciales, omito. De las conversaciones, que siempre son ingeniosas y enriquecedoras, destaco las que se mantuvieron sobre la preparación de la excursión de Alicante, con detalles trascendentes sobre la calidad de las paellas, el reparto de vehículos y las horas de salida y de regreso.

Caminos nevados
Un saludo al del trópico
"Cumbre" de la Cancha


Cerca ya de la divisoria entre Segovia y Madrid, José Luis A. decide esperar nuestra vuelta de las cumbres. Algo debió atraer allí su atención. Su plácida sonrisa y respirar pausado no permitían suponer otra cosa. Menos que nada, que estuviera cansado. El grupo se reúne en la cima (?) de la peña Cancha, un llano similar al terreno de juego del Nou Camp excepto por los pedruscos que lo salpican y la ausencia de Messi. Mientras Rafa trata inútilmente de obtener compañía para "coronar" Colgadizos, hermano gemelo idéntico de la Cancha solo que un poco más alto, el resto del grupo departe animadamente y hace votos por la prosperidad del Presidente de Panamá. Joaquín, por su parte, profiere veladas amenazas contra el organizador de la excursión por motivos que aún no se me hacen patentes.

¿Pingüinos o pitufos?
Una vez reunidos con José Luis, seguimos bajando hasta encontrar una pila de troncos que sirven de asiento en el que disfrutar cómodamente del frugal condumio. Hoy he decidido honrar la memoria de Antonio, ausente, abriendo una lata de sardinillas para hacerme un bocata. El aseo necesario de la operación requiere del contenido completo de un paquete de pañuelos de papel. Al final de la comida he tratado, querido Rodrigo, de dedicarte un cariñoso recuerdo del grupo en forma de saludo grabado en vídeo, pero mi impericia en el manejo de esa función en la cámara me lo ha impedido, otra vez será. Sí puedo adelantarte que la vocación de los mierconistas hacia las artes escénicas es escasamente descriptible.

El toque de color
El descenso es siempre menos fatigoso que la subida, pero puede estar lleno de emociones. Un escalón más pronunciado en el nevado cortafuegos provoca en el grupo una combinación de audaces contorsiones y pasos lentamente oscilantes. Ignacio declara: 
Enigmáticas expresiones .
"¡parece un grupo de pingüinos! ¡grábalo!" Salvado el imponente obstáculo, el resto de la bajada es un camino de rosas. Un bosque nevado primeramente y la travesía de un acebal desprovisto de sus bonitos frutos rojos -algunos todavía dan una nota de color en el suelo a las hojas caídas- después, rematan esta bonita excursión.
Los pies de Pedro

Junto a los coches, se cambian las botas, mojadas en su mayoría excepto las que hoy ha estrenado Ignacio, por un calzado más cómodo. Pedro ha sustituido -o complementado- el dolor de su tendón de Aquiles por el de una torcedura de tobillo y es que algunos son fieles a sus hábitos lo que aumenta la admiración que les es debida. En las despedidas, se invita a Salva a que organice el próximo evento. Joaquín musita sonriente algo referente a que su venganza hará época, mientras Braulio le escucha perplejo.

Ni que decir tiene que te hemos echado mucho de menos.

Un abrazo.