martes, 26 de diciembre de 2017

20 de diciembre de 2017, CAMINO DE SANTUIL

Caminito de Santuil allá que nos vamos para recibir las Navidades y despedir al año, con algunas ausencias destacadas que sentimos por motivos que sentimos más aún. Una preparación cuidadosa barajando diferentes opciones, hasta decidir ésta, con paseo liviano y comida de hermandad rematada abordeturrones.

En esta foto, hecha en el punto de partida, se puede ver la expedición al completo, aunque sea con el cronista virtualmente presente detrás de la cámara. No están ni Gonzalo, ni Pedro, ni Braulio, cuidando de otro o cuidando de sí mismos, lo que, bien mirado y la intención en su sitio, es la misma cosa. Entre los presentes están José Luis A., que hoy no solamente se nos une sino que se ha hecho responsable de la organización de la comida, y Paco A., venido del Levante para pasar estas fechas cerca de su tierra y de los suyos y de nosotros, también suyos.



El gran edificio blanco que sirve de fondo a la foto de grupo es la antigua estación de Gascones - Buitrago, hoy en desuso, que lo que se lleva es la alta velocidad. Hace nada que han sido las 10 y media de esta mañana de tiempo sereno y temperatura que no llega ni a la categoría de fría.



Mucha pista o todo pista para andar entre robles, primero, y entre pinos más adelante. Entre la primera de las fotos de encima de estas líneas y la segunda hay tres cuartos de hora de diferencia y casi ninguna diferencia en lo que importa, que son las ganas de caminar y de charlar y de verse. Antes de las 12 hacen su aparición otras ganas que son las del piscolabis, esa cosa de impreciso significado hasta que Salva hizo con el término lo de la Academia, limpiarlo de impurezas, fijarlo y darle esplendor, aunque en esto último no tanto como Ignacio con sus bolitas de queso. Pregunté a Rodrigo si tenía algún motivo para separarse del grupo en tan especial ocasión y me dijo que no, que es que había caído allí y allí se quedaba.



Confieso guardar una memoria borrosa del motivo por el que, tras dar buena cuenta del condumio, se decidió abandonar el proyecto inicial de paseo y tomar las de Villadiego. Supongo que se trataba de no dejar enfriarse el asado que José Luis había encargado en Gascones para una hora bien concreta. Luego, por aquello tan nuestro de seguir al milímetro las rutas indicadas en el astrolabio geomórfico equinoccial vulgo gps, algunos abandonamos la pista y hacemos un recorrido paralelo, más arriba, en pleno bosque pero sin perder de vista al grueso de la expedición y que nadie se me de por aludido. Los de la pista se pierden la aspereza del camino, el tropezón con las ramas caídas, la vecindad peligrosa de una alambrada, el crujido de las piñas secas bajo las botas y esas menudencias que hacen de la vida de los miércoles una cosa tan interesante.



En la enumeración anterior se me ha pasado mencionar el gran atractivo de las contorsiones necesarias para superar la barrera interpuesta por un tronco muerto. Menos mal que la fotografía está para eso, para mostrar a José Luis cavilando la forma eficaz y al mismo tiempo elegante de tramitar el obstáculo. También está la fotografía para reflejar el momento en el que el bosque queda detrás, justo donde hay unas ruinas de cabañas de pastores o de hombres armados (en la paz como en la guerra), y el grupo disidente vuelve a la segura pista.



Con tiempo sobrado para cumplir con el compromiso adquirido con el mesonero, se desanda la última parte del camino, se cambian las botas por un calzado más ligero, se llevan los coches hasta Gascones y se estacionan en las cercanías de la casa de comer bien Arandinos Peña Collaspino. Allí, Javier, el mesonero conocido de José Luis A. que abrió las puertas de su casa para acoger a nuestro grupo, nos sirvió unos entrantes muy ricos y un asado de cabrito notable cum laude, amén de vinos generosos, en sana competencia con el muriel de Aurelio, y postres golosos. Rodrigo y Antonio nos obsequiaron con chocolates, pastas, polvorones y otros dulces de navidad.



Salva, por su parte, felicitó la Navidad con un christmas chorreante que permite dudar de sus buenos deseos y dedicó a cada uno un ejemplar de su novela "Con flores a María", obra de título equívoco y contenido reservado. Todos se lo agradecimos mucho.

Y este cronista también queda particularmente agradecido a José Luis A. por guiarle, una vez finalizada la comida, hasta el Centro de Salud de Buitrago para que le suturaran con esmerado punto de cruz un siete en la palma de la mano lucrado en singular combate con una rama quebrada y alevosa. Tanto José Luis, como Salva y José Luis H. velaron hasta el final la compostura y apoyaron cálida y cariñosamente al paciente. ¡Muy Feliz Año Nuevo a todos!

domingo, 17 de diciembre de 2017

13 de diciembre de 2017, EL CAMINO DEL FAUNO

Ocupaciones varias impiden a este servidor de ustedes unirse hoy al paseo. Y bien que lo he sentido a la vista del espléndido día de nieve y fantasía. José Luis H. toma la pluma y deja en nuestro libro de bitácora esta detallada crónica que Ignacio se encarga de enriquecer con sus fotografías. ¡Qué descanso éste de contar con tan excelentes y puntuales miembros del equipo de redacción! 


En la cafetería Las Farolas, situada al borde la antigua N- VI San Rafael (Segovia) nos reunimos hoy convocados por Rodrigo para hacer la ruta denominada “El Camino del fauno”, al parecer en recuerdo de la película "El laberinto del Fauno" rodada en estos parajes hace algunos años. En esta ocasión acudimos, además de Rodrigo, Gonzalo, Aurelio, Ignacio Antonio, Rafa y este cronista.
La cafetería está situada justo enfrente de la Calle Carlos Mendoza en donde aparcamos y desde donde iniciamos el camino tras los necesarios preparativos. El día se presenta atractivo, con frío nada exagerado, y con posibilidades de nieve en el camino. Cierta división de opiniones respecto de la necesidad de polainas, así que: cada cual a su aire.

Los primeros metros transcurren con normalidad a través del GR 88, que seguiremos en una parte importante de día. Vamos bordeando primero el colegio y polideportivo municipal y más tarde la Cerca de las Monjas, hermoso muro de piedra bastante bien conservado. Enseguida llegamos al lugar marcado en el plano como Explanada Fauno a la altura de la Fuente del Carnero donde empezamos a ver nieve en campos y vegetación.



Hay hasta tres posibles pistas a seguir y nos adentramos por aquella que parece la buena. No obstante, pronto nos damos cuenta que la cosa no está clara. Hacemos sucesivas maniobras de corrección de la marcha atendiendo a las indicaciones de nuestro rutero oficial ante el asombro de algunos de nosotros.



Nada importante que Ignacio define así: siguiendo las huellas del fauno nos fuimos por los cerros de Úbeda. Menos mal que pronto identificamos la causa del problema: las pilas del GPS compradas en el chino. Afortunadamente el líder pudo poner orden en la manada y consiguió abortar el kaos. Rápidamente encontramos “el camino verdadero” y comenzamos la subida hacia el objetivo del día.
Alcanzamos otra pequeña planicie y allí nos hacemos una primera foto de grupo. A estas alturas todos echábamos de menos a ese ser mitológico que tiene figura humana, cuernos y patas de cabra, que habita los campos y selvas de los mitos. No sé cómo lo consiguió Salva, nuestro especialista en las cosas del más allá. Tal vez conoce algún conjuro no confesado. Lo cierto es que, de pronto, ahí estaba como un mierconista más el tal Fauno.



A cada paso que damos la nieve está más presente, el paisaje es formidable y el clima no tiene duda. Sin embargo comenzamos a ver un poco de niebla en las cumbres que amenaza con extenderse. Pronto nos damos cuenta que hoy va a resultar difícil encontrar un sitio cómodo para tomar el piscolabis al modo que gusta este grupo. Todo está cubierto con una capa de nieve. También las piedras que pueden ayudar al descanso de estos guerreros. Tras pasar un torno cuenta-mierconistas encontramos un sitio adecuado para tal fin aunque hoy el refrigerio habrá que tomarlo a pie firme, salvo algunos que no se resisten a limpiar una piedra y acomodar allí sus posaderas.



A estas alturas del día en esta zona se ve el sol que ilumina nuestra estancia y también calienta un poco la nieve depositada en los árboles. Se está mejor fuera del alcance de los grandes goterones que caen de sus copas. Repuestas las fuerzas nos disponemos a seguir la marcha con mucho ánimo.



El paisaje tiene cada vez más belleza, tanto por la nieve que cubre los caminos y la vegetación, como por la presencia de riachuelos por los que empieza a discurrir un poco de esa agua que tanto hemos echado de menos en estos últimos meses.



En un claro del bosque nos hacemos otra foto de grupo, esta vez ya sin la presencia de Fauno. Tal vez no le gusten las alturas.



Hoy no contamos con la presencia de nuestro cronista titular. En cambio sí disponemos de un maestro fotógrafo de excepción que no suele prodigarse en estas cosas de las crónicas porque lo suyo es el arte. Hoy nos echa una buena mano y por lo tanto agrada incluir alguna de sus fotos artísticas de estos parajes.



A medida que seguimos subiendo dejando la umbría del Hornillo a nuestra derecha, la niebla se hace cada vez más espesa. Cuando llegamos al Collado del Hornillo cae ya una lluvia fina pero intensa a modo de orballo, sirimiri o algo parecido, que el término calabobos tiene muchas acepciones y ortografías distintas en los diferentes idiomas y dialectos de esta tierra. Nos agrupamos y reunimos bajo un bonito árbol para protegernos de la lluvia.



No parece ser una buena idea porque los goterones que caen de la nieve que se derrite de las ramas mojan bastante más que a campo abierto. Aquí se trata de decidir qué hacemos. Los hay con ganas de seguir… El refugio de la Salamanca está cerca. Estamos al borde de la vieja carretera que une el Alto del León con Peguerinos. Digo vieja por sus años y por su estado, pero también porque es una vieja amiga de distintas marchas realizadas por esta zona. Otros opinan que lo mejor es regresar y buscar un sitio agradable y seguro para comer. Estos últimos ganan la partida y emprendemos el regreso por el mismo camino; aproximadamente.

Bajando, bajando, el sitio deseado no aparece. La niebla ha ido descendiendo, acompañándonos, pero ya no llueve. El ánimo es bueno. Incluso, en algún momento, contamos con el acompañamiento musical navideño a cargo de un espontáneo “orfeón” de algunos mierconistas de buen gusto y mejor voz. Así llegamos de nuevo, ahora para comer, al lugar donde habíamos tomado el tentempié del mediodía. No encontramos sitio mejor. Durante la comida no falta el Muriel y las informaciones necesarias del guardián del espíritu mierconista acerca de la próxima jornada en la que celebraremos la tradicional comida navideña precedida de un ligero paseo.





Tras la comida, los complementos habituales y algunos extraordinarios que disfrutamos unos minutos. El frío y a humedad aprietan y hay que moverse pronto. Ahí queda una pequeña foto artístico-anecdótica de la jornada en el lugar de comida.

Durante gran parte de lo que queda de bajada nos acompaña una densa niebla que aporta un toque de belleza al paisaje. También alguna molestia.



La jornada toca a su fin. Nos despedimos echando de menos a los que no han podido venir. Esperamos reunirnos todos el próximo miércoles.