lunes, 27 de marzo de 2017

22 de marzo de 2017, DE BATRES A LA VILLA ROMANA DE CARRANQUE

Donde se da cuenta del grato paseo que este grupo de amigos dio para visitar las ruinas de una villa romana, en un día más bien nublado y ventoso que se remató abordemanteles mientras fuera llovía como en Panamá, pero con agua fría.


Querido Rodrigo,

Me ha gustado mucho la segunda entrega de tus "Crónicas desde el calor", tan exuberante, profusa y colorista, tan vital. Me parece necesario corresponder, bien que con esta otra perspectiva del mundo: pon viento fresco y cortante, en lugar de brisa perfumada; pon llanura infinita que apenas verdea, en lugar de aguas cristalinas de color verde-mar; y por encima de todo, rotundamente, pon nombres como Gonzalo, Aurelio, Antonio, Ignacio... en lugar de Beby y Bebito, Chichi, Mimito, Bolo, Pepi y Pipi. Pon también, es lo que hay, una crónica enteca y descarnada como una cárcava, en lugar del bullerengue y los sismos temblones de la tuya, con su seco herrerano y sus urólogas y sus lo-que-sea Fonsecas de pacotilla. ¡Ay, el calorcito y como cambia el paisaje y el paisanaje!

A causa del tiempo, que se ha enfriado notablemente y dejaba nieve en la sierra, Ignacio ha propuesto un paseo desde Batres a Carranque, en la raya de Madrid con Toledo, tan de secano. Batres es un pueblo pequeño y muy bien apañado, en el sur de Madrid. Batres tiene un robusto castillo y una coqueta plaza. Tiene seguramente otros atractivos que no llegamos a conocer por la brevedad de nuestra estancia entre sus calles, pero que este cronista de ocasión anima a otros a descubrir en la confianza de que cumplirá con creces.

La coqueta plaza de Batres

Orilla de la plaza hay un bar que sirve cafés. El café, en esta mañana, apetece bien caliente. Antonio comparte con el cronista una tostada, pero Antonio la toma con tomate y el cronista, con aceite a falta de mantequilla.



Lo que te digo. Cielos con nubes abigarradas y un relente que cortaba. Una pista de tierra una vez que abandonamos la carretera de asfalto, que tan fea queda para las fotos. Ignacio ha tenido la gentileza de trazar la ruta fuera de los núcleos poblados, buenos para habitar pero malos para andar los miércoles. Uno de ellos, que bordeamos, se llama Cantoblanco, original nombre que me suena y seguramente a tí también.



El campo, esa planicie infinita que decía antes de forma tan cursi, no está feo. A este cronista le gusta la austeridad del paisaje que verdea, de Castilla, mejorando lo presente, sea el verde lujurioso de Panamá -otra cursilada-, sea el verde profundo y montañoso de Asturias, tu tierra, mi otra tierra. Por ahí abajo hay una yeguada que Ignacio visitó el pasado fin de semana y que le sirvió de inspiración no solamente para trazar este paseo sino para esas fotos maravillosas que hace y que ya echo en falta.



Aquí tienes la expedición al completo, en una plataforma que domina la llanura, y cada uno a lo suyo. De izquierda a derecha: Joaquín, Ignacio, Pedro, José Luis H., Antonio, Gonzalo, Aurelio y este cronista que queda detrás de la cámara. En el horizonte, cuando amplíes la foto, un pequeño trazo blanco sitúa el sitio arqueológico al que nos dirigimos.

Las cárcavas de Los Corrales

Tengo que decirte que la foto de las cárcavas de los Corrales está retocada. Me ha dado vergüenza enseñarte -a ti y a los millones que nos visitan- los vertidos de basuras diversas que algún desaprensivo ha arrojado allí. Si uno, en lugar de cronista de ocasión, fuera periodista, también le molestaría mostrar la mucha basura de toda traza que se arroja cada día en nuestra sociedad, pero lo haría. De manera que esta es una ocultación inocente y de motivos más estéticos que éticos.



Llegados al cauce del río Guadarrama, toca bajar, cruzarlo y visitar las ruinas del palacio y villa romana. En esta orilla del río hay un bonito pinar, como puedes ver, y una cuesta abajo para la pizca de aventura.



Para entrar en el Parque Arqueológico de Carranque, sito ya en la provincia de Toledo y, por lo tanto, bajo los auspicios de la Comunidad de Castilla - La Mancha, hay que atravesar un puente colgante sobre el río Guadarrama que ya quisieran los de Bilbao y los constructores del acueducto de Segovia. Luego hay que pagar cinco euros, lo que está bien si se trata de contribuir al mantenimiento del parque, aunque no tanto si de costear el excesivo puente se tratara. Como es de mucha maravilla lo que se puede ver allí, lo dejo para que explores internet y lo mires o, aún mejor, para que vayas cuando puedas y lo ad-mires. Es muy asombrosa la villa de Materno (el romano que la poseyó y habitó) y no menos el palacio para recepciones, cultos y otros saraos. Todo presente en forma de restos y huella de las respectivas plantas pero abierto a las explicaciones que dan los expertos y a la imaginación de los visitantes. También muy asombrosos los mosaicos que tapizan el suelo de varias dependencias y que Ignacio ha fotografiado muy pulcramente. No esperes encontrar información en las leyendas de los soportes de carteles que salpican todo el recinto: no existen, arrancados por la intemperie y la desidia. Seguramente los cinco euros no son suficientes para reponerlos, ahora que las empresas patrocinadoras del Parque deben estar tan agrietadas como el cartel que las publicita. Allí mismo, en unas mesas y bancos corridos de madera, al fresco, damos cuenta de un sucinto piscolabis que nos permita más tarde hacer los honores al bordemanteles.



Junto con una vista de las ruinas de la torre del "palatium", te enseño el río Guadarrama y una nostálgica chopera a la orilla del río. Por ahí volvemos de nuestra visita, concluida cerca de la una de la tarde. El resto del camino, sin mayores sobresaltos y con las habituales conversaciones. Como te he anticipado, el paseo de hoy finaliza con comida en un restaurante que también Ignacio ha inventado, en un pueblo llamado Moraleja de Enmedio. No puedo añadirte nada sobre el pueblo porque llovía mucho y no era cosa de seguir paseando. Tampoco puedo decirte enmedio de qué, aunque si miro un mapa pienso que será en medio de Arroyomolinos y Humanes, pero vaya usted a saber.



Ya sé que no he llegado a la altura de tu segunda crónica del calor de este año y lo digo muy de verdad, pero, como se dice ahora, esto es lo que hay. ¡Que ya vamos teniendo ganas de verte, Rodrigo! Así que, que te cuides mucho y que vuelvas pronto y con bien.

Con un gran abrazo.


lunes, 20 de marzo de 2017

15 de marzo de 2017, EL REBOLLO DE LA MALEZA... APROXIMADAMENTE

Paseo sencillo, donde toda la subida se resuelve al principio. Las mejores vistas del valle de Lozoya. Abundante en sombra de pinar, aunque no todo. Con el mapa de Ignacio, unas fotos y dos o tres párrafos, queda todo dicho.


Por las pistas que voy obteniendo parece que ninguno de esos esquivos, huidizos y aprisionados árboles de las fotografías es el "rebollo de la maleza", ejemplar catalogado como singular por la Comunidad de Madrid, y que era el lema y destino de nuestro paseo de hoy.



El "Rebollo de la Maleza" dicen que se encuentra en la ladera septentrional de la sierra, la que mira hacia Lozoya. Se trata de un árbol viejo de tres siglos, de grueso tronco y ramas retorcidas. El pobre está en medio de un espeso bosque de pinos, que lo encierra como entre barrotes tal como a alguno de sus congéneres de las fotos de arriba, y no entre maleza que es otra cosa bien diferente. Ninguno de ellos es el auténtico, hoy remiso a nuestra búsqueda y supongo que tan pancho, aunque cerca le hemos andado o quizás por eso.



El paseo comenzó algo antes de las 11 de la mañana desde el aparcamiento del Área Recreativa Peña Alta, en la carretera del puerto de Navafría, después de haber pasado por Lozoya. Se atraviesa un pinar de troncos muy rectos, salpicado por retamas y algunos robles, primero hacia el este y luego hacia el norte, por una muy pronunciada ladera, hasta llegar al Camino Horizontal en las inmediaciones de la Fuente de las Víboras. Tramo sin sendero aparente, en el que hay que no hay que perder el rumbo ni dejar que se agote el fuelle. Quiero decir que conviene seguir en dirección a la mencionada fuente y no dejarse ir demasiado hacia la izquierda o la derecha y hacerlo con paso corto y regular, que la pendiente es fuerte y aún queda mucho trecho por recorrer.



El Camino Horizontal es una ancha pista, muy fácil de seguir, todo hacia el este en nuestro caso, con tramos de espléndidas vistas sobre el valle de Lozoya cuando lo permite el bosque circundante. En uno de esos claros, hacemos el alto para el piscolabis, con la vista de la Cuerda Larga enfrente, detrás del valle y por encima del embalse de Pinilla.



A eso de la una de la tarde damos con otro buen mirador, más orientado hacia el este, con la sierra de la Cabrera lejana por encima de Garganta de los Montes. Allí nos quedamos un rato, casi todos mirando, que es lo que se debe hacer en un mirador, salvo originales excepciones.



El almuerzo tiene lugar a las dos y pico de la tarde, en otro lugar con vistas y con rocas bien mullidas para una siesta que no llegó a hacerse.



La búsqueda del rebollo de la maleza nos hace a algunos salir del camino y descender unas cuantas docenas de metros en paralelo al arroyo de la Mata. Uno de los árboles de la foto con que se abre esta crónica, concretamente el primero, es el único rebollo que se encuentra en el lugar indicado en el mapa del IGN. Ni viejo, ni grande, ni robusto, queda el arbolito bautizado por Ignacio para el resto de los tiempos como el "repollo quinceañero". El desvío y la infructuosa búsqueda nos ha puesto ya en las tres de la tarde.



El resto del paseo, todo en descenso, no ofrece ninguna dificultad. En ningún momento se abandona la pista y abunda la sombra. Llegando al área recreativa donde se han quedado los coches, se atraviesa el arroyo de la Fuensanta, en ese punto que aparece en el mapa como la Trinchera Grande. Queda para otra ocasión el encuentro con el evasivo Rebollo.

domingo, 12 de marzo de 2017

8 de marzo de 2017, COLLADO DEL RIO PECES

Cinco paseantes solamente, para un día y un recorrido que merecían un número mayor. En realidad, fueron cuatro los que completaron la ruta prevista, con este cronista huido a la mitad, más o menos, para acudir a tiempo a otros compromisos. Además del día espléndido, hubo la preciosa vista del reflejo de La Pinareja en el embalse de Puente Alta, la muestra más lucida de los pinos de Valsaín, el rumor de los arroyos, la conquista del Collado, la pradera muy reciente y muy verde, un hermoso encinar, la Cañada Real Soriana que está en todas partes y una pizca de aventura a la otra orilla del embalse. Crónica compartida, también la parte gráfica, entre el redactor habitual y José Luis H.


Entre las 10 y las 10,30 de la mañana, los cinco paseantes se reúnen en un mesón de Revenga, muy cercano al punto de partida. Allí nos informan sobre el rigor con que se persigue a los infractores de la norma que prohibe circular por la carretera que da paso al aparcamiento existente al fondo del embalse; también, de que la pesca ya no se permite. Preferimos no seguir interrogando a nuestro informante por si se ha prohibido algo más. Esto de la "protección del medio ambiente", lo de las cañadas y vías pecuarias, lo del hermano lobo y el hermano pez, da para una tesis, pero no la escribiré aquí y, menos aún, sin subvención.



No se entiende tampoco que el pequeño terreno anejo a la ruina de caseta que hay a la entrada de la carretera asfaltada, hoy convertida en vía pecuaria, haya sido protegido, mediante unas enormes piedras, de los tres o cuatro coches que podrían estacionar allí: otro monumento a la estulticia, tal como el "aparcamiento" vedado a los vehículos, o a la mala bilis.



Pero los paseantes dejamos hoy que los estultos se cuezan en su propia salsa, lo que sin ninguna duda acabará sucediendo, y seguimos nuestro camino por la orilla del embalse, espejo hoy en que se mira la presumida Pinareja que, aunque muerta, sigue tan bella como la vieron nuestros tatarabuelos.



Al final de la vía pecuaria asfaltada, donde el aparcamiento (de ganado trashumante, supone este crédulo cronista), comienza un sendero que discurre más o menos paralelo al río de la Acebeda y que conduce al azud del acueducto de Segovia, que otros llaman, creo que equivocadamente, ataguía. Precioso recorrido, por el bosque de pinos, por la canción del agua, por la fresca sombra que hoy se agradece, por la mullida hierba.




Más o menos a la hora habitual, el medio día, nos detenemos en una zona soleada, en pleno Pinar de la Acebeda, para reponer fuerzas antes de iniciar la subida fuerte de la jornada. Aquí, una vez terminado el piscolabis, compartido como siempre, nos abandona Paco, que tiene otras obligaciones. Esta es la razón oficial. Yo creo que, además, le encanta la idea de una pequeña dosis de aventura en solitario. El caso es que el pequeño, aunque selecto grupo, se queda reducido a cuatro efectivos.



A partir de aquí iniciamos la subida que nos ha de conducir hasta el Collado del Río Peces. La subida es larga y en algunos tramos muy pendiente. Sabiamente marchamos a ritmo lento pero firme. Muy profesional como no podía ser menos. En algunos tramos se pueden observar magníficos ejemplares aislados de Acebo. Llegamos a lo alto a poco antes de las 14h. Es la cumbre del día (1458 m.)Nos hacemos la foto de grupo y, sin gran esfuerzo, nos ponemos de acuerdo para decidir que es una buena hora para comer.



El día es magnífico. No apetece abandonar el lugar, pero el líder nos recuerda, con mano firme, que la bajada es larga y hay que moverse. Algunas dudas sobre el camino de bajada ya que aunque es una buena pista la que tomamos, no se corresponde con la que aparece en el plano de la convocatoria. En algunos momentos, a través del frondoso bosque, las vistas son espectaculares. La vegetación exuberante con ejemplares verdaderamente enormes. Alguno ya seco ofrece un contraste impresionante y nos recuerda que los árboles también mueren.



Aparece algún tramo de camino con restos de nieve helada. No obstante la cosa no requiere la utilización de las ya famosas polainas en ninguna de sus modalidades conocidas. En cierto punto del camino, atravesando el Pinar de Gonzalo y en las proximidades de uno de los arroyuelos, nos encontramos con un extraño "santuario". Un conjunto de pinos sobre cuyos troncos están clavadas una especie de pequeñas "capillas" en cuyo interior aparecen fotos, pequeñas imágenes y otros objetos (tal vez ofrendas). No somos capaces de identificar a qué responde el hallazgo.



La bajada continúa por buenos caminos pero siguen las dudas. Afortunadamente Ignacio consigue contactar telefónicamente con Paco. Él ha hecho la bajada horas antes e informa sobre el estado de la ruta. Vamos por buen camino.



Y ya que lo citan, el cronista, desde el tentempié compartido, había recorrido un largo tramo de pista, horizontal, descansado, fragante de resina y de esencias del bosque, muy por debajo del collado. Unas grandes pilas de troncos aguardan su acarreo a las serrerías de Valsaín.



Continuamos bajando ahora cómodamente entre imponentes encinas a través de la Majada del Pastuero hasta alcanzar la Cañada Real Soriana Oriental, bien señalizada. El camino es cómodo y discurre entre prados en los que sestean plácidamente unas cuantas vacas que nos observan con mirada de auténtica curiosidad.



Atravesamos el Cordel de Peñas Zamurriegas y seguimos la Cañada hasta alcanzar la cola del Embalse de Puente Alta al que alimenta el Río de la Acebeda. Esta vez tomamos el camino que bordea el Embalse por la margen izquierda aguas abajo. El camino es transitable aunque en algunos puntos la maleza lo hace un poco incómodo.



La jornada va llegando a su fin cuando aparece el muro de la presa que se puede cruzar cómodamente y con total seguridad porque está dotado de una buena barandilla. Este cronista se queda mucho más tranquilo cuando Ignacio asegura que esto lo podremos seguir haciendo mucho más tiempo ya que la presa está preparada para transitar en silla de ruedas, aunque sea motorizada.



Atravesado el embalse solo nos queda un pequeño tramo de pista asfaltada hasta llegar a los coches. Sin embargo aún hay tiempo de orientar a una despistada pareja de caminantes que recaban información acerca de cómo llegar desde aquí al puerto de la Fuenfría. En fin, un magnífico día.



P.D. No me resisto a incluir una información que aparece en el cartel existente al comienzo de la pista y que nos ilustra sobre cómo ha cambiado la vida de estos lugares. Cito textualmente: "A mediados del siglo XIII existían (en esta zona) tres ranchos de esquileo con una capacidad para esquilar anualmente 77.000 ovejas..." Hoy, a lo largo de toda la jornada, no hemos visto ni una sola oveja en la zona.

Y el cronista habitual, al hilo de la postdata de José Luis, no puede por menos de citar la Wikipedia: Las vías pecuarias o "cabañeras" son caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo de España para que los pastores y ganaderos puedan llevar el ganado caprino, ovino y bovino a los mejores pastos aprovechando la bonanza del clima: a los puertos o zonas de pastos de alta montaña en verano o a zonas más llanas y de clima más templado en inviernos extremos. Las vías pecuarias suponen 125.000 km. de rutas para la trashumancia en España, el 1% de su territorio, unas 450.000 hectáreas. Jurídicamente, en España, las vías pecuarias son bienes de dominio público cuya titularidad ejercen las Comunidades Autónomas siendo esta protección jurídica la que las hace únicas en Europa. Hasta aquí la Wikipedia. Y el cronista se pregunta donde estará el ganado que usa los 125.000 km. de vías pecuarias para trashumar. A lo mejor es que ya no lo hace o que a José Luis se le ha pasado desapercibido. ¡Únicos en Europa!

Cierro esta crónica con el mapa y el recuerdo que unos pescadores dedican a un amigo muerto; él ya no pescará más aquí, los compañeros tampoco.