domingo, 14 de marzo de 2021

10 de marzo de 2021, CERROS DE BUSTARVIEJO

Titulo esta página "Cerros de Bustarviejo" porque esa era la forma en que pensaba hacerlo cuando en enero de 2018 anduvimos por aquí. La crónica quedó en el tintero, como tantas otras. Gran tintero el de este cronista, rebosante por la cantidad de cosas que se van quedando dentro. De la intención de limpiarlo está el infierno de este cronista lleno. Aunque, si las intenciones son buenas aunque no se acaben por cumplir, no sé por qué han de condenar al bienintencionado al infierno. Como eso nos lleva a delicadas reflexiones, prefiero dar media vuelta y volver a donde empecé que es el que aquí estamos hoy sin cafés previos, convocados por José Luis, en número no pequeño y con un día en lo meteorológico mejor que bueno.

El cronista retrasó la salida. Un atasco del los de antes de la cosa del bicho chino le puso en Bustarviejo, en el sitio indicado por José Luis, veinte minutos más tarde las 10, hora bruja del encuentro. Así que allí estaban pacientemente esperando Antonio, Ignacio, Joaquín, José Luis, José María, Marc y Rafa. Todavía un momento más para que el cronista se cambiara de calzado y empezáramos a andar con la antena -aparentemente la misma que hace tres años- presidiendo el panorama junto con los Canchos de la Peña del Rayo. Conocí a unos valientes que pertenecían a la Peña del Rayo, pero se trataba de otra cosa.

10:31 Antonio, Joaquin y, en medio de ellos, la antena
10:57 Parece mentira, pero en media hora hemos avanzado aún poco
Setas de primavera, que nos pillan aún no preparados para la cosecha
Largo sendero serpenteante de piedras sueltas hasta llegar a ese falso llano que hay entre Cabeza Arcón y el Cerro el Pendón. Todavía hay que subir un poco más, aunque ahora a la sombra de pinos, rodeando los canchos de esos amigos vallecanos. 

A la enorme roca de la cara de moai le ha crecido un poco la nariz desde el 18: eso se lleva hoy en día si es que Geppetto estaba en lo cierto. Ignacio le busca las vueltas; quiero decir que se le acerca y apunta su cámara seguramente para sacarla más favorecida, sin tanta nariz. El cronista se contenta con mostrar su silueta de oteador del horizonte siempre inalcanzable. Creo que nos mira con desdén desde su infinitud mineral, pero en el fondo es mucha envidia la que nos tiene de nuestras idas y venidas.

11:19 Rodeando la Peña del Rayo se agradece la sombra
11:40 La Peña del... Moai
La llegada a Cabeza Antón coincide, más o menos, con la hora del piscolabis. Llegada no significa lo mismo que conquista, porque para conquistar hay que subir hasta la cumbre, pero la épica se deja para después de las almendras, los plátanos y las bolitas de queso, cada cosa a su tiempo. Ignacio hoy tiene tiempo para todo y, acabando antes que ninguno, anima con prisas a la breve trepada. Con un tanto de pachorra algunos le seguimos, que la vista desde ahí mismo es magnífica.

12:13 El piscolabis al pie de Cabeza Antón
12:20 Bustarviejo, Modalindo y la sierra de La Cabrera
En lo alto de esas piedras apenas hay sitio para moverse, pero si cae uno en el lugar adecuado, hasta se puede echar una cabezada. Al hueco de la gran butaca hoy Ignacio le hace un feo y Joaquín no ha querido acompañarnos hasta arriba. ¿Se acordarían él e Ignacio del 18?

31 de enero de 2018; 14:08 Antes del almuerzo

Otros tiempos, otras caras. Aurelio, José María y Marc sí han trepado y se dejan retratar. Marc, a cubierto de las toses inoportunas del cronista; Aurelio, en forma tras semanas de ausencia. Y José María, estrenando este cerro y que sean muchos. El resto sestea el aperitivo a pie de peñas.

El plan dice que hay que seguir un poco más hasta La Buitrera, otro promontorio de rocas con vistas ahora hacia el sur, que así abarcamos todo lo que se puede ver y aprovechamos una nueva oportunidad para encaramarse a los riscos. Ignacio encuentra en el grupo asomado al balcón de las vistas la foto oportuna para el contraluz y el cronista la complementa desde delante con el sol a favor y las caras visibles.

12:50 En las peñas de La Buitrera, como las anteriores
Desandamos los pasos hasta el collado o falso llano por el que habíamos pasado antes, con el propósito de subir al Cerro El Pendón. Algunos ya habían comunicado su intención de quedarse tranquilos y esperar el regreso de los "conquistadores de lo inútil", como definió el famoso montañero Lionel Terray a los que disfrutan coronando cumbres. Y en esta ocasión, el ligeramente indispuesto cronista decide acompañarles. Aurelio, Ignacio, José Luis, José María y Rafa no pierden tiempo y allá que se van en pos del laurel de los vencedores; y Antonio, Joaquín, Marc y este que lo es, buscan buen asiento entre las muy abundantes peñas y van desempaquetando las viandas y el vino que Aurelio graciosamente ha dejado a nuestra disposición; que, aunque todavía temprano, nada más grato que darle al almuerzo en el campo el tiempo que se merece.

Esa hora, desde las 13:40 a las 14:40, transcurre apaciblemente para los que se quedan, bien acomodados y bien alimentados. Mientras tanto, los caballeros del Pendón se fatigan tomando una ruta demasiado directa hacia la cumbre y, a poco metros del pilar del vértice geodésico, abandonan para no comprometer el físico en una trepada muy pronunciada por rocas. En 2018 subimos hasta el final, rodeando el cerro sin mayor dificultad por su parte norte.

14:10 Cerca de la cumbre de El Pendón, pero sin llegar a tocarlo, por si acaso
31 de enero de 2018, 12:47 Los conquistadores de hace tres años
14:36 Los conquistadores -casi- de hoy
Reunido el grupo, hay que dar tiempo para que los que han gastado más energías en su asalto al Pendón repongan fuerzas con bocadillos y murieles. Marc redondea los postres con sus galletas de mermelada mientras se hacen planes para la próxima semana y para rescatar de su inactividad a los convalecientes ausentes.

En el camino de vuelta volvemos a disfrutar de las piedras sueltas del sendero, pero no hay reproches: ni al día, ni a la organización, ni al terreno, ni a las pilas de roca que hoy abundaban. 

16:04 En las afueras de Bustarviejo, y en la vecindad de un camposanto como suele ser 

Hasta La Cabrera nos desplazamos, a excepción de José María, para tomar ese café y esos refrescos de tarde que tan bien saben. El cronista sabe que ha dejado en el tintero una parte importante de la jornada, pero con algún detalle suelto que le han contado y las fotos cortesía de Ignacio y Aurelio, cree haber compuesto suficientemente la página que no debe faltar en el cuaderno.

9,8 km. y 551 m. que se atribuyen los conquistadores del Pendón


domingo, 7 de marzo de 2021

3 de marzo de 2021, ALTO DEL PORREJÓN

 Dos puntualizaciones: 
  • Lo de "alto" no me acaba de convencer. El Porrejón es un monte alto aunque no demasiado -1.823 m.-, pero es un monte, una montaña, incluso un pico. Parece como si lo de alto le quitara un poco de categoría. Yo me quedaría con "El Parrejón" a secas.
  • El día estaba gris, turbio. En parte por la ausencia de Gonzalo, el inventor de este paseo; en parte por polvo del desierto. Pero el sol hizo su aparición -bien que tímida- y es que los demás también sumamos: Antonio, Ignacio, Joaquín, José Luis, José María, Marc, Rafa y este que lo es.

10:58 Al arranque, ese era el terroso horizonte 

En la subida al puerto de la Puebla, en la sierra del Rincón, antes de llegar arriba, se dejaron dos coches para facilitar un incómodo tramo en el final del paseo. Hemos pasado por la gasolinera y sus cafés antes de emprender la marcha hasta este remoto rincón de la sierra norte de Madrid. Rincón está bien puesto: como lugar discreto y apartado y como esquina o ángulo de las dos fronteras del norte de Madrid, con Guadalajara y con Segovia. A muchos nos gusta esta sierra brava, tan alejada del pinturero tópico de los navacerradas, cercedillas y bolas; a Rafa, creo, especialmente. Y Rafa nunca se pierde las andanzas de por aquí.

11:05 Un senderito para empezar a hacer boca
Desde el puerto hay que recorrer la línea de cumbres que conduce al Parrejón y al collado de las Palomas; no hay pérdida; una primera se llama cerro Montejo; después, el Contadero, el Porrejón y Peña Hierro; y el collado. Todo el camino en alto, con vistas si no fuera por la bruma africana, con aglomeraciones de rocas puntiagudas para dar interés al recorrido.

11:11 La casetita de Cerro Montejo ya muy detrás
Si se hubiera querido, vana suposición, las rocas del Contadero ofrecen posibilidades de escalada, es un decir. Pero sí es verdad que hay que elegir si por aquí o por allá entre algunos canalizos y muchas aristas. El cronista rodeó por un sitio y sus amigos por otro, pero se juntaron después. Las fotos siguientes van de eso y son fácilmente interpretables, de manera que no entramos en más detalles. Joaquín, que se incorporaba a estos paseos tras largo confinamiento obligado, hizo como si nada esta parte del recorrido. Lo digo no por nada sino para que él mismo caiga en la cuenta.

11:40 Entrando en la "escalada" al Contadero
Desde la cima del Contadero
11:54 Saliendo de la "escalada" al Contadero
Y el piscolabis, con puntualidad acerada, antes de arribar al Porrejón. Unas rocas con mal asiento, de tan picudas, las mismas vistas turbias y las fuerzas intactas. Estas precisiones se hacen casi solamente para facilitar la preparación de futuras visitas a estos parajes, que las habrá.

11:59 Las peñas elegidas para el piscolabis, en un subido -a propósito- color de desierto
12:07 Durante el piscolabis propiamente dicho
Le llega el turno al Porrejón, cumbre del paseo en altura y dignidad geodésica pero de más sencillo acceso que la del Contadero. Unas rocas que sirven de base para la columna, pilar o pilón del vértice y que dan la sensación de que se ha puesto el hito o la guinda en la jornada.

12:47 "Hemos hecho cumbre", se diría en el castizo argot montañero
12:49 Rafa señala la Peña de la Cabra, no se sabe con qué intenciones
El pie de la foto anterior es mentiroso. Rafa señala la Peña de la Cabra con el propósito de proponerla como meta de una próxima salida. El cronista piensa por su parte en La Tornera con la seguridad de que tampoco a ésta Rafa le haría ascos. Habrá que madurar futuros planes. Y es que conforme se aproxima la hora del almuerzo, crecen las expectativas de propuestas para la siguiente semana.

12:56 Aún queda nieve en la ladera norte del Porrejón
Algo más de 1 km. desde la cima de hoy hasta el collado de las Palomas, -de las Palomas, Ignacio- con el bonito promontorio rocoso de Peña Hierro al frente invitando a la trepada, otra vana tentación.  

13:17 Hacia Peña Hierro
En el collado de las Palomas hay un puesto de caza para el paso de las palomas torcaces. Miro por el suelo y no veo cartuchos vacíos. Puede que el puesto ya no se use o que el buen sentido de los cazadores se haya impuesto y recojan oportunamente la munición. Puede también que ya no sea tan atractivo el puesto porque las palomas hayan modificado sus hábitos o sus rutas, cualquier cosa en este tiempo de migraciones y cambios descontrolados. Desde el collado hay que volverse hacia el norte y hacer el descenso más pronunciado del día por lo que, más que un camino, parece un cortafuegos. Ocasión para acordarse de unas rodillas que ya no son lo que eran, así que el término de la bajada en una amplia pista hoy se recibe con gusto. Aquí las velocidades de marcha se adaptan al ritmo de cada cual y hay bastante separación entre grupos.

13:43 Collado de las Palomas hacia abajo
14:16 La bienvenida pista horizontal
Donde la pista gira hacia el oeste los más adelantados encuentran otro grupo de rocas que les parece propicio para la comida a pesar de la advertencia escrita sobre el peligro de unas supuestas abejas de las que no llegamos a tener noticia. Otra cosa es el peligro que hubiéramos corrido si nos hubiéramos cruzado con una enorme máquina taladora - podadora - desbrozadora que vimos pasar por la pista al poco de sentarnos. Buena, eficaz trabajadora de cuya labor vimos el resultado en el aseo de las márgenes del camino e incluso en las praderas de más arriba, limpias de retama y matorrales secos.

14:24 Comida donde las abejas
La máquina
De la comida se puede reseñar que, en ausencia de los chocolates de Rodrigo, Marc ha hecho aparecer unas galletas con mermelada y chocolate que están siendo objeto de un caluroso recibimiento. De sustituto o sucedáneo del muriel no se sabe nada hasta el momento. Cualquier día alguien nos aparece con una bebida energética, Dios no lo quiera.

Tras el almuerzo y la asignación voluntaria de proponente para la próxima salida, reanudamos la marcha por buena pista, casi horizontal, con un tantico de subida hasta el collado Salinero y otro tanto de descenso desde allí hasta donde se habían dejado los dos coches. En el terreno del collado Salinero había pintada una línea roja que apuntaba a un vecino cerrete puntiagudo que también se llama Salinero, qué casualidad. La raya la había pintado Gonzalo solamente como invitación a disfrutar de la oportunidad, pero teniendo en cuenta que oportunidad debe significar -y significa- mejora, allá que fueron algunos, cuatro para ser precisos, mientras que la otra mitad del grupo sesteaba con el respaldo de una caseta - depósito.

15:48 Ignacio ondea la bandera de la conquista del Cerro Salinero
El Collado Salinero y la pista que recorremos
15:59 El grupo tras la breve escapada al Cerro Salinero
Sigue la excursión hacia La Morra por la buena pista. El sol, poniente, y el aire parece aún más cargado. Pesan tantas subidas y bajadas pero hay una común impresión de haber dado fin a una espléndida jornada. Ya sabemos que esto no es una rendición de cuentas, pero queremos para que conste y para que se entere el organizador ausente de lo bien que nos ha ido.

16:25 El último tramo de pista
17:16 Y un café en Prádena del Rincón. Como se lleva la ocultación, el fotógrafo no se ha esforzado en mostrar los rostros
10,9 km., 401 m. tres cumbres, dos collados