lunes, 30 de marzo de 2015

25 de marzo de 2015, LA ATALAYA DE EIFFEL

Crónica de JLH, que se encarga de precisar "25 de marzo de 2015, San Dimas", con la colaboración de Salva y dedicada a los ausentes, es decir, a la mayoría, por un grupo minoritario pero muy cualificado de mierconistas. Fotos de J. Ignacio y JLH.


Aquí estamos de nuevo, en el Puerto de la Cruz Verde, a las 10:15 h. y convocados por Juan Ignacio para el preceptivo café matutino en el horno / asador Guillermo. A su llegada Braulio abraza al grupo completo. Cabemos todos entre sus brazos. Somos cuatro.

“Hemos eludido – por muy poco - el Maligno Mondalindo, pero la Madre Naturaleza se ha vengado de nosotros arrojándonos a la cara un ventarrón helado y ráfagas de nieve dura como las postas loberas de un cazador furtivo. Braulio, el hombre cuya dirección de correo electrónico solo sabe el FBI, decide prepararse para lo que nos espera y se mete entre pecho y espalda una rebanada de pan tostado con tomate y aceite que no se la salta un gitano finlandés. ¡Qué tío, qué forma de comer!

“Iniciamos la marcha desde la Estación de tren de Las Navas del Marqués sobre las 11 de la mañana, cubiertos de anoraks, plumíferos, gorros diversos, bragas de distintos tejidos – sobre los tangas nadie se ha pronunciado – guantes y el corazón henchido de juveniles añoranzas. Muy pronto nos paseamos un tanto amedrentados entre los palacetes de la Ciudad Ducal, unos habitados y resplandecientes y otros abandonadillos y leve sombra de lo que fueron.



“Ciudad Ducal” es una urbanización cuya construcción comenzó allá por 1943 sobre el espacio que ocupó “El Parque del Chalet”, o sencillamente “El Chalet”, que era como se conocía en Las Navas del Marqués la finca de recreo de los Duques de Medinaceli y Marqueses de Las Navas, entre otros títulos. Parece que los 80 fue su época de esplendor en la que era algo así como “La Finca”.

Los Medinaceli, especialmente la duquesa consorte Ángela Pérez Barradas, dotaron al parque de variedad de especies arbóreas, de un lago con embarcadero, fuentes, capilla, teatro, etc. Pero no todo fue puramente ornamental y lúdico, también iniciaron la explotación resinera de los pinares, tarea que llegó a ocupar 500 trabajadores.

“¡Qué hermosos bosques, qué dulces paisajes, qué veredas más dignas de ser recorridas por todos los mierconistas, qué frío hace, joder…!

A lo largo de la jornada hemos podido deleitarnos con las magníficas vistas que se aprecian desde los variados miradores instalados es puntos estratégicos de la ruta y muy bien integrados en el entorno. El primero de ellos tiene un poético nombre: “El mirador de las estrellas”


Poco más adelante aparece el segundo mirador. Este es francamente sorprendente y una buena muestra de la integración de lo lujoso y lo práctico que sirve tanto para la contemplación de un vasto paisaje, como para las tareas de vigilancia de incendios. Esta torre-mirador nació del estudio de Gustave Eiffel por encargo de los marqueses de Medinaceli (que también lo eran de Las Navas) en 1873. Como curiosidad, esta torre cuenta con dos escaleras diferenciadas.



En su entorno se puede apreciar una importante de variedad de especies arbóreas, de un lago con embarcadero, fuentes, capilla, teatro, etc. Todo ello obra de Los Medinaceli.

“En un rapto de locura subimos al citado Mirador que conmemora las hazañas del Sr. Eiffel y nos deleitamos con el arrebatador panorama que desde dicha atalaya podemos contemplar. Lástima que a Ignacio le diese por hacer demasiadas fotos y se le congelasen las extremidades superiores. Una vez reestablecida la circulación sanguínea mediante métodos que es mejor no reseñar aquí, proseguimos la un tanto retorcida ruta que el hoy Preboste de Riscos y Vericuetos nos ha preparado.



Incluso este cronista fue inmortalizado con gran arte por nuestro maestro fotógrafo.



“Piscolabis en un hermoso cenador, aprovechando los bancos y la mesa de cuarzo, mica y feldespato que la diligente Asociación de Vecinos de la Ciudad Ducal ha puesto a nuestra disposición.



Ya en este momento Salva hace ostentación del producto que más tarde nos ofrecerá por aquello de hacerte la competencia, Rodrigo. La intención es buena, pero no temas, ni color.



“Repuestas las fuerzas – hoy hemos tocado a ni se sabe cuántas bolitas de queso de esas que Ignacio pone gentilmente a nuestra disposición en cuanto te descuidas – nos aventuramos por terreno salvaje y casi desconocido. A nuestras espaldas observamos como el Maligno Mondalindo está cubierto de nieve y afila sus garras esperando que un día no lejano nos aventuremos por sus escabrosas laderas. Frente a nosotros, la Paramera de Ávila se engalana con su mejor traje de novia.

Desde cada rincón, desde cada mirador -y hay unos cuantos- las vistas del entorno inmediato y lejano son francamente magníficas. El día ayuda con su luz y visibilidad.

“De pronto avizoramos una especie de rancho de hojalata oxidada consagrado a la ganadería. Vemos cabras, gallos y gallinas, cabras y vacas rubias y mocitas que, no sabemos el por qué, en cuanto se les acerca Braulio salen corriendo. El espectáculo es tan singular que los fotógrafos fatigan a sus máquinas de tanto darle al dedo.



La citada industria sorprende al mierconista no solo por su peculiar instalación que aparece de pronto en nuestra ruta y rompe definitivamente con el entorno. Su aspecto realmente cutre digno de figurar en algún viejo film del lejano y profundo Oeste americano, contrasta con la variedad, buen aspecto y cantidad del ganado visto tanto en el interior como en los alrededores del “rancho”.

“Seguimos rumbo al horizonte. El viento nos zarandea brutalmente, el frío nos hiela la sangre, pero cual héroes mitológicos subimos a un mirador montado sobre una piedra que parece, con su barandilla, la torre de un submarino pretérito.



Como resulta fácilmente apreciable, el mirador tiene un acceso fácil y completamente seguro para cualquier mierconista, e incluso para personal no tan experimentado.


Proseguimos. El camino está aún lleno de sorpresas agradables; otras no tanto pues los campos están llenos de ganado vacuno por doquier y, en consecuencia ya se sabe, prolifera la bosta fresca, lo que hace que algún mierconista se deslice y pierda el equilibrio; tal vez en recuerdo de nuestro amado Aurelio que también se desliza, dicen, aunque en otro medio más elegante. Poco después nos encontramos con otro rincón digno de ser reseñado. Según reza el rótulo situado en su proximidad, se trata de “la piedra de los siete roeles o siete botones” situada en la denominada “Ruta turística Los Siete Roeles”. Consultar la propia placa para más información.



“Nuestros estómagos reclaman calorías y, al socaire de unas rocas, aprovechando los raros instantes en los que un sol pálido y desvaído nos acaricia el semblante, comemos como fieras. José Luis da muestras de su acrisolado ascetismo mientras que Ignacio se zampa dos extraños bocatas de pan de ochenta cereales rellenos de cosas que es mejor no investigar. Braulio y Salva se contentan con las migajas que les dejan sus compañeros y se reparte un turrón de chocolate Suchard en recuerdo de nuestro añorado Rodrigo. ¡Qué poco falta para lo tengamos de nuevo en nuestros brazos!.

Hace frío. Se echa en falta el chupito de Gonzalo.



Otra grandeza de la ruta no vista en la subida, y me temo que poco apreciada por el grupo, es la presencia de una interesante “obra hidráulica” en la zona, que complementa el complejo industrial observado en la subida. Apréciese en la fotografía su belleza e ingenio.



“Iniciamos el regreso. José Luis, Braulio y Salva apedrean a Ignacio – aunque apuntando al GPS, eso sí – hasta que el hoy Preboste de Riscos y Vericuetos acepta rectificar la errática ruta que nos había preparado. En un pis pas llegaremos a las Navas del Marqués en cuya estación hemos dejado el coche de Ignacio.

Antes pasaremos de nuevo – ya lo hicimos a la ida- por la presa que da servicio a la urbanización y suponemos que a algunos más. Aquí nos hacemos la foto oficial del grupo bajo los mecanismos de control de la compuerta. Un perfecto engranaje que representa, digo yo, el perfecto funcionamiento del grupo mierconista. Pocos pero bien sincronizados…



Poco después, de nuevo Ciudad Ducal en cuya salida aparece una curiosa caseta de vigilancia por la que ya pasamos a la entrada. Bonita caseta que, al parecer solo alberga instrumentos de video-vigilancia… No se observan vigilantes físicos (humanos) en el recinto.



A punto de finalizar, a la entrada del barrio de la estación, observamos un curioso cartel que atrae nuestra atención. Aprobado por el pleno corporativo en noviembre de 1987 supone, creemos, una oportunidad de negocio para los profesionales de la venta… A interpretar:



Nos reconfortamos con unos cafelitos servidos por una jovencita bigotuda e iniciamos el regreso al hogar.

“José Luis, Braulio y Salva desean a quienes en fecha muy próxima se desplazan a Irán un venturoso viaje turístico y que la Policía Secreta de dicho país no descubra los oscuros motivos que les han impulsado a cometer tamaño desatino.

Aquí dejamos esta trabajosa y, tal vez, divertida crónica de una jornada en la que hemos caminado 13,2 km en un total de 5 h. y con un desnivel acumulado de solo 310 metros. ¡Vamos, un bombón!.

Notas.
1. Se aclara, por si fuera necesario: Las notas en azul son una creación de nuestro corresponsal Salvador Acaso.
2. El cronista quiere hacer notar el esfuerzo llevado a cabo para hacer una selección de las fotografías que se incluyen en este relato. Por la cantidad y calidad de las mismas, junto con la belleza de los sitios recorridos, no ha sido tarea fácil. Pido perdón si no he acertado.

sábado, 7 de marzo de 2015

4 de marzo de 2015, GR-10 ROBLEDO AL PANTANO

Crónica venida de la pluma de José Luis H. (quien se cuida de señalar que hoy es la festividad de San Basilio) y de la cámara de fotos de Antonio.


Convocados por Juan Ignacio, bien restablecido y en plena forma como más tarde se demostrará, acudimos al punto de cita en el Puerto de la Cruz Verde a las 10:15 h. para el preceptivo café matutino en el Horno/Asador Guillermo.

Lo que en principio parecía un “casi pleno” se quedó finalmente en un buen grupo de siete, próximo a la media de las últimas semanas, compuesto por: Antonio, Joaquín, Braulio, J. Ignacio, Rafa, Pedro y el que suscribe. Indisposiciones de última hora nos privaron de la presencia de Gonzalo, Paco M.C., y Salvador. Se les echó de menos.

Pronto llegamos al aparcamiento y punto de inicio. Día soleado, con un poco de viento en rachas, y temperatura ideal para caminar.



Iniciamos la ruta, sin querer, en el sentido contrario al inicialmente previsto ya que, lo que se suponía una fuerte subida inicial según aparecía en el perfil, fue en realidad una subida larga pero suave y apacible, lo que contó con el beneplácito del personal. Acabaríamos con una buena bajada.

El primer tramo transcurre ya por el GR-10 entre el Cerro Fuente, que dejamos a la derecha, y Cerrón de la Rozuela a la izquierda. El camino magnífico. Pronto nos damos cuenta de la belleza del paisaje y lo cuidado del entorno.



De pronto un gran espectáculo propio de la época que algunos admiran y otros no tanto, una procesión. Luego veremos muchas más a lo largo de la jornada. Esta cruza transversalmente el GR en perfecta formación con algún pequeño trozo deteriorado por el reciente paso de vehículos. Se trata de La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) que es una especie de lepidóptero, que abunda en los bosques de pinos de Europa del Sur y central, donde es una plaga muy extendida. Además de los pinos, habita también en cedros y abetos.

Las orugas (fase de larva) están cubiertas de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, por lo que pueden provocar irritación en oídos, nariz y garganta en los seres humanos –como por ejemplo nosotros-, así como intensas reacciones alérgicas. Todo un espectáculo, aunque un poco espeluznante.

Seguimos avanzando hasta dejar atrás La Cordera y poco después llegamos a la Casa forestal o “Casa del Ingeniero” situada en un bonito paraje donde ya estuvimos en 2014. Aquí hacemos una parada para hacer una foto de familia en la misma escalinata donde también nos fotografiamos durante la comida el pasado 26 de marzo de 2014 en el transcurso de la Ruta de los Infantes. En la foto estamos todos excepto Braulio que se declara en rebeldía.





Continuamos. Poco más allá hacemos la preceptiva breve parada del piscolabis. Plátano y el consabido intercambio de “snacks” que siempre forman parte importante en la dieta de un buen mierconista.





Ahora la cota es más alta y la vegetación distinta pero no menos atractiva. Tenemos Cabeza de la Huerta al frente con sus 1126 m. que aparenta cortarnos el camino, pero no. El GR da un rodeo dejando el pico a su derecha y continuamos la marcha no sin que alguno se quede con ganas de subir. Más adelante veremos que por la parte trasera el ascenso es más atractivo y con buena pista. En otra ocasión.



Entre el paisaje no puede faltar la vista de una típica vaca serrana en apacible reposo.



Poco antes de coronar Las Cuatro Tablas el viento está en calma y decidimos que es una buena hora y lugar para la comida. Llevamos una buena marcha y la cosa se toma con cierta calma, tanto que algunos tiene tiempo de echarse una siestecita de cinco minutos. No sé yo si esto es bueno.



Juan Ignacio al habla posiblemente con uno de los satélites que nos guían por esos caminos.



Rodrigo, el caso es que en este punto algunos me piden que te traslade una queja. ¡Ya son dos semanas sin chocolate! Lo de esta semana está justificado pero hace dos, en la Cabrera, la cosa no está clara… (Nota al pie)

Reanudada la marcha pronto llegamos a Las Cuatro Tablas, la cota más alta de la jornada (1082 m.) desde donde se divisa un bonito panorama. Es un enclave magnífico en el que nos encontramos lo que parece haber sido un antiguo club de tiro ahora abandonado y destrozado con apariencia de campamento yihadista o similar. Por el aspecto parece que ha tenido actividad hasta hace no mucho tiempo. Se discute si se trata de tiro al plato o de pichón, pero los distintos especialistas no se ponen de acuerdo. La cosa se queda ahí.



La bajada se desarrolla alegre y a buen ritmo. La conversación, animada. Tanto que delante vamos Ignacio, Pedro y el que suscribe, los tres marcando el ritmo y, los dos primeros, charlando sobre la belleza o no de los Andes en general, y de ciertas partes conocidas por ellos en particular. De pronto ¡sorpresa!, a la vista la carretera M-512 donde tenemos los coches. ¡Nos hemos desviado! Marcha atrás y corrección como se puede ver en el perfil aportado por nuestro líder.

Fin de una buena jornada mierconista en la que hemos recorrido un total de 14,3 km. con un desnivel acumulado de 464 m. en 5.15 h. con paradas.

Nota al pie. A la hora de la publicación de esta crónica el problema ha sido subsanado convenientemente, aunque Joaquín se lo haya perdido por estar entre vacas asturianas.