lunes, 22 de octubre de 2018

17 de octubre de 2018, PICO BAÑADEROS

José Luis H. remite esta crónica, con fotos de Antonio y suyas. Por su parte, el cronista habitual ha sentido mucho perderse el estupendo paseo y cree hablar en nombre también de los otros ausentes. ¡Gracias, José Luis y Antonio!


La antoniana ruta de hoy. Así denominada debido a sus características: Placentera, agradable, apacible…

Se trata de la titulada Pico Bañaderos, con sus 9,2 Km. de longitud, sus 400 metros de desnivel acumulado, en la que hemos invertido cinco horas en total de este magnífico día de otoño, miércoles 17 de Octubre de 2018, y que ha sido convocada y liderada por nuestro Antonio, hoy además foto-reportero mayor.

La jornada empezó con la clásica concentración en la gasolinera del km. 49 de la A1 a la que, debido a las cosas de la vida, hemos acudido un reducido número de mierconistas, a saber: Antonio, Rafa, Gonzalo, Ignacio y este eventual cronista. Tan reducido que hemos cabido en un coche, que no era precisamente un 600, pero que, de haberlo sido, también lo hubiéramos intentado.

Así las cosas, en animada conversación y magníficamente transportados por Gonzalo, nos presentamos en el Puerto de El Cardoso, a 1.348 m. en plena Sierra del Rincón, poco más o menos, a las 10:30 de la mañana. El lugar de aparcamiento es conocido y su estado es mejor que el de alguna otra ocasión en la que nos pusimos de barro hasta las cejas.

De lo que se dice andar, comenzamos a eso de la once de la mañana por la senda que deja a nuestra izquierda la casa del Retén forestal. La mañana está agradable y propicia al disfrute aunque la pendiente es considerable, lo que demuestra esta primera parada del grupo y la cara de satisfacción de sus componentes.



Caminando entre Las Majadas y El Palancar, más o menos en media hora alcanzamos el punto 2 situado en Picayuelas (1.550 m). Allí hay un puesto de observación y una caseta de comunicaciones que son, además, un buen mirador sobre La Dehesilla y una panorámica amplia de la zona.




Tras las fotos y el disfrute, continuamos la caminata que nos lleva hasta Pico Bañaderos (1638 m.), la cumbre de la jornada. Un lugar con excelentes vistas de los Valles del Jarama y del Lozoya, y buenas piedras para el descanso y disfrute reponiendo fuerzas. Se puede apreciar la cara de satisfacción del líder. También la mirada perdida de nuestro Rafa, que parece estar esperando algo, no sabemos qué.




Ahora toca una buena bajada entre crestas de pizarra, prados, pinos y vegetación en general. También, de vez en cuando, nos encontramos rústicos puestos de caza. La zona es propicia al paso de palomas según parece. Desde uno de estos parapetos este eventual cronista observa el panorama y busca la inspiración.




Entretanto, la consabida foto de familia que no puede faltar en nuestras salidas, aunque hoy la familia sea reducida y Antonio haya querido situarse en un discreto segundo plano como si no quisiera saber nada del resto.



Pronto llegamos al Puerto de la Hiruela (1.481 m), un gran desconocido, en donde un cartel nos confirma que, efectivamente la zona es de paso de palomas. Breve paso por el asfalto de la carretera M137 para muy pronto desviarnos a la izquierda y tomar una buena pista de tierra que nos llevará hasta el punto previsto para la comida. Como curiosidad observo, a la hora de redactar esta crónica que esta zona de carretera Google Maps lo llama Calle del Corcho. Vaya usted a saber por qué.

En ello estamos cuando al borde de la pista observamos una asustada culebrilla gris de poco más de 30 cm. que se está buscando la vida y huye como puede entre la maleza. Debido a los precarios medios fotográficos resulta difícil dejar constancia de tan atractivo hallazgo. 



En el punto previsto para la comida se sitúa una caseta de bomberos forestales de la Comunidad de Madrid. Por su aspecto, es un puesto de observación y descanso de los retenes; también comedor. Un cartel situado junto a la puerta informa claramente que no está permitido el acceso a personas no autorizadas. No hay problema, a un costado hay unas magníficas piedras planas donde “sentar nuestros reales”, comer plácidamente lo que cada uno plazca y, de paso, contemplar el bello paisaje que desde el lugar se divisa. Al fondo, la carretera serpentea. A un lado, un espléndido helipuerto para las emergencias. Muy cerca de nosotros, el trabajo de un emprendedor en sus horas de asueto. Un original molinillo de viento construido con un envase de plástico de agua convenientemente cortado desde su base para formar las aspas. Hoy nos falta el chocolate, el Muriel y hasta el chupito, pero no la buena conversación, el buen humor y, en definitiva la placidez. No hay más que ver la cara de la mayoría cualificada del grupo.



A partir de aquí toca bajar. La pista en buena y el ánimo mejor. Legamos pronto al puerto de El Cardoso, esta vez por la zona de La Maleza, dejando la casa del Retén a nuestra izquierda. Hemos hecho 9,2 Km. y 415 m. de desnivel acumulado en un total de 5 horas. Es decir, una jornada placentera, agradable, apacible…



Rematamos la jornada con unos cafés en Montejo de la Sierra en el Mesón El Hayedo. De los pocos sitios abiertos en este día y a esta hora.

lunes, 8 de octubre de 2018

3 de octubre de 2018, BAILANDEROS Y LA NAJARRA

Este miércoles, como el de la semana pasada, volvemos a visitar Miraflores; y también, a las 10 de la mañana, a tomar los cafés en la cafetería Llerja. Pero hoy no seguimos después hacia el puerto de Canencia sino al de la Morcuera, convocados por Ignacio a un paseo por la "alta montaña", que diría una vecina mía entrada en años y muy puesta en el argot del senderismo septalescente, tan al uso.



En la Morcuera coincidimos con otras expediciones, algunas de ellas tan concurridas que han tenido que utilizar el autobús -los autobuses de colores patrios-. La nuestra hoy es de tamaño medio tirando a bajo para lo que acostumbramos: seis de los doce o trece posibles. A saber: Antonio, Ignacio, José Luis, Rafa, Rodrigo y un servidor de ustedes. Un día espléndido, sin una nube, de viento en calma y agradable temperatura. ¡Pena para los que faltan! No son aún las 11 de la mañana.



Para echar a andar hay que cruzar primero, por su puerta correspondiente, una barrera antiventisca que protege la carretera de la acumulación de nieve. Hoy no es el caso. Sobre la barrera, a izquierda y derecha respectivamente, la Najarra y Bailanderos, las dos cumbres que hoy nos esperan pacientemente, calculo yo que desde hace mucho tiempo.



El sendero, bien trazado, es fácil de seguir, aunque otra cosa será en invierno cuando todo este soleado y tibio mundo de hoy esté cubierto de nieve y hielo; en la amplia ladera abierta al norte, algún árbol resistente, retamas y piornos y rocas, y los restos de una construcción en piedra que parece hecha para salvar un torrente pero que bien pudo ser refugio o fortín. En la panorámica, los componentes del grupo desaparecen casi de la vista y hay que ayudarla con un trazo de color.



A la hora y cuarto del comienzo del paseo, ya en la Cuerda y dejado atrás el collado de la Najarra, toca pararse y celebrar el piscolabis. Como todo lo que deja de ocurrir de forma casual y adventicia y se institucionaliza y consolida y disfruta, el piscolabis de este grupo no se toma simplemente, sino que siempre se celebra. El lugar elegido esta mañana es magnífico por sus vistas y hasta por el asiento, con sus rocas tan bien dispuestas y orientadas.



Al sur, la vista se extiende hasta el embalse Santillana y más allá, por encima del Hoyo de San Blas, con el más pequeño embalse de los Palancares a la izquierda. Hacia el NO, el gran macizo de Peñalara, desde Dos Hermanas hasta los Claveles y el Nevero.



Nos hemos cruzado con los componentes de la muy numerosa expedición de los autobuses, muy septalescente y ruidosa. También con una más reducida de damas, sin edad aparente como debe ser. Nosotros seguimos hacia Bailanderos, remontando una suave pendiente, hasta el vértice geodésico que hay en aquella cumbre de 2.133 m. Otro breve descanso para disfrutar de las panorámicas. Descanse también el lector y disfrútelas sosegadamente. (Advierte el editor que las tres panorámicas de más abajo están tomadas desde el refugio de la Najarra, por lo que la cumbre que se ve en la primera de ellas es precisamente donde ahora nos encontramos, Bailanderos).




Pasa de la 1,30 de la tarde y queda aún mucho día por delante. Ignacio propone hacer el almuerzo en el refugio de la Najarra, de manera que hay que desandar parte de la cuerda hasta el collado y subir la más bien breve pero fuerte pendiente hasta la cabaña. En la cercanía del collado, José Luis se duele de su tobillo derecho, que viene tocado ya desde el pasado miércoles. En la parada que hacemos para vendarlo, Ignacio saca de su macuto una crema milagrosa o bálsamo de Fierabrás que viene de América y José Luis acepta usarlo sin solicitar mayores garantías que la palabra de nuestro amigo. Pero prefiere dar tiempo a que haga su efecto y no forzar la máquina, de manera que decide permanecer un rato allí y luego seguir despacio el camino de vuelta hasta la Morcuera. Antonio se ofrece a acompañarle. A todas estas, Rafa deja vagar la mirada en torno y apropiarse de cada perfil de la sierra y de cada relieve rocoso y es que hoy es uno de esos días para hacerlo sin cansarse.




Nos separamos en el collado. José Luis y Antonio adelantan el almuerzo, debidamente sentados, mientras la crema actúa. Los cuatro restantes tiramos para arriba después de atravesar un escabroso pedrero puesto allí por algún juguetón duende de la "alta montaña" para darle más gracia a la subida hacia el refugio. Ignacio había calculado bien: en menos de una hora nos encaramamos a ese nido de águilas de piedra y cemento, tan aislado, tan precario e imagino tan acogedor para el que se vea vencido por la ventisca y el hielo en una tarde de invierno.



En la tarde de hoy es más agradable para el almuerzo quedarse en la solana del exterior de la cabaña, alternando entre las raciones de lata de sardinas -o lo que sea- y las raciones de vistas, que, en éstas, vamos ya bien servidos.



Desde allí hasta la cumbre de la Najarra, un paseo en ligero ascenso, quizá menor que el que se experimenta a esta hora de la digestión. En La Najarra, apenas 15 m. menos que Bailanderos, se acaba por el E. la Cuerda Larga. Abajo, y desde aquí parece muy abajo, el puerto de la Morcuera; y más allá, hacia el puerto de Canencia, la Perdiguera, el gran cortafuegos y los pinares que recorrimos el último día entre la niebla.



Hay que tomarse con calma el descenso, salvando un par de escalones de rocas más escabrosos y, para los aficionados al contorsionismo o al baile del limbo, pasar por debajo de un alambre de espinos sin merma de la compostura, de las articulaciones y de la camisa. Sin daño y tan contentos, recalamos donde los coches calculo yo que serían las 4,30 de la tarde. José Luis y Antonio llevan ya un rato en la terraza del bar de Miraflores y no queremos hacerles esperar más. Dice José Luis que la crema americana de Ignacio ha tenido efectos taumatúrgicos o casi.