sábado, 4 de junio de 2016

1 de junio de 2016, PEÑALARA POR EL CAMINO DE PEÑA CITORES

Hoy es Rodrigo el que escribe una carta al cronista. Se lo agradezco mucho y también a los que han aportado el material fotográfico, aunque bien se ve que han ido cada uno por su lado. Y cada uno por su lado los publico: la carta, como tal y las fotos, agrupadas por tamaños por aquello de la composición. Me he permitido alguna breve glosa que no creo perjudique el estupendo resultado final.


Querido Paco:

Hoy hemos subido Peñalara por Citores y tú no estabas. Te hemos echado mucho de menos, como al resto de amigos mierconistas que, en gran número, se han ausentado en esta ocasión. Al final solo cuatro acudimos a la cita: Braulio –líder en esta ocasión–, Gonzalo, Juan Ignacio y el que suscribe. El tiempo era ideal para caminar, con un cielo sin nubes y una temperatura alrededor de los 15 grados.

La excursión, que recibió el nombre de Peñalara por Peña Citores, es también conocida como Peñalara por la Senda del Batallón Alpino. Con esta segunda denominación se recuerda a aquel grupo de militares que defendió las posiciones en este terreno durante gran parte de la Guerra Civil. La senda que permite alcanzar la cumbre de Peñalara fue utilizada para abastecer a aquellos combatientes por el lado republicano. Los miembros del batallón eran montañeros y alpinistas que el destino convirtió en soldados.

Salimos a las nueve y media del aparcamiento del puerto de Cotos, a una altura de unos 1.800 metros, dispuestos a seguir por el camino marcado por nuestro geógrafo-tecnólogo Juan Ignacio. Al cabo de unos minutos nos adentramos en un espléndido bosque de pino silvestre. Al salir de él nos encontramos con unas amplias vistas del valle de Valsaín así como una línea de cumbres serranas formada por Cabezas de Hierro, Cerro Valdemartín, alto de Guarramillas, continuando con el alto del Telégrafo y Siete Picos. Frente a nosotros Cerro Minguete, Montón de Trigo y La Mujer Muerta. Llaman poderosamente la atención los horribles, los dolorosos surcos, sentidos como heridas, que las pistas de Valdesquí han producido en la cabecera de Valdemartín.

El suelo de piedras sueltas no es lo más aconsejable para mi tobillo reparado por la mano experta del Doctor Salomón Dayán en una noche de sábado, una vez acabado el Sabath. Por este suelo llegamos un poco más allá del amplio collado que separa la Hermana Mayor, a la derecha, de Peña Citores, a la izquierda. Al llegar a la Hermana Mayor ya hemos alcanzado casi los 2.300 metros de altura. Antes de hacer el último esfuerzo para llegar a la cumbre propuesta nos tomamos el piscolabis habitual. Reanudada la marcha sin ningún evento digno de comentario, pedrera que va, pedrera que viene, superamos la última cuesta cruzando, cómo no, la pedriza correspondiente y alcanzamos el vértice geodésico que marca la cima de Peñalara. Nuestro gozo, ya grande en ese momento, se ve incrementado, si fuera posible, cuando nuestro geógrafo nos dice que el tiempo neto empleado dese nuestra salida en Cotos a la cima de Peñalara había sido de 1 hora y 50 minutos. ¡Y es que uno a veces se siente como un chiquillo! ¿Será el mal de altura?

El camino programado se alargó un poco porque seguimos andando por la cuerda hasta conseguir una buena vista del Risco de los Pájaros. En el descenso desanduvimos parte del camino recorrido hasta llegar a la cima, hasta un punto en el collado que separa las dos Hermanas. Desde entonces solo nos quedó recorrer el zigzagueante camino que desciende por la ladera norte de nuestro pico poblada, según me indican, de piornales y cambroneras. En un recodo de este camino tuvimos la comida. El postre de chocolate fue en esta ocasión, como te puedes figurar, Paco, más abundante que lo habitual. Ya solo nos quedaba dos kilómetros escasos para volver al punto de partida.

Siendo tan diligentes nos quedó tiempo para sentarnos un rato en una mesa de la venta Marcelino y debatir placenteramente un ratito. Y constatar cómo este Marcelino sigue en sus trece de ofrecer una sola marca de cerveza, y que no es Mahou. ¡Imperdonable!

Mierconistas de mente clara: ¡no me sean ya tan pendejos y acudan en mayor número a la próxima cita, sin que el camino pino os encoja el corazón y otra cosa que no quiero mencionar!

Y otra vez, querido Paco, me acordé de ti, pues si hubieras venido no hubiera tenido yo que escribir esta croniquilla que aquí acabo.

Rodrigo

Notas del editor.
  • Yo también os eché de menos.
  • El mal de altura no hace sentirse como un chiquillo. Nunca de un mal se deriva un bien. Chiquillos, sí lo sois, de corazón muy joven aunque un poco frioleros.
  • El de la camiseta sentado de la foto inferior de la derecha no era del grupo, ¿me equivoco?




  • ¿Quién os hizo la foto de la cumbre?. El terreno allí arriba no es muy propicio para que la cámara se aguante sola. ¿El chico de la camiseta?
  • ¿A que se agradece la nieve cuando hay que tramitar esos largos pedregales?
  • Ya sé que la foto ampliada del risco de los Claveles trata de mostrar la dificultad del paso, pero omite la parte llana y andadera que hay al norte y que permite el fácil acceso a Peñalara desde allí. Lo haremos.


  • Esas manchas nevadas que se desploman hacia la Laguna Grande son traicioneras en invierno cuando forman cornisas voladas sobre el vacío.
    • No te duelan tanto las heridas de Valdesquí: como en el caso de las antiguas pistas de Cotos, de las que ya no queda ni rastro, son de rápida curación.
    • En mi caso, que soy de letras y no hubiera podido concebir semejante ingenio, solamente me dedicaba a las aceitunas rellenas