domingo, 24 de febrero de 2013

20 de febrero de 2013, PINARES DE BUITRAGO

Querido Rodrigo,

Esta vez déjame comenzar por el final. Ignacio ha enviado, puntualmente como siempre,  el perfil de la ruta y su trazado en mapas, acompañando el correo con la frase "estoy impaciente por leer en el blog cómo nos ha ido en la excursión". La frase, aunque producto de fina ironía, me ha producido un cierto temor: el de que lleguemos a reemplazar la vida auténtica por su representación literaria, peligro del que Gonzalo, prudentemente, pone sobre aviso. Me respondo a mí mismo que ni esto es literatura, sino un burdo diario de a bordo de marinos de secano, ni va a quitar a ninguno de los mierconistas la ilusión por su paseo verdadero, con sus fatigas y dolores de pies y sus conversaciones sobre temas de actualidad. ¡Lejos aún de nosotros aquella ficción futurista del cuento de Salva sobre excursiones virtuales!

Y siguiendo ahora por el orden lógico de la narración y pidiendo perdón por el pretencioso prólogo, has de saber que otra vez la amenaza del tiempo cambió nuestro rumbo inicial: de la cumbre del Águila como meta, tal como Rafa había propuesto, a un recorrido llano por entre los pinos de Buitrago, imaginado por Antonio a última hora en un alarde de reflejos y cartografiado instantáneamente por Ignacio, navegante de nuestro navío "Mierconistas" de la clase batiscafo y matriculado en Panamá por aquello de la evasión fiscal.

La expedición partió de Cotos a las 10 de la mañana, tras el café nespresso de máquina de la gasolinera y croissant "un poco pringoso", en opinión de Antonio y que prefirió abstenerse del tal bollo. A las 10,30, ya en Buitrago, nos encontramos con José Luis de A., habitante de las tierras altas, que nos esperaba allí.

La agrupación tuvo lugar, premonitoriamente, en la puerta de un edificio de "pisos tutelados para personas mayores" de la Comunidad de Madrid y bajo las miradas complacidas de algunos de sus moradores.

Un apacible paseo horizontal entre pinares y jarales, en una mañana de ambiente solamente fresquito y húmedo y de nubes bajas, nos acaba situando ahora bajo la mirada no menos complacida de un hato de reses mansas a quienes de seguro proporcionamos distracción en su monótono y satisfecho rumiar. Y es que, comentamos, en este invierno, el campo no ha dejado de estar verde de corta pero jugosa hierba: la escasez únicamente para los de dos patas. Así, las culpas solamente van a quienes son capaces de merecerlas, principio de justicia distributiva que no debería contar nunca con excepciones.

Gonzalo y yo tenemos una estimulante conversación sobre reglas, derecho, instituciones y sociedad en la antigua historia de España, todo por el provocador artículo "La Taula de Canvis" compartido oportunamente por Antonio. Nos admiramos de que, en aquellos tiempos, considerados torcidamente por tanto nuevo lector de la historia como casi bárbaros, el entramado social e institucional mostrara conductas llenas de eficacia y respeto a las reglas que ahora brillan por su ausencia.

Lo que sí es cierto es que el paso del tiempo no perdona, como pone en evidencia una casa de gran porte que aparece ante nosotros, ahora abandonada y ruinosa. Y, más tarde, la silueta altiva de los restos de la Casa del Bosque -o palacio de Osuna como dicen caminantes y senderistas-, evocación de la poderosas familias Mendoza e Infantado y de recios tiempos de la historia de España. Habrá que acercarse a él algún otro día para verlo de cerca.

Después del desdoro de pisar asfalto durante un rato y ya cerca de las dos horas de camino llegamos a las cercanías de la presa del embalse de Puentes Viejas y nos acercamos a su orilla. Como el embalse no está lleno, queda como un playón extenso, de tierra vista, con grandes piedras lavadas, limpias de musgo, y con restos de ramas retorcidas de arbustos que no han podido sobrevivir a muchos períodos alternos de inmersiones completas y rigurosas sequías. Allí nos detenemos, contemplando el terso reflejo de las nubes en el agua y hablando de nuestras cosas.

Mientras damos cuenta del plátano y las almendras, hoy enriquecidos con dátiles y las afamadas bolitas al queso de Ignacio, alguna mirada se pierde en la ensoñación de la gran masa de agua y el horizonte lejano de bosque y cumbres nevadas. Ignacio y Salva sugieren bellos encuadres al fotógrafo, que acepta.

Alguien descubre en el suelo una forma esférica de color gris verdoso, de superficie punteada y tacto áspero, muy dura. Se sugiere que es una seta de la especie "lycoperdum" o pedo de lobo fosilizada o quizás una gigante agalla de roble. Cuando finalmente la rompemos, descubrimos su auténtica naturaleza. Se trata de una pelota, de las que imitan los balones de basket, por la que ha pasado el tiempo y la intemperie. Un poco más arriba, un gran cartel azul con la estrellada bandera de Madrid y el escudo del Canal de Isabel II advierte: "Prohibido a anar y a ajarse". Nos complacemos de que, por fin y puestos a prohibir, hayan decidido aplicarlo a conductas tan poco propias de personas civilizadas. Luego, melancólicamente, caemos en la cuenta de que algún burlón ha modificado la leyenda, que antes rezaba "prohibido acampar y bañarse". Ambos sucesos demuestran que este grupo aún conserva viva la fantasía y que no necesita encontrar claves ocultas para disfrutar con las aventuras de Alicia.

Tras el piscolabis reanudamos la marcha. No pudimos llegar hasta la misma presa, habiendo añadido así un elemento más a nuestra ya dilatada colección de visitas y vistas a obras del Canal: una alambrada lo impedía. Nos contentamos con una perspectiva lejana. Así que, sin más, emprendimos el regreso, ahora por una pista cercana al embalse, con buenas vistas de la masa de agua . En algunos puntos parecíamos situarnos sobre un gran acantilado alfombrado de verde musgo. Dulce temperatura, silencio y el placer de caminar entre pinos, de tronco alto pero torturado, enmarcando el paisaje de agua y cumbres nevadas. Allá, al otro lado, la silueta rojiza de la Casa del Bosque.

La comida, cerca de cuatro horas y 11,5 km. desde el inicio de la ruta, sentados en unas buenas piedras y otra vez bajo un cielo plomizo de nubes grises. Languidecen las conversaciones, como la tarde: armas de la guerra mundial, Microsoft, el estado de las finanzas públicas y privadas que esas sí que languidecen. Cuesta ponerse en pie para seguir el camino, pero ya no queda mucho y hay vida después de los miércoles.

A eso de un kilómetro y medio del pueblo de Buitrago renace en algunos el espíritu de aventura y decidimos abandonar el trazado fácil y seguir por la orilla del embalse. Antonio, líder y guía de la ruta, no puede por menos de exclamar "Sic transit gloria mundi!", consciente de que su papel, impecablemente desempeñado hasta ahora, ha concluido.
El terreno se hace más agreste, con subidas y bajadas, dando lugar a vistas en escorzo de algunos de los mierconistas. Encontramos un bonito lugar elevado, como un púlpito natural sobre el pantano, y Gonzalo se presta a hacernos una última foto. El abandono del camino da lugar a que el grupo se fraccione, ya en los arrabales del pueblo. Pero, felizmente, nos volvemos a reunir enseguida al lado de los coches, sin daños ni ausencias, 5,45 horas y 16,5 kilómetros después de nuestra partida.

Aún queda tiempo, antes de las despedidas, para que José Luis de A. recoja un nuevo título otorgado por Salva: el de Emperador de la Aceveda, así escrito en su forma antigua, imperio de enorme extensión. La sonrisa del homenajeado indica bien a las claras que el título le complació. Entre curioso y perplejo presenció la escena un residente de los pisos tutelados.

No me queda más que decir, respondiendo al interrogante planteado por Ignacio, que creo que nos ha ido bien. Al menos, al que suscribe le ha ido muy bien... aunque melancólicamente. Será por la gris mañana.

Siempre añorando tu compañía... y tu chocolate.




2 comentarios:

  1. Mensaje enviado por delegación real del Adelantado de Panamá, que parece que debido a su rango, este blog no le soporta comentarios.
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    Querido Paco:
    He de decirte que esta pasada noche estuviste en mis sueños. Acababa de ver con mi mujer (esposa, en Panamá) esa peli Zero Dark Thirty (a ti te lo puedo decir así porque tu excelente inglés me lo permite) sobre la ejecución (¿te parece adecuado el vocablo?) de Bin Laden. Mis sueños eran agitados pero, de repente, se hicieron relajantes, como las manos de Jana Díaz trabajando sobre mi tendón de Aquiles cansado por tanta caminata. Me encontré que caminaba con un señor alto y muy solemne que me decía: “Este Paco es un tipo formidable”. Yo asentía y añadía “Además es un escritor colosal”. Y así para que quede para la historia, en Albrook, Corregimiento de Ancón, a 24 de febrero de 2013.
    Hoy ha llovido pero, sin embargo,
    Un cálido y fuerte abrazo,
    Rodrigo

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    1. Querido Rodrigo (y querido Igancio como remitente),
      No me extraña que tengas esos sueños, que yo llamaría pesadillas, después de ver en el cine tal fragmento de la historia de nuestros horrores contemporáneos. Luego, lo de Jana, aparece como el típico freudiano mecanismo de compensación. Pero lo que viene después es, seguro, solamente fruto de tu afecto, no de otra forma se puede interpretar. Así que te agradezco mucho (a tí y al caballero alto) el comentario elogioso, que finalmente publico por mi amor a la libertad y porque la figura del censor siempre me ha sido profundamente antipática. Pero también pido públicamente que mejor destinemos el espacio de los comentarios para los apuntes, subrayados, correcciones, adiciones, enmiendas, complementos u ocurrencias dictadas por los avatares de los mierconistas y la ruta que se describe, con lo que el editor también difrutaría y no tendría de qué ruborizarse.
      Por cierto, ya que estás ahí, supongo que plantarás la bandera de los mierconistas en el cerro Ancón, ¿no?.
      Abrazos fuertes.
      Paco

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