lunes, 10 de octubre de 2022

5 de octubre de 2022, VALDEMAQUEDA

Hizo bien Rafa en descartar un "siete picos", excesivo para estos momentos de rodaje, y sustituirlo por una vuelta larga y relativamente llana por esos preciosos pinares ondulados que se extienden a ambos lados del río Cofio entre Valdemaqueda y Robledo de Chavela. Pero salió un día de veranillo de San Miguel, muy caliente en el centro del día, y hubo que trajinarse el paseo algo más de lo previsto. Especialmente este cronista, demasiado sensible no sabe por qué a las altas temperaturas, anduvo como buenamente pudo la segunda parte del camino... pero "andó" y trata aquí de resumir lo que recuerda de la jornada.

A las 10:15 de la mañana, la buena temperatura en la terraza de un bar en el centro mismo de Valdemaqueda invita a prolongar el rito de los cafés. Hoy somos ocho: Antonio, Braulio, Gonzalo, Ignacio, José Luis, José María, Rafa y el que suscribe.

10:33 En la terraza del bar de Valdemaqueda.

El punto de partida está a poca distancia del pueblo, en el arranque de una buena pista que apunta hacia el sur. Hay sitio allí para dejar nuestra pequeña flota de vehículos sin interrumpir el paso de otros. Aún es liviano y fresco el aire de la mañana, como invitando a ponerse en marcha sin pérdida de tiempo.

11:04 Al poco de empezar el paseo.

Durante toda esta primera parte de la jornada, el camino ondula -como el pinar- en pequeñas subidas y bajadas. En el horizonte, el perfil, borroso por la calima, de la Almenara y otras cumbres modestas, de mil metros y pico, rocosas, quizá duras de ascender. Terreno seco, de jaras sin flor, de piñas abiertas en el suelo. El grupo se fragmenta y este cronista hace piña -de otra clase- con Antonio.


En la parada del piscolabis no hay más obligación que la de la hora. Ni por el ritmo de la marcha, poco exigente, ni por las suaves pendientes se necesitaba reponer fuerzas, pero nuestras rutinas están bien establecidas y siempre hay cabida para el plátano y las canicas de queso de Ignacio. 

12:25 Terminado el tentempié, hora de seguir

Más de dos horas desde el inicio del paseo y apenas se ha recorrido una tercera parte de la ruta. Hay todavía un largo trecho, en suave descenso, hacia la hondonada del río Cofio. Se puede disfrutar del pinar inmenso, del silencio. Basta con atender de vez en cuando al terreno para evitar el traspié en el hondo surco del agua o el resbalón en las piedras sueltas.

13:32 En el último tramo de descenso, pasado el risco del Gelechal

Hay un nervio piriforme que ya ha dado la lata a más de uno en este grupo. Ahora le da por ensañarse con uno de nosotros en particular y, todavía a mitad de camino más o menos, buscamos una salida que evite el largo trecho ascendente de vuelta. Así que, precedidos por Ignacio, que prolonga algo más la exploración, tres de nosotros bajamos hasta el Río Cofio para tratar de encontrar un acceso a las pistas que acaban en la carretera de Cebreros. No tenemos éxito y volvemos a unirnos al grupo que ha aprovechado este rato para el almuerzo. 

14:30 Verde ribera del Río Cofio

Ese descanso y la aplicación de remedios de botiquín de campaña han sentado bien al doliente, que continúa la marcha sin apenas resentirse. Los del reconocimiento del terreno comemos con calma nuestros bocadillos antes de seguir a los demás, que se adelantan.

15:30 En la sobremesa de la comida del segundo grupo

Tras los pasos de los cinco que nos preceden, con calor y a buena marcha, emprendemos el regreso siguiendo el curso del arroyo de la Hoz. Siempre por pista, entre encinas y pinos, -algún ejemplar de imponente talla- los de la sombra humana y redonda que decía el escritor, hoy insuficiente para aliviar el bochorno de la tarde.


El cronista va más despacio que sus dos amigos; se detiene con frecuencia para admirar el bosque y hacer fotografías con la cámara y la retina aunque la inspiración no le acompañe. Tampoco le acompañan las fuerzas y se sienta un largo rato sobre un tronco caído allí donde le parece que corre algo de brisa, en una de las últimas curvas de la pista, a unos cientos de metros de la carretera. 

16:52 Donde el tronco caído, reponiendo fuerzas y admirando el contraluz.

Ya en la carretera, el cronista exhausto ni siquiera tiene que caminar por el asfalto los últimos metros. Gonzalo se ha acercado hasta allí con su coche y le lleva hasta donde se quedaron los demás esta mañana. El cronista agradece mucho su solicitud. 

Cerca de 15 km. de distancia y de 400 m. de desnivel

El cronista necesitaba un refresco, así que se une sin dudarlo a los que proponen una parada en  la terraza del bar ya conocido de Robledo de Chavela. Allí sentado, a la caída de la tarde, el vaso bien frío entre las manos, el cronista olvida la afrenta de su termostato corporal y muestra su reconocimiento al organizador del paseo, buena aproximación a los preciosos paisajes de la cuenca del río Cofio, donde volveremos ahora que ya conocemos algo más de sus vericuetos.

1 comentario:

  1. Muy buena crónica a pesar de las dificultades. Realmente el calor ha sido un poco asfisiante a partir de mediodía, pero lo hemos superado. A por otra.

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