sábado, 12 de octubre de 2019

9 de octubre de 2019, TEJO DE BARONDILLO ENTRE ARROYOS

José Luis H. dice de esta entrada en nuestro cuaderno de bitácora: "Crónica de la ruta que yo he titulado Tejo de Barondillo entre Arroyos realizada por un nutrido grupo de Mierconistas el 9 de octubre de 2019". Y como es natural y porque está muy bien, se acepta y publica tal cual.


El objetivo claro de esta ruta es llegar a ver el denominado “Tejo de Barondillo”, que es, aunque algunos no mierconistas lo duden, un árbol. Uno de los árboles más viejos de la Península Ibérica, y, según dicen, el ser viviente más viejo de toda la Sierra de Guadarrama y de la Comunidad de Madrid. Todo un aliciente. El segundo objetivo, no menos importante, es disfrutar de la naturaleza en estado puro en un miércoles de otoño que, por los caprichos del clima, o no, se parece bastante a lo que podría ser un miércoles de finales de agosto o principios de septiembre. He querido agregar al título inicial “entre Arroyos” porque, verán ustedes, a lo largo de la jornada tomamos contacto, vemos o atravesamos hasta cinco Arroyos, un Río y un Embalse, todos ellos con agua, lo que no deja de ser un milagro más de la naturaleza en este entorno de la sierra de Madrid.

La cita es a las 10:15 de la mañana para tomar un café en el restaurante de Rascafría y tener tiempo de que algunos compren el afamado chocolate natural San Lázaro. Liderados por Gonzalo (del que celebramos su reincorporación), acudimos: Antonio, Pedro, Rodrigo, Aurelio, Ignacio, Joaquín y este cronista.

Solucionado lo del chocolate, y el método de su conservación durante la jornada, nos desplazamos hasta la explanada de aparcamiento situada en las inmediaciones del Restaurante La Isla a la altura del Km. 31,7 de la M 604, de donde partimos a eso de las 11:00 horas, lo que se corresponde con precisión con la hora planificada.

Iniciamos la marcha dejando a nuestra espalda del Arroyo de Navalahuesa caminando sobre el sendero que se adentra en el bosque entre la carretera y el Río Lozoya o de la Angostura. El camino es cómodo y abrigado por el pinar.



Sin embargo, un mierconista no está exento de caer en alguna trampa si se dedica a explorar fuera de él. Véase los efectos de meter la pata donde no se debe, es decir, en un barrizal camuflado bajo la espesa pradera.

Una vez comprobado que no hay daños mayores, continuamos la marcha. A nuestra izquierda aparece el Embalse de la Presa del Pradillo al que alimenta el Río Lozoya.

A eso de las 11:45 nos acercamos al Río poco antes de alcanzar una magnífica pista que transcurre por lo que en el mapa señalan con el bonito nombre de Colada del Camino de las Vueltas. Siempre paralelos al Río Lozoya. A nuestra derecha el Arroyo Orégano.

Caminando, caminando, se nos hace el mediodía. Hora de reponer fuerzas con lo que cada uno considera oportuno pero que tiene el atractivo añadido del intercambio de bolitas de queso (esas no fallan), dátiles, orejones y demás artículos suculentos, mientras conversamos. Como se puede observar, el promontorio donde descansamos está dotado de suficientes piedras de todos los tamaños y formas a gusto del consumidor.



Continuamos ahora subiendo por una buena pista y a buen ritmo. Cruzamos el Arroyo Valhondillo por primera vez y algo más tarde, a eso de las 13 h, lo cruzamos por segunda vez donde hacemos una parada de reagrupamiento. En este lugar confluye la pista por la que ahora subimos con el camino que posteriormente tomaremos para bajar desde el Tejo. En las inmediaciones aparece el Arroyo de los Pinganillos que alimenta al Valhondillo.



Nos queda un buen rato de subida hasta la cota 1600 donde llegaremos a la hora de comer, alrededor de las 14h. De nuevo elegimos un lugar bien dotado de piedras que permite un cómodo asentamiento y reposo. El lugar está situado en las inmediaciones de la bajada hacia el Tejo de Barondillo. Esto nos permite observar las evoluciones de otros grupos de senderistas. Unos vienen y directamente bajan, otros se quedan a descansar y tomar algo y, alguno de da la vuelta directamente cuando alguien descubre que el famoso Tejo es “solo un árbol” y no merece la pena el esfuerzo. Aquí lo dejo. El caso es que disfrutamos de una buena comida de bocadillo donde no falta el magnífico Muriel de Aurelio ni, por supuesto, el sabroso chocolate de postre que nos ofrece puntualmente Rodrigo.



Nosotros si tenemos un objetivo y vamos a visitar y saludar al Tejo que, con la edad que tiene, bien se lo merece. A eso de las dos y media de la tarde emprendemos la bajada hacia el Tejo. El tramo es corto aunque con cierta pendiente. De nuevo cruzamos, esta, vez sin puente, el Arroyo Valhondillo.



De pronto, a eso de las tres menos cuarto, allí está con su imponente porte, el anciano Tejo de Barondillo. Según la información colocada por la Comunidad de Madrid de entre 1300 y 1800 años de edad. Viejito pero bien conservado. Dignamente protegido por una valla que delimita el área de crecimiento. Más que contar cosas sobre él lo que conviene es admirarlo un buen rato.


El entorno es asimismo muy agradable y se pueden observar otros tejos más jóvenes de una pequeña colonia entre grandes pinos y todo tipo de vegetación. Aprovechamos el lugar para hacernos fotos del grupo y del líder, que se lo merece.



A partir de aquí la bajada. Un tanto incómoda en algún tramo inicial, motivo por el cual tres de los asistentes deciden regresar por el camino de ida mientras los demás continuamos por el sendero previsto que pronto se hace más cómodo. Nos reunimos no mucho más tarde en el lugar donde se encuentran el sendero y la pista. Con el grupo al completo seguimos el descenso por la pista. Pronto cruzamos, en dos ocasiones, el Arroyo del Paraje que también alimenta al Valhondillo. Enseguida el Puente de la Angostura.

La bajada es ahora cómoda y la marcha permite disfrutar del paisaje que es hermoso y variado. A eso de las cinco menos cuarto estamos ya a la altura del Embase de la Presa del Pradillo muy cerca del final de esta jornada de 6 horas y cuarto. Hemos caminado 5 horas y casi 14 Km con un desnivel acumulado de 465 m. Satisfechos.




2 comentarios:

  1. Por alusiones y aunque el narrador ha sido muy elegante no citando el nombre del metepata, declaro que he sido yo. Supongo que alguno de vosotros habrá oído noticias como ese camión que se metió en un pantano siguiendo las indicaciones del GPS, o el otro que se empotró entre dos casas en una calle solo apta para carros de un solo caballo. Pues bien, yo voy a echarle también la culpa al GPS de mi embarrancamiento.

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  2. Con GPS o sin él, son cosas del oficio (o de la afición)

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