Traslado a este cuaderno de bitácora la crónica -es un decir- enviada por Salva en ausencia de este servidor de ustedes. Las fotos -de cuya objetividad no tengo por qué dudar- son de Ignacio.
- ¡Son flechas de los orcos de la montaña! – exclamó José Luis mientras examinaba uno de los proyectiles - ¡Y están envenenadas!
Desde lo alto de unos peñascos un grupo nutrido de orcos se lanzó sobre los acorralados viajeros. Vestían unos harapos príncipe de gales y empuñaban unas cimitarras melladas y oxidadas.
- ¡Estamos perdidos! – se lamentó Salva - ¡Os advertí que esta ruta era peligrosa!
Ignacio dio un paso al frente encarándose con los asaltantes. En su mano derecha llevaba su GPS que mostró a los orcos. Al contemplarlo, los asaltantes se detuvieron y en su rostro se reflejó la sorpresa primero y el terror después.
- ¡Es el cetro de Kya´on! – gritó Rafa identificando el sacrílego relicario mil veces maldito.
Los orcos huyeron lanzando temerosas miradas hacia atrás. En ese momento, Antonio emitió un largo gemido de dolor.
- ¡Qué te ocurre? – preguntó Rodrigo desde Panamá - ¿Te han herido?
- No, no… Es que estoy un poco estreñido y cuando llega el momento…”
Eso es lo que pudo haber pasado y no pasó. En realidad, el día 4 de abril fue mucho más simple y casi banal. Examinamos sin gran interés la Presa del Villar, paseamos por el Pinar de Casasola y comimos como unos señores en El Picachuelo. Eso fue todo…
Qué pena que yo también me la perdí, y eso que estaba allí y me chupé los 11 km. de la excursión. Paco, te aconsejo que abras una nueva sección en tu blog: "excursiones mierconistas en la calenturienta mente de Salva".
ResponderEliminarPor lo que veo, algunos de los que estuvimos allí ese día, hemos hecho una ruta distinta.
ResponderEliminar