domingo, 12 de marzo de 2017

8 de marzo de 2017, COLLADO DEL RIO PECES

Cinco paseantes solamente, para un día y un recorrido que merecían un número mayor. En realidad, fueron cuatro los que completaron la ruta prevista, con este cronista huido a la mitad, más o menos, para acudir a tiempo a otros compromisos. Además del día espléndido, hubo la preciosa vista del reflejo de La Pinareja en el embalse de Puente Alta, la muestra más lucida de los pinos de Valsaín, el rumor de los arroyos, la conquista del Collado, la pradera muy reciente y muy verde, un hermoso encinar, la Cañada Real Soriana que está en todas partes y una pizca de aventura a la otra orilla del embalse. Crónica compartida, también la parte gráfica, entre el redactor habitual y José Luis H.


Entre las 10 y las 10,30 de la mañana, los cinco paseantes se reúnen en un mesón de Revenga, muy cercano al punto de partida. Allí nos informan sobre el rigor con que se persigue a los infractores de la norma que prohibe circular por la carretera que da paso al aparcamiento existente al fondo del embalse; también, de que la pesca ya no se permite. Preferimos no seguir interrogando a nuestro informante por si se ha prohibido algo más. Esto de la "protección del medio ambiente", lo de las cañadas y vías pecuarias, lo del hermano lobo y el hermano pez, da para una tesis, pero no la escribiré aquí y, menos aún, sin subvención.



No se entiende tampoco que el pequeño terreno anejo a la ruina de caseta que hay a la entrada de la carretera asfaltada, hoy convertida en vía pecuaria, haya sido protegido, mediante unas enormes piedras, de los tres o cuatro coches que podrían estacionar allí: otro monumento a la estulticia, tal como el "aparcamiento" vedado a los vehículos, o a la mala bilis.



Pero los paseantes dejamos hoy que los estultos se cuezan en su propia salsa, lo que sin ninguna duda acabará sucediendo, y seguimos nuestro camino por la orilla del embalse, espejo hoy en que se mira la presumida Pinareja que, aunque muerta, sigue tan bella como la vieron nuestros tatarabuelos.



Al final de la vía pecuaria asfaltada, donde el aparcamiento (de ganado trashumante, supone este crédulo cronista), comienza un sendero que discurre más o menos paralelo al río de la Acebeda y que conduce al azud del acueducto de Segovia, que otros llaman, creo que equivocadamente, ataguía. Precioso recorrido, por el bosque de pinos, por la canción del agua, por la fresca sombra que hoy se agradece, por la mullida hierba.




Más o menos a la hora habitual, el medio día, nos detenemos en una zona soleada, en pleno Pinar de la Acebeda, para reponer fuerzas antes de iniciar la subida fuerte de la jornada. Aquí, una vez terminado el piscolabis, compartido como siempre, nos abandona Paco, que tiene otras obligaciones. Esta es la razón oficial. Yo creo que, además, le encanta la idea de una pequeña dosis de aventura en solitario. El caso es que el pequeño, aunque selecto grupo, se queda reducido a cuatro efectivos.



A partir de aquí iniciamos la subida que nos ha de conducir hasta el Collado del Río Peces. La subida es larga y en algunos tramos muy pendiente. Sabiamente marchamos a ritmo lento pero firme. Muy profesional como no podía ser menos. En algunos tramos se pueden observar magníficos ejemplares aislados de Acebo. Llegamos a lo alto a poco antes de las 14h. Es la cumbre del día (1458 m.)Nos hacemos la foto de grupo y, sin gran esfuerzo, nos ponemos de acuerdo para decidir que es una buena hora para comer.



El día es magnífico. No apetece abandonar el lugar, pero el líder nos recuerda, con mano firme, que la bajada es larga y hay que moverse. Algunas dudas sobre el camino de bajada ya que aunque es una buena pista la que tomamos, no se corresponde con la que aparece en el plano de la convocatoria. En algunos momentos, a través del frondoso bosque, las vistas son espectaculares. La vegetación exuberante con ejemplares verdaderamente enormes. Alguno ya seco ofrece un contraste impresionante y nos recuerda que los árboles también mueren.



Aparece algún tramo de camino con restos de nieve helada. No obstante la cosa no requiere la utilización de las ya famosas polainas en ninguna de sus modalidades conocidas. En cierto punto del camino, atravesando el Pinar de Gonzalo y en las proximidades de uno de los arroyuelos, nos encontramos con un extraño "santuario". Un conjunto de pinos sobre cuyos troncos están clavadas una especie de pequeñas "capillas" en cuyo interior aparecen fotos, pequeñas imágenes y otros objetos (tal vez ofrendas). No somos capaces de identificar a qué responde el hallazgo.



La bajada continúa por buenos caminos pero siguen las dudas. Afortunadamente Ignacio consigue contactar telefónicamente con Paco. Él ha hecho la bajada horas antes e informa sobre el estado de la ruta. Vamos por buen camino.



Y ya que lo citan, el cronista, desde el tentempié compartido, había recorrido un largo tramo de pista, horizontal, descansado, fragante de resina y de esencias del bosque, muy por debajo del collado. Unas grandes pilas de troncos aguardan su acarreo a las serrerías de Valsaín.



Continuamos bajando ahora cómodamente entre imponentes encinas a través de la Majada del Pastuero hasta alcanzar la Cañada Real Soriana Oriental, bien señalizada. El camino es cómodo y discurre entre prados en los que sestean plácidamente unas cuantas vacas que nos observan con mirada de auténtica curiosidad.



Atravesamos el Cordel de Peñas Zamurriegas y seguimos la Cañada hasta alcanzar la cola del Embalse de Puente Alta al que alimenta el Río de la Acebeda. Esta vez tomamos el camino que bordea el Embalse por la margen izquierda aguas abajo. El camino es transitable aunque en algunos puntos la maleza lo hace un poco incómodo.



La jornada va llegando a su fin cuando aparece el muro de la presa que se puede cruzar cómodamente y con total seguridad porque está dotado de una buena barandilla. Este cronista se queda mucho más tranquilo cuando Ignacio asegura que esto lo podremos seguir haciendo mucho más tiempo ya que la presa está preparada para transitar en silla de ruedas, aunque sea motorizada.



Atravesado el embalse solo nos queda un pequeño tramo de pista asfaltada hasta llegar a los coches. Sin embargo aún hay tiempo de orientar a una despistada pareja de caminantes que recaban información acerca de cómo llegar desde aquí al puerto de la Fuenfría. En fin, un magnífico día.



P.D. No me resisto a incluir una información que aparece en el cartel existente al comienzo de la pista y que nos ilustra sobre cómo ha cambiado la vida de estos lugares. Cito textualmente: "A mediados del siglo XIII existían (en esta zona) tres ranchos de esquileo con una capacidad para esquilar anualmente 77.000 ovejas..." Hoy, a lo largo de toda la jornada, no hemos visto ni una sola oveja en la zona.

Y el cronista habitual, al hilo de la postdata de José Luis, no puede por menos de citar la Wikipedia: Las vías pecuarias o "cabañeras" son caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo de España para que los pastores y ganaderos puedan llevar el ganado caprino, ovino y bovino a los mejores pastos aprovechando la bonanza del clima: a los puertos o zonas de pastos de alta montaña en verano o a zonas más llanas y de clima más templado en inviernos extremos. Las vías pecuarias suponen 125.000 km. de rutas para la trashumancia en España, el 1% de su territorio, unas 450.000 hectáreas. Jurídicamente, en España, las vías pecuarias son bienes de dominio público cuya titularidad ejercen las Comunidades Autónomas siendo esta protección jurídica la que las hace únicas en Europa. Hasta aquí la Wikipedia. Y el cronista se pregunta donde estará el ganado que usa los 125.000 km. de vías pecuarias para trashumar. A lo mejor es que ya no lo hace o que a José Luis se le ha pasado desapercibido. ¡Únicos en Europa!

Cierro esta crónica con el mapa y el recuerdo que unos pescadores dedican a un amigo muerto; él ya no pescará más aquí, los compañeros tampoco.

4 comentarios:

  1. Qué sentida crónica. Me ha llegado al alma.
    Abrazos, abrazos

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  2. Leyendo la crónica me he sentido transportado a los umbrosos pinares y rumorosos arroyos que tuvisteis la fortuna de transitar. Muy bien descrita la excursión.
    Lo que no llego a descubrir es la autoria de la redacción, aunque supongo que se debe a Jose Luis H. Felicitaciones al Grupo Crónica.

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  3. Esto de los cronistas pareados es una innovación digna de repetir. Por lo demás, reafirmar las palabras de los cronistas respecto a una deliciosa excursión primaveral.

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  4. Veo que esto de compartir crónica, fotos, chocolate, Muriel, etc. está triunfando. Habrá que seguir en ello.
    Nota:Aclaro un pequeño error cometido en mi parte de la crónica. En la P.D. en dónde me refiero al asunto de las ovejas he indicado siglo XIII donde debe decir siglo XVIII.

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