lunes, 6 de marzo de 2017

1 de marzo de 2017, CABEZA LÍJAR Y CERRO DE LA SALAMANCA

Paseo de 13 km., de cerca de 500 m. de desnivel y de más de cinco horas de duración, paradas incluidas. Se parte del Alto de los Leones, con una subida directa a Cabeza Líjar (1.823 m.) y, pasando por el Collado de la Cierva o de la Mina, al Cerro de la Salamanca (1.785 m.). La mitad de la expedición llegó algo más lejos, siguiendo por la cuerda, hasta otro cerro de 1.714 m. El regreso se hizo por la Pista de la Mina y el Camino del Vía Crucis. Cielo despejado durante la primera parte y cubierto durante la segunda. Entre 5º y 12º, sin apenas viento. Debido a la posibilidad de encontrar tramos cubiertos de nieve, se suscitó la cuestión de las polainas. Finalmente no fueron necesarias, pero Antonio las utilizó durante toda la excursión.




La reunión y el café tuvieron lugar en el mesón que hay en el puerto. Nos pusimos en marcha hacia las 10,30 de la mañana. La subida al Cerro Piñonero o de la Gamonosa, primera y única altura antes de Cabeza Líjar, y muy constante desde que se abandona un corto tramo de carretera que bordea una estación de telecomunicaciones del Ejército, se efectúa toda ella por el GR-10, más o menos marcado en el terreno según los tramos.



Un pino de profusas y retorcidas ramas, que encontramos en la subida, está catalogado como uno de los árboles singulares de la sierra; un rótulo anejo lo nombra como "El pino de los abrazos", que es algo así como atribuir a la anatomía del pulpo sus efusivos sentimientos, bien conocidos.



Entre el Cerro Piñonero y Cabeza Líjar hay un modesto collado, el de la Gasca. Desde allí y durante el ascenso, se sigue en paralelo a una cerca de piedra. El último tramo es preferible hacerlo por la izquierda para evitar la confusa combinación de matorrales y rocas; en el fondo, tanto da. El embalse de La Jarosa hoy ha lucido colores cambiantes, muy saboreados por el grupo.



Numerosos paneles informativos jalonan nuestra ruta; tan informativos como alguna de estas crónicas, es decir, poco, mezclan la descripción con la literatura; alguno llega a invitar a "experimentar la observación", en lugar de simple y llanamente invitar a observar; en la panorámica que sirve de apoyo a Gonzalo, se confunde el Cabezo, hermoso pico de 2.187 m., en el macizo Oriental de Gredos, con el Almanzor, la cumbre más alta del macizo Central, mucho más lejana y emboscada entre otras cumbres.



En la cima de Cabeza Líjar, desde el mirador construido encima de un fortín de la Guerra Civil, miramos o experimentamos la observación de los meandros de la autovía A-6 y del panorama lejano de Gredos, con los montes puestos en su sitio por este cronista. Allí tomamos el piscolabis. Después (son las 12,30 y el tiempo apremia), bajamos de la muy urbanizada cumbre en dirección al Collado de la Mina y al Cerro de la Salamanca.



Pero, antes de seguir, el cronista retrata la panorámica de la sierra hacia el otro lado del Alto del León, con la Peñota en el centro, y el grupo de sus compañeros paseantes, en la puerta del fortín y con Antonio en el centro.



Desde Cabeza Líjar al cerro de la Salamanca, una hora corta de camino lento. Ignacio, Rafa, José Luis H.y Braulio deciden continuar hasta el siguiente cerro, donde también hay restos de otro fortín convertido en mirador. El resto nos quedamos, y nos quedamos fríos de la nube oscura que ha tapado el buen sol de este mañana. En el refugio, ruinoso y sombrío, hay un par de ocupantes desocupados, con un perro. Algunos de los que no han seguido inician el almuerzo a falta de otra cosa. A la media hora, quizá algo más, los adelantados vuelven y también almuerzan.



Nos volvemos a poner en marcha y ahora rodeamos Cabeza Líjar por el sur, por la pista de la Mina; dicen que el nombre le viene de una antigua mina de wolframio ("monfran" le llamaba el buen amigo Jesús, el de Valle de la Serena, que trabajó en una de esas minas, en Extremadura). Desde el siguiente tramo de pista, ahora Camino del Vía Crucis, vuelve a haber una vista magnífica de la lejana Pedriza, del embalse de la Jarosa y de Guadarrama y de lo que la vista abarca hasta las torres de la nueva silueta de Madrid. A la espalda queda la nube oscura del quedarse frío, encima de Cabeza Líjar.



En el collage, una explicación del nombre de Camino del Calvario: el símbolo se ha roto o lo han roto; el concepto, probablemente no, como dice muy calladamente la piedra ceñida de alambre de espinos. 

Según Wikipedia, la señalética corresponde a un sistema de comunicación visual sintetizado en un conjunto de señales o símbolos que cumplen la función de guiar, orientar u organizar a una persona o conjunto de personas en aquellos puntos del espacio que planteen dilemas de comportamiento. Los símbolos utilizados en esta zona que recorremos hoy, en azul y rosa pálidos, no guían ni orientan demasiado a estos paseantes; menos mal que no recurrimos a ellos para resolver nuestros dilemas de comportamiento. 

Un emotivo mensaje corto pintado en la pared del fortín, con su respuesta y sus dibujos que tanto mejoran los emoticonos al uso.



Y el regalo de Ignacio para que no se pierda el que lo intente otra vez.


Al regresar al punto de partida volvemos a entrar en el mesón y, además de tomar cafés y refrescos, aplastamos la nariz en la vitrina de los chuletones.


2 comentarios:

  1. Mucho más agradable que la vez anterior. Entonces la tuvimos que hacer en sentido contrario y en condiciones climatológicas adversas.
    Merece la pena por la ruta misma y por las vistas extraordinarias desde cabeza Lijar y algunos puntos más.

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  2. Desde varios puntos de la excursión pudimos observar la Peña Blanca que cual sirena nos llama a Salva y a mí con canticos imposibles de resistir. O nos atáis al mástil o no tardará mucho en que nos veamos corriendo por su falda, ya que a su cumbre solo subiremos en sueños.

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