lunes, 20 de marzo de 2017

15 de marzo de 2017, EL REBOLLO DE LA MALEZA... APROXIMADAMENTE

Paseo sencillo, donde toda la subida se resuelve al principio. Las mejores vistas del valle de Lozoya. Abundante en sombra de pinar, aunque no todo. Con el mapa de Ignacio, unas fotos y dos o tres párrafos, queda todo dicho.


Por las pistas que voy obteniendo parece que ninguno de esos esquivos, huidizos y aprisionados árboles de las fotografías es el "rebollo de la maleza", ejemplar catalogado como singular por la Comunidad de Madrid, y que era el lema y destino de nuestro paseo de hoy.



El "Rebollo de la Maleza" dicen que se encuentra en la ladera septentrional de la sierra, la que mira hacia Lozoya. Se trata de un árbol viejo de tres siglos, de grueso tronco y ramas retorcidas. El pobre está en medio de un espeso bosque de pinos, que lo encierra como entre barrotes tal como a alguno de sus congéneres de las fotos de arriba, y no entre maleza que es otra cosa bien diferente. Ninguno de ellos es el auténtico, hoy remiso a nuestra búsqueda y supongo que tan pancho, aunque cerca le hemos andado o quizás por eso.



El paseo comenzó algo antes de las 11 de la mañana desde el aparcamiento del Área Recreativa Peña Alta, en la carretera del puerto de Navafría, después de haber pasado por Lozoya. Se atraviesa un pinar de troncos muy rectos, salpicado por retamas y algunos robles, primero hacia el este y luego hacia el norte, por una muy pronunciada ladera, hasta llegar al Camino Horizontal en las inmediaciones de la Fuente de las Víboras. Tramo sin sendero aparente, en el que hay que no hay que perder el rumbo ni dejar que se agote el fuelle. Quiero decir que conviene seguir en dirección a la mencionada fuente y no dejarse ir demasiado hacia la izquierda o la derecha y hacerlo con paso corto y regular, que la pendiente es fuerte y aún queda mucho trecho por recorrer.



El Camino Horizontal es una ancha pista, muy fácil de seguir, todo hacia el este en nuestro caso, con tramos de espléndidas vistas sobre el valle de Lozoya cuando lo permite el bosque circundante. En uno de esos claros, hacemos el alto para el piscolabis, con la vista de la Cuerda Larga enfrente, detrás del valle y por encima del embalse de Pinilla.



A eso de la una de la tarde damos con otro buen mirador, más orientado hacia el este, con la sierra de la Cabrera lejana por encima de Garganta de los Montes. Allí nos quedamos un rato, casi todos mirando, que es lo que se debe hacer en un mirador, salvo originales excepciones.



El almuerzo tiene lugar a las dos y pico de la tarde, en otro lugar con vistas y con rocas bien mullidas para una siesta que no llegó a hacerse.



La búsqueda del rebollo de la maleza nos hace a algunos salir del camino y descender unas cuantas docenas de metros en paralelo al arroyo de la Mata. Uno de los árboles de la foto con que se abre esta crónica, concretamente el primero, es el único rebollo que se encuentra en el lugar indicado en el mapa del IGN. Ni viejo, ni grande, ni robusto, queda el arbolito bautizado por Ignacio para el resto de los tiempos como el "repollo quinceañero". El desvío y la infructuosa búsqueda nos ha puesto ya en las tres de la tarde.



El resto del paseo, todo en descenso, no ofrece ninguna dificultad. En ningún momento se abandona la pista y abunda la sombra. Llegando al área recreativa donde se han quedado los coches, se atraviesa el arroyo de la Fuensanta, en ese punto que aparece en el mapa como la Trinchera Grande. Queda para otra ocasión el encuentro con el evasivo Rebollo.

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