lunes, 25 de enero de 2016

20 de enero de 2016, PEÑA DEL ÁGUILA

Tengo que empezar esta crónica haciendo un elogio de los empleados de la gasolinera de Venturada, donde solemos quedar los miércoles en que planeamos andar por la sierra norte. Y es que, aparte del buen trato y la excelente calidad del café, los chicos que atienden la pequeña cafetería y la tienda de abarrotes y variopintas mercaderías que obligatoriamente complementan hoy en día la operación de reportaje de combustible, son un ejemplo de servicio, honradez y memoria. El caso es que son ya varias las ocasiones en que nos hemos dejado allí olvidadas algunas de nuestras compras matutinas tales como refrescos, periódicos o barras de pan. Pues bien, en cada una de esas ocasiones, los jóvenes empleados han recogido diligentemente, guardado y devuelto a su despistado comprador los objetos olvidados, incluso sin necesidad de que mediara reclamación previa e identificando a cualquiera de nuestro grupo que pasara por allí esa misma tarde o más adelante. Simpatía y conducta ejemplar, que es de justicia reconocer en estos tiempos menesterosos. Además de por eso, todo esto lo digo porque el olvido de una botella de refresco por parte de este cronista afectó gravemente al rendimiento de uno de los paseantes como después se verá.



11:15 El pueblo de Berzosa del Lozoya al fondo y un grupo de excursionistas fragmentado nada más empezar para no faltar a la costumbre. Hemos seguido las indicaciones "zona de vuelo" que hay en el pueblo para llegar a esta bonita explanada que nos sirve de aparcamiento. Lo de zona de vuelo se refiere a la práctica del parapente desde las alturas que dominan el pueblo, actividad deportiva que se trata de promover por el municipio de Berzosa. Esto de la oferta de deportes para el éxodo rural de fin de semana de los madrileños, es una cosa que va en aumento como puede constatarse en esta relación de una empresa: "alquiler de veleros, barranquismo, BTT, buceo, canoas, descenso de barrancos, escalada, esquí náutico, excursiones, geocaching, jet ski, karting, kayaks, kitesurf, motos de agua, mountain bike, paddle surf, paintball, paseos en barco, paseos en caballo, paseos en globo, pesca, piragüismo, quads, rafting, rutas a caballo, segway, senderismo, skydive, snorkel, submarinismo, surf, tirolinas, trekking, vías ferratas, vuelos en globo, windsurf, deportes de riesgo, turismo de aventura, viajes de aventura, turismo activo, deportes extremos, webcams, consultar el tiempo, despedidas de soltero, paquetes de actividades, team building, eventos para empresas, wakeboard, vuelos en avioneta, esquí, raquetas de nieve, espeleología, tiro con arco, parque de aventura, zorbing, orientación, airsoft, laser tag, fin de semana, packs de aventura, escapadas,..." Ya saben: si se llegan a cansar de esto que hacemos los miércoles -¡no lo quiera Dios!- la variedad de asuntos más o menos deportivos a los que dedicarse, incluidos aquellos que no tengo ni idea de en qué consisten, es prácticamente infinita.

Hace fresco, pero solamente eso; sin apenas viento y con alguna breve aparición del sol para entibiar articulaciones, afectos y pasiones.



Un poco más allá del lugar en que se quedan los coches comienza una larga pendiente, por fortuna muy tendida, que se tramita por todos los del grupo sin mayor dificultad y cada uno por su lado a estas horas todavía tempranas y de fuerzas intactas.



12:07 Sin mucho correr y remontando una última corta y fuerte subida, llegamos al Collado de Peña Parda, apenas a 2 km. del arranque del paseo y ya en la cuerda de la sierra que vamos a recorrer.



Quizá sugestionados por el esfuerzo de la rampa final, se decide hacer un alto allí mismo para beber y para un mínimo piscolabis. Espontánea y generosamente, Salva ofrece al cronista, que ha olvidado su bebida en la gasolinera como queda dicho más arriba, compartir el contenido de su cantimplora, y así se procede al trasvase de "pis de hadas" -como el donante poeta califica a la bebida isotónica- de la botella de Salva a la de un servidor de ustedes. Merma pequeña, según creo recordar, pero suficiente para que la cantimplora de Salva se agote antes de lo previsto. Con la misma largueza, Salva se dispone a compartir sus almendras y avellanas, pero ya se han anticipado a la pitanza unas lustrosas orugas de color verde claro, que han invadido el recipiente - vivero tejiendo una red de aspecto poco apetitoso. Se ve que, en cualquier caso, lo que se lleva hoy es compartir.



En menos de diez minutos se reanuda la marcha. Ahí más adelante, al final de los pinos, comienza el tramo de sierra pelada, una sucesión de suaves rampas que nos lleva, siempre en dirección norte, hasta la Peña del Águila, de 1657 m. Es decir, que desde el collado de la Peña Parda hemos ascendido 277 m. de una tirada, lo que no está nada mal para los tiempos que corren.

Cresteando hacia la Peña del Águila y oteando


Este recorrido es pródigo, todo él, en hermosas vistas. Tal como ustedes pueden mirar ahora el paisaje en estas fotos, pero más y mejor, los que anduvimos de verdad y no blogueramente disfrutamos de esa inigualable sensación de la altura y del viento sutil y de la compañía silenciosa de la sufrida roca. Oportunidad para ejercitar la larga mirada y el hondo aliento, para tratar de penetrar las brumas de abajo, que es lo que siempre se acaba haciendo cuando somos capaces de elevarnos un poco.



13:25 Otra prolongada cuesta y ya estamos en la Peña del Águila. Es todavía pronto para el almuerzo, así que algunos, con ganas y arrestos suficientes, deciden seguir hasta la siguiente cumbre de esta cuerda, que los mapas señalan como algo más alta, muy poco más, que la que acabamos de alcanzar.



Es un corto y bonito trayecto, que se puede hacer pisando hierba o rocas, a gusto del consumidor, aunque algo de las dos es obligatorio en alguno de los tramos. Se llega así a un promontorio de peñas más bien angulosas, en el que, a falta del cilindro habitual para señalizar los vértices geodésicos, cruces o banderas, un palo como de escoba marca el punto más alto de lo que aparece en los mapas como Alto de las Rozas. Un poco más allá, el Collado de la Tiesa, puerta de acceso desde aquí a la Peña de la Cabra.



Desde las 13:45 hasta las 14:00 por allí nos quedamos, siempre con las espléndidas vistas y haciendo un poco de tiempo para dar lugar a que Ignacio festeje la conquista enarbolando el palo de escoba de la cumbre. Por toda esta sierra hay restos de construcciones, no sabemos si pecuarias o bélicas. Más tarde, encontramos al paso algunas con troneras, por lo que nos decantamos por la opción militar, aunque bien se sabe que, para las buenas almas, las lanzas se tornan en arados y así, seguramente, estas paredes hayan acogido sucesivamente combatientes y pastores, fusiles y ovejas. Como en tantas ocasiones, no estoy seguro de lo que digo, pero ya me gustaría que hubiera sido de esta forma.



Volvemos a la Peña del Águila, donde nos esperan los que no han puesto interés en aumentar las conquistas del día. En el interior del recinto rupestre, por supuesto en la zona de comedor, damos buena cuenta del almuerzo. Hay viandas diversas y pan y vino y chocolate y hasta una buena copa. Hace más fresco o se cumple lo del español fino que todos ustedes sabrán: puede que ambas cosas. No es cosa, por lo tanto, de coger frío, así que emprendemos el camino de regreso no mucho más tarde de las 14:30.



Aunque en descenso, el recorrido de vuelta tiene también sus tramos de subida, en esa forma de tobogán o montaña rusa tan propia de las crestas serranas. Y ahí aparece la consecuencia del olvido de la gasolinera, en forma de extenuación de Salva por escasez de bebida, bien que no lo supimos hasta que se diagnosticó días más tarde por quien podía hacerlo. Me propongo a mí mismo la enmienda para no provocar esos estados carenciales en mis compañeros de ruta y propongo a los demás para la próxima excursión un entorno lacustre o fluvial de manera que por agua no quede. De todas formas, la cosa no llegó a mayores, aunque en un determinado momento se buscó un camino que acortara el descenso. Mientras tanto, ahí tienen ustedes, en las fotos de más arriba, una muestra de los paisajes de esta parte del paseo, con sus fortificaciones y roquedos, pinares y horizontes.



Y si quieren saber por donde anduvimos en ese tramo final del recorrido, subiendo y bajando, tomen nota de esta pequeña muestra de topónimos: pico Albirigaño, collado de Matalinares, peña Portillo y collado del Portillejo. No me digan que no les gusta. A nuestra izquierda, es decir, al oeste, la Peña de la Cabra, hoy de aspecto un tanto lúgubre y huraño vaya usted a saber porqué. Y ya para acabar, el descenso más acentuado por el buen camino del Collado de la Fuente hasta el lugar donde habíamos dejado los coches.



17:20 Han pasado casi tres horas desde que iniciamos la vuelta en la Peña del Águila. Lo que hicimos en dos horas y cuarto al subir, nos ha llevado casi tres horas al bajar. Por decir algo, digo que me alegra ver que este grupo rompe con lo establecido y normal. Y colijo que voy a tener que modificar el peso habitual de la letra en estas crónicas, o sea, hacerla ligera y breve en la primera parte y detenida y profunda en la segunda. Y eso, a pesar de que estoy de acuerdo con aquello de que segundas partes nunca fueron buenas, salvo empeño por demostrar lo contrario.



Números según registros de Ignacio: 13,3 Km.; 6 horas en total y 666 m. de desnivel.

2 comentarios:

  1. De la excursión ya está todo y bien dicho por parte de nuestro master of bloggers, pero respecto a la amabilidad del personal de la gasolinera, tengo una enmienda parcial.
    Efectivamente son educados, limpios y serviciales en lo referente al servicio de los cafés con o sin bollitos, e incluso como gestores de la oficina de objetos tontamente perdidos, pero no así de los olvidos de pagar la gasolina.
    Y sobre esto quiero dejar constancia de lo acontecido a un servidor, que habiendo olvidado de buena fe pagar la gasolina, los empleados tan diligentes ellos, en lugar de depositar el ticket en la oficina de objetos perdidos, salieron tras de mí para recordármelo. En fin, la atención al cliente tiene sus límites y ya se sabe que las campañas de fidelización de los clientes son un cuento chino.
    Ignacio

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  2. Agradezco tu comentario o enmienda. Así se neutraliza el posible exceso en mi referencia y se evita que pueda parecer publicidad pagada. De todas maneras, el que salieran tras de ti para reclamar el pago de la gasolina no me parece sino un movimiento oportuno en defensa de los intereses legítimos de la empresa, a no ser que lo hicieran armados de porras y machetes.

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