sábado, 15 de junio de 2013

12 de junio de 2013, SIETE PICOS

Crónica enviada por Rafa con esta prudente introducción: "Querido Paco: Te envío el relato de esta marcha con la pretensión de incorporarme así a la nómina, es un decir, de ilustres colaboradores del blog." Sea muy bienvenido.


El paseo se inició con un café que pasó rápidamente a chocolate con churros generalizado a medida que los renuentes fueron pronunciando la conocida frase "bueno, yo uno sólo". Antonio comienza su precelebración de cumpleaños invitándonos a todos. La salida, puntual, tuvo varios momentos de tanteo y exploración debido al imprevisto cierre de una valla. Si volviésemos a hacer la mili, ni artillería ni nada, seríamos todos asignados a una compañía de reconocimiento.

La Bola del Mundo y la Maliciosa desde el cerro del Telégrafo

Llegamos enseguida a un pequeño promontorio rematado por una imagen de la Virgen donde nos fotografiamos y abordamos a continuación la subida más larga del día para alcanzar el séptimo pico.

En la Virgen de las Nieves
Ignacio en la cumbre del Somontano
También llamado Pico Somontano es, con 2138 metros, el más alto de los que recorreremos hoy. Parece ser que la Sierra de Guadarrama fue conocida en la Edad Media como la Sierra del Dragón por estos siete picos que recuerdan el dorso dentado de estos seres mitológicos.

Piscolabis. Sin calentamiento previo Rodrigo lanza un tema polémico y todos acudimos en tromba a debatirlo hasta que algún elemento sensato reanuda el camino consiguiendo que lo intrincado de  la andadura vaya apagando los ecos de la discusión.

Se suceden a continuación los picos 6 y 5. Paco inicia su particular caza fotográfica de árboles extraños y captura con su cámara formas inverosímiles de ejemplares situados todos en la ladera sur de la serrezuela, que presenta una caída mucho más brusca que la ladera norte por la que transcurrirá la mayor parte de la marcha.
Piscolabis

A la vera de un viejo pino
Picos 4 y 3. El paisaje está poblado de grandes rocas de curiosas formas y apoyos similares a las de la Pedriza y nos acordamos de los alicantinos y de la posibilidad de traerles por aquí la próxima ocasión (con la venia de Braulio), como alternativa más amable a la del collado de la Ventana.

Descenso sumamente agradable hacia el collado Ventoso (al menos nadie menciona rodillas, cuádriceps, etc.). Notareis que nos hemos saltado el 2 y el 1. Llegados al collado Paco se tiende cuan largo es, con la aparente intención de no moverse ni con la ayuda de una grúa.

El abrazo del pino a la roca

Iniciamos el regreso por el Camino Schmid. El hambre aprieta y al supuesto "lider" de la marcha le resulta difícil hacer llegar al grupo hasta la Pradera de la Navilla donde finalmente nos asentamos tras el habitual debate sobre el mejor corro de piedras para acoger el ágape. Rodrigo que, como puede verse, ha vuelto de Panamá fuerte en todos los sentidos, nos ofrece chocolate de tiramisú y whisky de Armenia. Reanudamos la vuelta por el Camino Schmid y tras unos kilómetros llaneando damos fin a la marcha que Juan Ignacio registra en su cuaderno de bitácora con estos guarismos: 10,3 km. y 510 m. de desnivel.

Rodrigo
José Luis
Ya en la venta Arias, agradablemente sentados, Paco quiere vectorizar algo al tiempo que declara su preferencia por las conversaciones abstractas. Antonio, a quien la del chocolate con churros le ha sabido a poco, se empeña en completar su ronda de invitaciones. ¡Felicidades! Nuevos temas candentes se apoderan del grupo que finalmente busca el refugio de los coches con la nostalgia de pensar que ya sólo queda "la del 19" antes del largo paréntesis del verano. 




Rocas y nubes al estilo de los 50

2 comentarios:

  1. Salva, vuelve pronto que te están quitando el cargo de plumilla oficial. Lo siguiente de Rafa será una historia de esas a las que nos tienes acostumbrado, así que para rellenar el vacío deberías de enviarnos unas crónicas del estrangulador de Boston ....o algo así.

    Por cierto, ¿habéis observado la aureola que acompaña a Jose Luis? Se aprecia muy bien en la segunda foto.

    Muchas gracias.

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  2. Ahora, con el sombrero de comentarista, unas adiciones y aclaraciones a la estupenda crónica:

    - La degustación de churros tuvo dos versiones: la de los churros fríos y gomosos ("felipes" se decía en mi familia política, vaya usted a saber por qué)y la de los recién hechos. Creo que las incorporaciones de los renuentes se debieron a la tardía aparición de esta segunda versión.

    - José Luis aparece en las fotografías con dos aureolas. La primera más bien se debe al descuido del fotógrafo, que no debe dejar que ningún objeto sobresalga de la cabeza del que posa, aunque el objeto sea de tan piadosa naturaleza. La segunda aureola la portamos casi todos. Me pregunto por qué las moscas se sienten tan atraídas en esta época por las gorras, sombreros y otros tocados de cabeza.

    - Una garrapata fue avistada en el lugar donde almorzamos provocando el estremecimiento de los mierconistas. Aparentemente no llegó a hacer carne en ninguno. De donde se deduce que los mierconistas son pieza menos codiciada para las garrapatas que para las moscas serranas.

    - Excepto Rafa e Ignacio, el resto de la expedición hizo oídos sordos a mi convocatoria para contemplar desde la perspectiva más cercana tanto alguno de los abismos de la vertiente sur de los picos como los magníficos ejemplares de pinos centenarios que se citan en la crónica. Ellos sabrán por qué se privan de algunas de las más significadas bellezas de la sierra.

    - Tampoco fue atendida, excepto por Ignacio, mi propuesta para trepar hasta la cumbre del primer pico. Habrá que revisar la atribución del título de montañero a los que no pasan de ser simples excursionistas. Se consultará este extremo con Salva, autoridad competente en la materia.

    - Tumbarse sobre la esponjosa y fresca hierba de cualquiera de las praderas de la sierra es un placer obligado en esta época del año y, especialmente, en un día tan caluroso como el que nos tocó disfrutar (22º a las 11 de la mañana en el puerto). No sé si la resistencia de los demás a acompañarme en tal gesto se debió a la natural compostura que mis amigos muestran en cualquier circunstancia o al temor de que la contorsión necesaria para incorporarse provocara daños lumbares. Si es este último el caso, recomiendo incluir el gesto en los ejercicios de preparación física para el deporte de montaña y excursionismo. Si el caso es el de no perder la compostura no puedo por menos que decir enfáticamente: ¡Caballeros!, no saben ustedes lo que se pierden.

    Paco

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