martes, 3 de noviembre de 2020

28 de Octubre de 2020, HORCAJUELO Y EL MOLINO DEL TÍO CECILIO

Los cambios que hacen imprevisibles las acotaciones entre perímetros de las áreas básicas de salud y los del tiempo atmosférico -cambio sanitario y cambio climático- han complicado a Marc su convocatoria y a los miembros de la peña su decisión. Finalmente, atendiendo a augures diversos y sobre todo a su propio criterio, Marc optó por Horcajuelo y Gonzalo, Ignacio, Joaquín, José Luis y Rafa, además del propio Marc y este servidor de ustedes, dieron el paso adelante y se apuntaron a andar dentro de los límites del municipio y de sus propias fuerzas. 

Horcajuelo tiene una iglesia de San Nicolás muy antigua y bien vestida; un museo etnológico, una ermita, un potro de errar y un lavadero público. Incluso tiene un ayuntamiento. Pero, lo que viene más al caso, Horcajuelo tiene rutas turístico - culturales - deportivas y de naturaleza. Ve el cronista en un folleto municipal que una de éstas es una "ruta por los oficios rurales" que, saliendo de "el pastor" llega hasta "la alguacila" pasando por el herrero, la alcaldesa, la agricultora y el aguador, cada uno y cada una, en el folleto, en el género mencionado. Marc no se deja tentar por cantos de sirena antropológicos y culturales y se tira directamente al monte, en correspondencia con las costumbres de nuestro grupo. En concreto, tirarse al monte hoy quiere decir salir del pueblo y encaminarse al molino del tío Cecilio, durante casi todo el tiempo en la vecindad del Río de la Nava o Cocinillas o, mejor dicho, en la vecindad de alguno de los numerosos arroyos sin nombre que tributan a esta modesta corriente fluvial de la sierra norte de Madrid..

10:51 Como Horcajuelo no está muy a mano, hemos tardado en llegar desde Cotos de Monterrey; pero el objetivo de echar a andar antes de las 11 se cumple.

Horcajuelo no estará muy a mano pero, a falta de osos, presume de madrilidad con su madroño.

El día está fresquito, uniformemente nublado, con sirimiri - orbayo - calabobos y pista ancha para ir dando confianza a los paseantes en estos primeros minutos. Luego, conforme se va subiendo, aparecen los baches, el firme descarnado y los charcos, un inconveniente menor para disfrutar de este día, preciosa muestra del otoño.


11:20 Este camino se dirige al norte. Si se sigue andando por él, a 9 o 10 km. más adelante, se acaba en la Sierra Cebollera.

11:45 La lluvia de días pasados, si no la de hoy, ha dejado la pista hecha un barrizal.

Durante algo más de una hora se camina por barro, pisando mejor o peor, el grupo y las conversaciones fragmentados y la vista distraída en la niebla y en los matices de la vegetación. 

11:54 En el cruce del arroyo, donde en el mapa se rotula "puente" por primera vez, Ignacio posa jugando al escondite
11:55 Un pequeño escalón que no llega a cascada ni a salto de agua siquiera

Para llegar hasta el molino del tío Cecilio parece que hay que abandonar la pista y abrirse paso hacia arriba entre matorrales y zarzas que hoy chorrean agua y mojan el calzado y la ropa. Pero no era ese el camino. Cinco minutos de exploración acaban con el hallazgo de un nuevo puente, justo en la antesala del molino. El titubeo ha servido, al menos, para ganar una vista aérea de la construcción y de una fotogénica roca blanca asomada al Cocinillas. Al cronista le hubiera gustado que esta roca fuera la "Peña de la Canal" que sitúa el mapa del IGN un poco más río arriba, pero esa debe ser otra, más alta y menos vistosa, que se eleva sobre el río por encima de los 50 metros y que no llegamos a ver. Queda, como el museo etnográfico y otros atractivos locales, para una próxima vez.


El molino del tío Cecilio es una espléndida casa, iba a decir in the middle of nowhere pero me corrijo: en mitad de la espesura de un precioso bosque, con un río de esos en los que el agua canta, con una vía de  acceso de calidad apreciable. Una sólida construcción en piedra, buenas rejas en las ventanas, leña a mano para una buena chimenea, balcón solana, rincón para el buen tiempo, caseta aneja para lo que se quiera, todo cuidado y parece que en uso. El propietario que ha restaurado este viejo molino y la hospitalaria ausencia de cierres y vallados, candados, puertas hechas de viejo sommier y alambre de espinos merecen los parabienes de este grupo. El piscolabis al amparo de la fachada principal, con el parapeto que da al río como asiento, ofrece hoy al caminante el sabor de una buena posada.

12:15 Una vieja muela de piedra marca el puente que da acceso al molino.
12:30 Piscolabis en el que hoy no hay que echar de menos un asiento.

El trayecto de vuelta nos lleva por la margen contraria del río. Se camina por un terreno más elevado, más abierto, con vistas al muy brumoso horizonte detrás de las abundantes matas de escaramujos. Ignacio disfruta de los diferentes planos del paisaje lejano y los numera. La cámara del cronista no llega a dibujarlos todos nítidamente. Un paseante antes que nosotros ha querido aclarar la vista -su vista- con un colirio y Joaquín cuenta y numera también los viales del preparado ocular que hay tirados a lo largo del camino: uno, dos, tres, cuatro... hasta diez, quizá quince o más. El sorprendente residuo da que pensar aunque todo el esfuerzo sea en vano y no seamos capaces de llegar a ninguna conclusión. A lo largo del camino tenemos también la oportunidad de contar vacas pastando e incluso setas pero no lo hacemos: el vacuno es un género habitual en estos parajes y familiar para el grupo; y las setas, pobres, están ya en franca retirada. Unas y otras ni siquiera han merecido una fotografía.


El recorrido de regreso por el Camino de la Maesa no se hace largo porque el trazado es sencillo, la temperatura, agradable y las conversaciones, jugosas. Tras la curva del Rodeo del Lomo, el caserío de Horcajuelo aparece frente a nosotros separado por la hondonada del río. Llegando al pueblo, un pequeño parque con mesas, bancos y papeleras, se ofrece propicio para la comida. 

14:20 Sobremesa en mesas separadas

Queda aún una buena cuesta arriba para llegar a los coches, que están en lo alto del pueblo. La disculpa para una breve última parada se presenta en forma de bar abierto donde nos procuramos unos cafés y hacemos balance de la excelente jornada.

8,5 km. y 152 m. de desnivel no dan para un balance en aurelios, pero de antonios nos salen 11 y creo que nos hemos quedado cortos.


1 comentario:

  1. Hay que reconocer que esto de las "crónicas en diferido" tiene su trabajo y su mérito por parte del autor y editor. Mucho. También tiene su gracia para el mierconista que las lee y ha estado allí, porque se recuerda y se disfruta con más intensidad si cabe.
    Gracias Paco, eres un artista. Me ha gustado un montón.

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