martes, 22 de septiembre de 2020

16 de septiembre de 2020, RÍO ERESMA

Segunda salida del curso. Antonio nos propuso este atractivo paseo por la orilla del Eresma entre el puente de la Cantina -al final del descenso del puerto de Navacerrada hacia Segovia- y La Granja. Longitud suficiente para sumar algunos aurelios, fácil camino, compañía constante del agua, densos pinares y hasta una pizca de historia. 

Habíamos quedado a las 10 en la glorieta de la entrada a La Granja, pero la zona estaba en obras y no había un solo hueco donde dejar los coches. Hubo un tráfico denso de llamadas para finalmente congregar a la mayoría del grupo en el ensanche de la carretera que va a Segovia al lado del embalse del Pontón donde pensábamos rematar el paseo. Allí se quedarían algunos coches y con otros subiríamos hasta el puente de la Cantina. Pero Antonio avisó entonces de que el aparcamiento en el puente estaba lleno y siguió un momento de titubeos y de elaboración de planes alternativos hasta que decidimos intentarlo a pesar de todo y actuar en función de las posibilidades. Efectivamente había muchos coches en el puente de la Cantina pero algún sitio quedaba, de tal manera que una hora más tarde, más o menos, de la que se había fijado para la reunión inicial, los participantes en la excursión de hoy estábamos ya agrupados y listos para empezar a caminar.

10:57 El aparcamiento del puente de la Cantina a rebosar. Aire puro pero prudentes mascarillas por las "aglomeraciones". Pedro y Antonio ya preparados, Gonzalo más atrás acabando de ajustar su equipo, con el mapa incluido; al fondo, Salva, Joaquín y José Luis.





Echando cuentas, resultó que se había logrado una asistencia numerosa: nueve sobre los doce o trece del completo. Algún atractivo especial debió ofrecer el día para el paseo serrano a juzgar por el gran número de vehículos que había en cada posible aparcamiento a lo largo de toda la bajada del puerto. Quizá las vacaciones aún duraban para muchos; quizá se trataba de aprovechar el paréntesis en esta plaga que, según todas las previsiones, se prolongará; quizá nuestro grupo con su cuaderno de bitácora digital ha puesto los miércoles de moda para pasear, quizá.

11:00 Esta es una ruta tan elegante que cuenta con puerta de entrada en dos modalidades: torniquete y puerta tradicional de bisagras con muelle. La razón de esa doble fórmula no se me alcanza, pero seguramente existirá. Ignacio mantiene abierta la puerta de bisagras para que a los que vienen detrás no se les ocurra optar por la de torniquete y alguno pueda quedar atascado. 

El camino no tiene pérdida: se puede titubear algo al principio por culpa de algún sendero que conduce a la pista forestal que une los pinares de Valsaín con el puerto de la Fuenfría, pero si se orientan los pasos hacia el río, abajo a la derecha, ya no hay más que seguir su curso hasta donde uno haya decidido llegar o la suerte le permita. 

11:10 Este río toma el nombre de Eresma precisamente desde el puente de la Cantina, según dicen. Hasta aquí son los arroyos del Paular, del Cancho, del Telégrafo, Minguete y de las Pamplinas, entre otros, los que han puesto el agua. 



Los días buenos son aquellos en que cada uno se puede vestir como le dé la gana, con camisa o con camiseta, con forro polar, jersey de lana o algodón o cualquier prenda de las llamadas "técnicas" que -milagrosa técnica- dejan entrar el aire y algo de la humedad ambiente pero no dejan salir el sudor corporal. Éste día es uno de esos: fresco en las sombras pero calor al sol; templado cuando se está quieto pero más que tibio cuando se anda; lo justito si se ha pasado de los 70 y tantos pero un poco más si se está en la frontera; que entona para los del buen desayuno y estremece de vez en cuando para los de pocas calorías... Un día espléndido, en resumen.

11:20 Hoy, después del estiaje, la bonita pasarela casi no es necesaria para cruzar el río pero viene muy bien para las fotos de grupo. Antonio aprovecha la oportunidad.


En algún tramo, el cauce del río se estrecha pero el camino sigue bien trazado y hasta pavimentado con grandes losas de piedra de la época de las "pesquerías reales" por lo menos. 

11:50 De Ignacio hoy no se puede decir que no haya pegado palo al agua, o quizá que no haya tratado de pescar en río revuelto. En el Eresma está permitida la pesca con licencia y en temporada. En el caso de la trucha, especie más común, se permite la pesca sin muerte. Así que ya sabes, Ignacio: en el caso de que logres alguna captura, devuélvela al río.

En el Puente del Vadillo, que resulta no ser una pasarela moderna sino uno de los puentes del XVIII que servían al antiguo camino de Madrid, se hace una segunda foto de grupo.

De izquierda a derecha, Salva, Gonzalo, Pedro, Rafa, José Luis, Antonio, Ignacio y Joaquín


Mientras caminamos se me ocurre pensar en la nieve, no sé por qué. Merece la pena hacer este recorrido también en invierno. Sin mayor riesgo que pequeñas desviaciones del camino camuflado a ratos bajo la nevada, el espectáculo de la corriente, donde es ancha, con sus grandes guijarros moteados de blanco y el blando silencio solamente interrumpido por el rumor del agua bien valen la pena. El cronista lo ha hecho y no se ha arrepentido. Quizá lo proponga este mismo curso, que alguno se apuntará. 

12:00 No ha habido oportunidad de desayuno esta mañana y no hay que dejar pasar la hora del piscolabis. Las carreteras hoy ofrecen zonas descanso de vez en cuando; el Eresma las ofrece prácticamente durante todo su recorrido, como ésta, con buenos asientos de roca y la dosis adecuada de sol y sombra.
Después del piscolabis y vueltos al trantrán, una parada no prevista me saca de cavilaciones como las anteriores de la nieve: Salva se ha hecho daño en un pie y procede a las oportunas reparaciones con modernas tiritas, de esas que no se despegan, antes de continuar camino, tan telendo.

En las inmediaciones de la Boca del Asno, hay un desvío, con escaleras empinadas y pasamanos en madera rústica, para bajar al río. El cronista, dado a los desvíos y a los atajos cuando no a las circunvalaciones, no se lo piensa dos veces y baja por las escaleras hasta el cauce. 

12:45 Ignacio se interesa últimamente por la fotografía en blanco y negro y el cronista fotógrafo viene de ahí y se deja tentar. En este lugar, un poco más adelante de la Boca del Asno, hay varias pozas que se utilizan en verano para el baño; ahora, sin bañistas y con poca agua, las grandes rocas al aire, tienen más interés para la fotografía.




13:00 Esa playa de guijarros recuerda al cronista las del Sella, aquí y hoy sin piraguas y sin agua suficiente para navegar. Pero siempre es posible -y alguna vez lo ha hecho- cargar con la embarcación y saltar de canto en canto hasta el siguiente tramo navegable. Fantasías.
El resto de la expedición ha seguido por el camino de más arriba, plácidamente se podría decir. Enseguida, ya todos agrupados, damos con el Puente de Navalacarreta y allí coincidimos con un grupo de gente joven que ha hecho lo mismo que nosotros, o sea, dedicar la mañana de este miércoles de septiembre a holgar y a pasear. 

13:07 Del Puente de Navalacarreta dicen que de sus tres ojos, uno no sirve para nada porque allí no le ha llegado nunca el agua, y que su fábrica es excesiva para salvar una corriente tan magra como la del Eresma. Lo que puede ser es que en los tiempos presentes no quepa la magnanimidad y el derroche con que se acometían las obras antiguamente.


Una de las chicas del grupo con el que coincidimos pregunta algo sobre la dirección a seguir. Alguno de nosotros, no lo recuerdo, le informa. Luego, ella y sus compañeros se hacen una foto. El cronista también les fotografía pero se abstiene de traer aquí la instantánea por respeto a las leyes sobre la protección de la imagen, que vaya usted a saber si alguno de ellos se habría fumado una clase. 

13:10 En el Puente de Navalcarreta esperamos atentamente a que otro grupo se haga una fotografía antes de seguir nuestra marcha. Atentamente: mostrando respeto y cortesía y poniendo atención en lo que pasa.


De puente a puente: de Navalacarreta a Los Canales, separados por tres cuartos de hora de caminar fácil para la mayoría. Para la mayoría digo porque Salva no ha logrado mejorar del todo la rozadura del pie. Ahora se ha nublado y, como ya se va pensando en el almuerzo, no habrá que esforzarse demasiado por encontrar una sombra. A Los Canales no le dedicamos demasiada atención aunque sus detalles merecen la pena. Ni siquiera este cronista se ha esmerado en la fotografía: para otra vez queda; mientras tanto, acudan ustedes a internet donde hay mejor material gráfico.

14:05 El puente de los Canales es más bien un acueducto de madera sostenido por bastos sillares de piedra. Se levantó en el siglo XVI para llevar el agua hasta el palacio de Valsaín y el canal se ha reconstruido recientemente. 




Un poco más allá del sobrio acueducto y ya en la proximidad de La Pradera, un amplio claro del pinar nos ha parecido un buen lugar para la comida. Mientras se come, decidimos acercarnos al pueblo y dejar allí en reposo al compañero del pie maltrecho hasta que volvamos a por él al recoger los coches que se han quedado en el puente de la Cantina.

14: 15 Quizá esa amplia zona sin árboles detrás del grupo almorzando obedece a los trabajos del Real Taller de Aserrío, precedente de La Pradera de Navalhorno y poblado antiguamente por trabajadores vascos que explotaban el pinar de Valsaín.

En La Pradera hay un bar abierto que nos acoge para los cafés y bebidas y para dar asiento a los que se queden allí hasta la vuelta de los que completen el paseo. Tengo para mí -piensa el cronista y algún otro de sus amigos- que con ese "hasta aquí" habría bastado para la excursión de hoy. Pero había que seguir para llegar hasta donde se habían quedado los coches y por el prurito de rematar conforme a planes lo que se había comenzado. 

15:16 En el bar de La Paradera se quiebran las leyes de la gravedad y de la lógica: no se puede explicar de otra forma la suspensión en el aire de la copa de color granate.



Desde La Pradera hasta el embalse del Pontón, donde los coches, algo más de una hora de andar sin prisas. Tres de los paseantes de hoy se quedan donde los "aserríos" y los seis restantes siguen Eresma abajo, donde las Pesquerías Reales. Ha vuelto a salir el sol y ahora sí sobra ropa. Como en muchas últimas partes de estos paseos, los sucesos se encogen hasta casi la insignificancia y la hora de camino pasa sin novedad reseñable. Bowman diría “the return trip was uneventful” como en el inolvidable “The ascent of Rum Doodle” (“El asalto del Khili Khili”, en español).

De 15:40 a 16:43 Se puede uno detener para mirar los carrizos y el bajo nivel del embalse; es la hora de la siesta y la pareja de patos ni se inmuta a nuestro paso; ya al final, Rafa repasa los datos de esta ruta en el lujoso panel informativo por si algo se nos hubiera pasado por alto.
Solamente por rematar esta página del blog y para despejar posibles dudas, se puede añadir que la logística de la recogida de coches en uno y otro punto y de los que se quedaron en La Pradera funcionó de forma impecable y que volvió a quedar en el ánimo de todos que esto de nuestros miércoles sigue siendo, a pesar de las mascarillas y su motivo -y puede que precisamente por eso-, un tesoro; si grande o pequeño, que cada uno lo diga.

    


2 comentarios:

  1. Estupenda crónica de una bonita jornada por el Eresma que parece tan lejana ya en estos días o meses de zozobra. A un sitio así hay que volver pronto.

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  2. Vaya por delante mi admiración por la calidad del relato, tanto textual como fotográfico. Y profundizando un poco más, el nuevo formato me gusta por los comentarios explicativos al pie de cada foto. Entiendo que para tí pueda ser un coñazo ya que antes era más fácil añadir unas cuantas fotos y hacer un texto único, pero para mí gana sustancialmente en atractivo y sobre todo en concrección del relato.
    Y por último, muchas gracias a la referencia y concesión al blanco y negro. Se nota que lo dominas y la primera foto de las dos fotos te ha salido redonda.

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