lunes, 18 de marzo de 2019

13 de marzo de 2019, DOS CÁRCAVAS



Dice José Luis H. sobre este paseo que el cronista se ha perdido:


Repetimos hoy ruta por la zona de las Cárcavas (barrancos estrechos y profundos formados por la acción erosiva de las aguas de lluvia) en el término municipal de Valdepeñas de la Sierra de la Provincia de Guadalajara. A diferencia de la ruta realizada por este grupo el 4 de diciembre de 2013, en la que visitamos solo las Cárcavas situadas en un lugar relativamente próximo a Alpedrete de la Sierra, es decir, las más conocidas y “turísticas", esta vez haremos algo más amplio visitando también las situadas en las proximidades del Corral de las Palomas.

Como entonces, comenzamos la jornada dejando los coches cerca del Pontón de la Oliva. Desde allí iniciamos la marcha por el tramo del GR-10 en paralelo al Arroyo de La Lastra, aproximadamente a la cota 718.

En esta ocasión somos 9 los mierconistas presentes: Pedro (líder), Gonzalo, Ignacio, Rodrigo, Aurelio, Joaquín, Antonio, ¡Paco Álvarez! y el cronista que suscribe. Un zapador, un fotógrafo zapador y 7 mierconistas de infantería. Los dos primeros harán una incursión por el interior de la primera Cárcava para subir al final de la misma, mientras el resto subiremos por el exterior hasta alcanzar la cota 970 en el punto donde nos encontraremos.

Enseguida alcanzamos el punto en el que nos separamos próximo a la entrada de la Cárcava, más o menos a cota 760. Son las once y cuarto de la mañana. Tenemos la suerte de llevar fotógrafos por ambas vías de ataque.

La subida por el exterior es fuerte, el ánimo bueno y el paisaje, aunque árido, espectacular. Tardamos tres cuartos de hora más o menos en la subida, con alguna parada para recrearnos en la magníficas vistas, hacer una primera foto del grupo y también de los expedicionarios del interior a punto de culminar su hazaña.



La subida por el interior es difícil de explicar por alguien que no formó parte el equipo de esa expedición, así que lo mejor es que la contemplen ustedes a través de algunas de las magníficas fotos realizadas por los especialistas.






El encuentro se produce al filo del mediodía, lo que coincide con la hora habitual del piscolabis. Un buen momento para el intercambio de experiencias, chascarrillos y viandas. Los chascarrillos incluso se pueden intercambiar con otros paseantes que por allí transitan y son, o parecen, más o menos de nuestra quinta.



Reanudamos la marcha a eso de las 12:30 en dirección a la segunda Cárcava. Enseguida nos encontramos con el otro grupo de colegas que había hecho también un alto para reponer fuerzas. Continuamos la ruta para pasar muy cerca de un lugar llamado Guadarrama situado en la cota 990. Lo más alto de la jornada. Pronto atravesamos una pista que va hacia Alpedrete de la Sierra.

El camino es ahora cómodo, con poca pendiente, entre jaras que empiezan a despertar después del letargo invernal. A nuestra izquierda una instalación de alambre con cierta carga eléctrica, suponemos que para evitar que el ganado no se precipite por los barrancos de las Cárcavas.



Más o menos a las 13:30 alcanzamos las proximidades del Cerro de la Saturda, es decir, de la Cárcava 2, que así se identifica en nuestro plano, y del lugar llamado Corral de las Palomas. Aquí nos entretendremos un buen rato, el sitio y su entorno lo merecen. Hay que disfrutarlo y dar tiempo a que los fotógrafos den rienda suelta a su afición y también para hacer una original foto del grupo que dedicamos a los ausentes.

Como se puede apreciar en la foto, en la zona existe además un autentico y original corral, que suponemos da nombre al lugar. No se ven palomas, tampoco cabras ni algún otro animal, pero si indicios de tener cierta vida o actividad.



La Cárcava 2 es menos espectacular que la primera pero más variada. Con menos “torreones”, también llamados “chimeneas de hadas”, pero con más vegetación.

Se aproxima la hora de comer e iniciamos la bajada. Lo hacemos monte a través o por un camino imaginario trazado al efecto. Pero con alguna que otra dificultad, bajamos bien. Y en hora.



Encontramos un lugar cómodo, con piedras variadas, olivos que proporcionan sombra para el que la quiera y, en fin, todo tipo de comodidades propias que se suelen requerir en este grupo tan castizo. Como de costumbre, no falta en buen vino y la buena conversación. Hoy, además, Rodrigo nos obsequia con un extraordinario chorizo que ayuda mucho como aperitivo.

Rodrigo no deja de sorprendernos. A los postres, además del consabido chocolate, hoy organiza una “tómbola” en la que sortea productos exóticos, alguno con curiosa utilidad. El que quiera más información que pregunte.

Después de este agradable rato, ahora toca afrontar la parte “pobre” de la jornada, el regreso. Lo hacemos, más o menos durante tres Kilómetros, por la carretera asfaltada CM-123 hasta alcanzar, en el km. 15, un lugar llamado Haza Malvas donde giramos a la derecha de nuevo por una pista de tierra. Este último tramo es ameno, cerca del cauce del río y con árboles. También atravesamos una especie de sorprendente urbanización ya muy cerca del lugar donde dejamos los coches esta mañana.

No siempre se puede pero hoy si. Rematamos la jornada en Torrelaguna tomando un refrigerio con cafés y pastas variadas. La cafetería-panadería es una vieja conocida. Aunque la propiedad del negocio ha cambiado y el local ha sufrido alguna transformación, el producto no desmerece.

Pues aquí lo dejo. Hemos caminado 11,9 km. con 305 m. de desnivel acumulado. Hemos disfrutado y hemos planificado la próxima jornada.

Como los terrenos encarcavados, este grupo está en continuo dinamismo.










Parece ser que la crónica no estaba completa. Este editor, ausente, no podía saberlo. Pero Salvador, también ausente, sabe siempre más y me pide que incluya, como suplemento de la narración de José Luis, estas letras. Aquí van.


LA SUBASTA
CUENTO PALEOSERÁFICO BASADO EN LA CRUDA REALIDAD


Todo había ido bien: el tiempo maravilloso, el camino fascinante, la compañía por encima de
toda ponderación, la comida excelente y el chocolate… ¡¡Ay ,Dios Santo qué chocolate!!
De improviso, Rodrigo, hasta entonces sonriente, sacó de su mochila dos cajitas estrechas y
alargadas.

- ¡Y ahora, amigos míos – dijo a voz en grito - procederé a vender en pública subasta
estos dos maravillosos relojes de pulsera de la marca NISU cuyo valor unitario sobrepasa
los doscientos mil euros! ¿Quién desea, por muy poco dinero, regresar a su hogar
luciendo en su muñeca esta auténtica joya? ¿Quién quiere pujar? ¡Quiero ofertas, ofertas
quiero!

- Dos euros, por los dos – dijo Joaquín con sonrisa de conejo.
- ¡Diez euros por el de la correa de piel de ornitorrinco murciano! – exclamó Aurelio.
- Veinte por el otro – susurró José Luis con el ceño fruncido.
- ¡Veinticinco!
- ¡¡Treinta!!
- ¡¡¡Cincuenta!!!

Apenas dos o tres minutos después la subasta había concluido. Aurelio miraba embelesado el
reloj que ya era suyo mientras que Joaquín ocultaba el que había conseguido hipotecando su
casa en lo más hondo de su mochila.

- Oye, Rodrigo – dijo Aurelio - ¿Cómo demonios se pone en hora este reloj?
- Es verdad – apostilló Joaquín – Yo tampoco consigo ajustarle.

En ese mismo instante la figura de nuestro amado Rodrigo sufrió una espeluznante
transformación: su piel se tornó oscura como un pecado mortal, sus dientes, sorprendente largos,
centellearon al sol del medio día mientras que de su cuerpo emanaba una luz rojiza.

- ¡Necios! – exclamó con una voz profunda y amenazadora - ¡Os habéis dejado llevar por
la codicia! ¡Tenéis en vuestras manos el instrumento de vuestro castigo! Ese reloj no
señala hora alguna sino las horas, minutos y segundos que os restan de vida… Dijo mi
compadre Belcebú – y es de rigor creerle - que no hay peor castigo que el conocer el
momento de tu muerte. ¡Sufrid pues hasta que os precipitéis en el abismo en el que reina
el llanto y el crujir de dientes!

Aurelio y Joaquín rodaron por el suelo presa de la desesperación. En ese momento, una luz
cálida y reconfortante iluminó la escena. Un delicioso olor a jazmín y a madreselva apagó el
hedor a azufre que brotaba de los sobacos de Rodrigo. Todas las miradas se volvieron hacia
Antonio, un Antonio que resplandecía como una joya y cuyas ropas se habían tornado en túnica
etérea y de un blanco purísimo.

- ¡Alto, Rodrigo! – dijo con el aplomo que solo la santidad concede a sus elegidos – No
quieras corromper a los que han sido tus amigos y compañeros durante tantos y tantos
años. Entregadme esos relojes malditos y quedad libres del maleficio que el Maligno
había lanzado sobre vosotros.

Joaquín y Aurelio entregaron sus relojes al nuevo Antonio.

Con un temblor convulso Rodrigo se desmoronó quedando reducido a un montoncillo de polvo
negruzco que la brisa dispersó.

El Transfigurado sonrió a sus amigos y les dijo:

- Adiós, hermanos… Mi misión ha concluido. ¡Sed felices y que la fortuna os acompañe!

Antonio, lentamente, se elevó sobre el terreno, ascendiendo hacia lo alto. Sus compañeros, de
rodillas, lloraban de dolor al perderle. Ya muy alto, muy por encima de las cumbres de la Sierra del Guadarrama, Antonio dejó de sonreír, miró los dos relojes y musitó:

- ¡Joder la que he tenido que montar para quedarme gratis con los dos relojes!

2 comentarios:

  1. Rodrigo, ya te adverti que no le dieras a Salva las sobras del chocolate ese tan rico al cañamo indico que nos habias ofrecido en la excursion y que te habian traido de Marruecos. Habiamos acordado que lo que pasa en la excursion se queda en la excursion y ya sabes que a Salva no le hace falta mucho para provocarle un trance mistico.

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  2. Todavia bajo los efectos del " jet lag ", no entiendo como tengo un reloj en cada una de mis muñecas.

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