lunes, 12 de noviembre de 2018

7 de noviembre de 2018, SENDA DEL CASLILLA

Hemos hecho un paréntesis general en estas nuestras salidas de los miércoles por aquello del tiempo lluvioso, que otras causas particulares, de cada uno, pueden hacer que alguno, o incluso varios, no vengan a caminar, pero casi solamente la lluvia y no otra cosa es causa de la cancelación completa. Y es que caminar bajo el agua unánimemente lo dejamos para las ranas y para los peces que nadan bien como dice la canción.

Hoy volvemos al monte sin la seguridad de no mojarnos, pero es que hay que celebrar una onomástica y luchar contra la polilla de la vida urbana. Así que quedamos donde solemos, allá por los Cotos de Monterrey y desde allí, cafés mediante, encaminarnos a la provincia de Segovia para explorar las márgenes del Caslilla, corriente de agua que no se si merece la categoría de río, pero que dudo le cuadre la de arroyo. Y para empezar, dejamos los coches en Sigueruelo, 27 habitantes en 2016 y un bar abierto. En el bar abierto se queda Salva, excusado de andar por su galeno. Es ya el mediodía y no llueve. Hay un túnel a la salida del pueblo para salvar el paso de un ramal de la N - 110. Llama la atención su bonita forma, una variante evolucionada de la sección en herradura. Que algún ingeniero de caminos venga en mi auxilio y me dé mayores detalles.



Fuera del pueblo, a poco del paso del túnel, se nos empiezan a aparecer las viejas sabinas, tan viejas que bien pudieran ser parientes de aquellas del rapto. Éstas no son tan famosas salvo para los amantes del campo y la sierra segovianos, pero Labordeta las canta: "Allí permanece quieta, igual que la soledad, pasa el tiempo por sus ramas y no las puede truncar". A lo mejor se refiere a una "enebra" de varios brazos, protegida por un breve cercado, y que admiramos al paso. Se conoce como "La sabina de Sigueruelo", y está catalogada en el Catálogo de Especímenes Vegetales de Singular Relevancia de Castilla y León con el código AS-SG-12.



Hay hermanas suyas más modestas, pero tan dignas. Me acerco a una de ellas y la fotografío porque me cae bien.



Lo del enebro, la sabina, el arándano y la endrina, además del pacharán, nunca lo he dominado. Sé que Aurelio hizo por desasnarme en esta materia, como en bastantes otras, pero en el momento en que redacto estas líneas me encuentro como antes del desasne, así que vuelvo a rogar clases particulares, que me gustan más que la wikipedia. Esto, lo anterior, viene a cuento de los frutos azulados que adornaban un arbusto al lado del camino y que aparecen en la fotografía.



Si piensan ustedes que por la tardía hora de comienzo del paseo y por el banquete que nos esperaba íbamos a perdonar el piscolabis, están equivocados. El piscolabis tuvo lugar, aunque frugalmente, eso sí. También tuvo lugar una foto en grupo de los caminantes de hoy, tan contentos de estar juntos, de que siguiera sin llover y de otras causas privadas y particulares.



Llegamos todo lo más al norte que pensábamos ir, casi tocando las primeras casas de la urbanización Monte de los Cortos, de la que nos separa el Caslilla. Y, como hemos quedado para comer y no por otro motivo, volvemos nuestros pasos hacia el sur bordeando el congosto del río. Nueva foto de grupo con telón de fondo otoñal y detalle de las ayudas con que cuentan las partes más delicadas de la ruta.



Rafa bajo dosel, que no palio, de piedra, tal como corresponde a tan señalado día.



Como vamos juntos, todos nos acabamos situando bajo el gran dosel de piedra caliza, tan bonito de formas y colores y muy equipado de chapas, plaquetas y anillas para escalada. Si se hubieran cumplido las previsiones de lluvia, lo que no fue el caso, allí habríamos encontrado refugio en posible detrimento de la puntualidad de la caldereta.



Tímido sol en el tramo final, siempre acompañados por las añosas sabinas hasta la entrada en el pueblo, 27 habitantes y un bar. Salva ya no está; José Luis de A. -¿o quizá ha sido Joaquín?- le ha recogido para ir juntos al refugio de la Pepi, donde el cocido y la caldereta.



Se pueden cumplir años, pero no siempre son de oro, que, a veces, los hay muy falsos y hasta de plástico. Salva dice que la comunidad mierconista ha decidido que los de Rafa son de 24 kilates y es verdad, de manera que se encarga de confeccionar y otorgarle el título correspondiente. Rafa, ataviado ya de imperdible, saluda: ¡felicidades!.  Y a José Luis de A., nuestro senior, que, aunque no hoy, también ha hecho méritos más que sobrados para el oro. Doy fe de que tanto cocido como caldereta estaban muy ricos.



4 comentarios:

  1. Solo una mínima corrección geográfica en esta concisa y bonita crónica. El lugar donde depositamos al sedente Salva no fué Sigueruelo sino Casla. Y digo esto para que conste a efectos históricos y no se cree una futura pendencia entre ambos pueblos reivindicando el memorable momento en el que el insigne escritor hizo parada y fonda durante algo más de una hora.

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  2. Después de varias ausencias fue estupendo ver a los mierconistas de nuevo.
    Rafa. ¡Muchas felicidades!

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  3. Bonita crónica de un día muy especial para Rafa y para todos nosotros.
    En respuesta a las dudas del editor sobre el extraño túnel que no encontramos...yo diría que no se trata de un túnel sino de un paso inferior prefabricado de hormigón armado. Se fabrican en taller por secciones y se montan "in situ". Normalmente se instalan para paso de ganado, aunque naturalmente también sirven para otros usos.

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