domingo, 12 de febrero de 2017

9 de febrero de 2016, BOSQUE DE LA HERRERÍA

Bosque de la Herrería, como título de la excursión de hoy, queda poco descriptivo. Cierto que caminamos un rato por allí, pero luego subimos hasta La Machota Alta, visitamos el risco del Fraile y gastamos buen rato y no pocas energías en descender, no por un bosque sino por una ladera de monte bajo, un laberinto de zarzales, majuelos, escaramujos y retamas.


Quedan los coches en la Silla de Felipe II, con un día soleado y fresco, después de haber pasado los siete de hoy por una churrería en San Lorenzo. No hay nada mejor que un café con churros para iniciar un paseo por el monte. Me pregunto si se hacen churros en Panamá y, como no quiero acudir a una investigación bibliográfica para cuestión tan baladí, me quedo con las ganas y espero que alguien que bien lo debe saber me informe.



A poco de habernos puesto a andar por la carretera que continúa más arriba de la Silla y que, rodeando la finca del Castañar, sigue la curva de nivel para volver a salir a la M-505, ya estamos en la Cueva del Oso, litónimo poco imaginativo pero que hace su servicio a los niños y a los dados a fantasías simples. Como niños posamos los del grupo, comparación en la que se incluye el cronista - fotógrafo, no se vayan ustedes a creer.



En la Fuente de la Reina, otro hallazgo de la toponimia, tomamos un sendero bastante pindio que nos llevará a una reluciente pradera verde desde la que comenzaremos el ascenso al collado de Entrecabezas y, más arriba, a la Machota Alta. Una diminuta pasarela imposible dificulta el paso de un arroyuelo que hay al comienzo del sendero. No obstante, agradecemos el detalle y nos admiramos de la buena idea.



Se gana altura rápidamente y se gana mucho más con las vistas espléndidas del Escorial de arriba y del Escorial de abajo (siempre se han llamado así), del monte Abantos y de la sierra lejana. A todos nos ha gustado mucho la gran panorámica y a Joaquín, hoy, especialmente, de lo que no puedo sino alegrarme.



Pasar puertas de sommier y saltar paredes son ya práctica habitual de este grupo tal y como ha quedado patente en las últimas crónicas. Más adelante se presentará una nueva y peliaguda ocasión. Siempre se ha dicho que no se pueden poner puertas al campo, pero digo que, en caso de ponerlas y a propósito del sommier, no vendría mal un poco más de gusto y cariño.



Entre una y otra de las fotografías de más arriba (collado de Entrecabezas y antecima de la Machota Alta), en plena ascensión y algo pasadas las doce del mediodía, nos paramos unos minutos para el piscolabis. Hoy no faltan piedras para sentarse ni sol para entibiarse. Faltan las bolitas de queso, nos falta Ignacio, que enciende los satélites a la hora en punto, y nos faltan Aurelio y Rodrigo y Pedro y Paco A. y Salva y José Luis A.



Los que no han faltado han sido José Luis H., Gonzalo, Antonio el organizador de este magnífico paseo, Joaquín, Braulio, Rafa y el cronista, todos ellos, menos el último, al pie de la Peña del Fraile motilón, con capucha y sin cordón, a la una menos cuarto de la tarde.



De la bajada desde la tal peña para qué hablar. Las zarzas y los rosales silvestres y las retamas compiten en buena lid, una vez más, para hacernos difícil el camino. El grupo se divide en dos, con trayectos más o menos paralelos hacia nuestra referencia, un cobertizo con cubierta de color verde desde donde recuperar la carretera a la Silla, unos metros más abajo. Sin embargo, la espesura no impide la conversación, incluso vehemente, como se adivina en el gesto de Rafa.



Después de las espinas y una vez alcanzada la caseta del tejado verde, toca salir del vedado y volver a demostrar las habilidades de cada cual en salto de valla ayudado. Para muestra, valga un botón.



Ya en la carretera no hay más que dar un paso detrás de otro durante algo más de media hora hasta llegar a los coches. Una enorme roca redonda se ha movido de su alojamiento y poco le ha faltado para invadir la calzada.



A las dos y media pasadas aún estamos descalzando las botas. Antonio avisa del retraso al restaurante de San Lorenzo donde vamos a comer: no hay que preocuparse, nos esperan...



Agradezco a Antonio su contribución al reportaje fotográfico.

3 comentarios:

  1. Propongo incorporar oficialmente esta ruta en la lista de testigos del paso del tiempo. Me explico, una vez al año nos planteamos retos para ver si aún nos mantenemos en forma: Peñalara, Pico del Lobo, Tres Provincias, etc.. y la más difícil del todas: Bosque de la Herrería con sus zarzas, rosales silvestres, retamas y salto de vallas. Me temo que aún nos quedan bastantes años de Peñalara en plena forma, pero en el Bosque de la Herrería tenemos nuestra fecha de caducidad más próxima. Pero bueno, para qué pensar en estas cosas, ¿verdad?.

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  2. Querido Paco,

    Muchas gracias por tu crónica. ¿Qué bien se saborean desde acá!
    No sigas con tu investigación acerca de los churros en Panamá. Haberlos haylos, todos los días del año, en Casa Manolo, con
    varias sucursales en la capital de la república. Ya te puedes imaginar de donde vino Manolo.
    Un fuerte abrazo,
    Rodrigo

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  3. Cada miércoles me maravillo más y me felicito por poder disfrutar de las bellezas que tenemos a un "tiro de piedra" (A carreiriña dun can) de nuestra Villa de Madrid. La ruta de hoy ha sido sorprendente.
    En esta ocasión he descubierto, además, que un churro a las diez de la mañana con un cortadito en San Lorenzo del Escorial me permite mitigar las ansias del piscolabis. habría que probar si esto funciona con los churros de Casa Manolo en Panamá.

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