viernes, 7 de febrero de 2014

5 de febrero de 2014, POR LAS VEGAS DEL JARAMA: CANAL DE CABARRÚS

Crónica de Antonio, en pie de fotos o en fotos con pie, que todo depende de donde se ponga el énfasis por parte del visitante de la página. A mí, ausente en esta ocasión, me gustan tanto fotos como pies y no me he podido resistir a su glosa o comentario, con el permiso del autor.



Se podría decir que esta era y fue una excursión de “perfil bajo”, cómoda, aunque Andrés Campos la cataloga de Dificultad Media/Baja, quizás por la longitud del recorrido, de unos 15 Km., pero no por su desnivel, ya que es “lisa cual palma de mano”.

Afortunadamente, los canales también acostumbran a recorrer terrenos lisos cual palma de la mano. Don Francisco Cabarrús, creador del banco de San Carlos, precursor del Banco de España, prefirió circular por terrenos más escabrosos como son los de las finanzas, pero liberalmente permitió que se diera su nombre a un canal sin sobresaltos en su trazado. Y para más gráficamente mostrar el perfil llano de la ruta, anticipo el esquema topográfico dibujado por Ignacio.


Preparado para entrar en acción

Lo cierto es que a las 11:00 de la mañana formaban en el inicio de la ruta, que no era otro sino el puente sobre el río Jarama en la carretera de Uceda, CM-1002, hasta nueve aguerridos mierconistas: Gonzalo, Pedro, Paco A., Jose Luis H., Rafa, Joaquín, Juan Ignacio, Rodrigo y Antonio.

Me permito añadir a las precisas indicaciones topográficas de Antonio algunas muestras de la toponimia local: Los Palacios, Las Gorroneras, El Castrón, Los Chupahuesos, Viña Tinta, Los Murojones, Las Zorras. ¡Me encanta!


El día comenzó fresquito y bastante claro. Había dejado de llover una hora antes y daba gusto andar por la senda que discurre paralela al casi desaparecido canal de Cabarrús. 

Más planitud es imposible. Fortuna que la vieja carretera haya camuflado su asfalto con los colores de la tierra, siendo así más camino, como debe ser.

A la altura de Patones de Abajo, dejamos la Casa de los Diezmos a nuestra derecha y seguimos carretera adelante, pudiendo comprobar los daños que en la fauna ocasiona la civilización.


Echo en falta una referencia al origen del nombre de Casas de los Diezmos porque no se de ningún monasterio en los alrededores de Patones como posible beneficiario de esas obligadas exacciones de la cosecha. ¿En Uceda, quizás? ¿O se trataría de los tributos al peripatético rey de Patones? Y por cierto, ¡pobre sapito cancionero!

Según íbamos avanzando paralelos al viejo canal, surgian las infraestructuras del mismo. Pudimos contar hasta 6 puentes, como el que aquí se muestra.

Se supone que por debajo transcurría el canal

Pero el gran descubrimiento fue el de una granja que fabrica unos exquisitos quesos con leche de ovejas autóctonas. Ni que decir tiene que Antonio, Juan Ignacio y Paco se desplazaron en avanzadilla e hicieron objetivo. Extrañados por la tardanza, se unieron a la avanzadilla dos números más: Rafa y Pedro, que también cayeron subyugados por el aroma de los quesos de la quesera. Ya estábamos cinco en la gruta de Circe.



Mientras tanto, el resto del grupo tomaba el piscolabis mañanero, aderezado por el queso adquirido en la quesería. Al final, tambien entraron Gonzalo y Joaquín.

Alguien acabará poniendo en conocimiento de la quesera que con la hechicera Circe se la ha comparado y Antonio, que no yo, deberá responder de la comparanza. De la narración de Antonio no queda claro quién hizo el papel de Ulises para rescatar a los navegantes de la gruta - quesería, alejándoles de esa forma de los fatales encantos de la gruta, de los quesos y de la hechicera.

¡Buen sitio para colgar los apalustres!

Vense las armas de nuestros héroes abandonadas en el exterior de la cueva, mientras, en el interior, retozan alrededor de los quesos. Me gusta el neologismo "apalustre" (¿palos con lustre?, ¿palos para aguas continentales?, ¿palos lustrosos para apalear?) aplicado a los bastones de andar, por cierto.

Continuamos nuestro discurrir siguiendo el curso del canal y contemplando el paso del tiempo sobre las obras que en su día le daban servicio: puentes, alcantarillas y sifones presentan hoy los descarnados restos de su pasado esplendor (¡Qué bonita me ha salido esta frase!)

Efectivamente la frase es bonita. Y la gloso diciendo que tales obras, si pudieran, también contemplarían los efectos del paso del tiempo en los excursionistas, admirándose de la benevolencia con que se les ha tratado.


En este grupo no estamos ni Gonzalo ni yo. Yo actuaba de fotógrafo y Gonzalo tuvo que volver a su casa para resolver un asunto con Repsol (¿!). Lo resolvió y volvió a comer con nosotros en Torremocha.

Aprovecho para señalar 1) que, a pesar del parecido, este puente no es el mismo que el que se muestra en foto anterior. El lector puede pasar el rato con el juego de las diferencias. 2) Que en manos de Gonzalo queda la posibilidad de despejar la incógnita anterior.

Al poco nos empezó a llover, lo que dio fuerza a mi propósito de comer “a borde manteles “ en el Restaurante San Isidro de Torremocha. (El lector ya se habrá apercibido de que este punto lo tenía yo planeado).



A mí no me cabe duda alguna de que Antonio había previsto la parada "a borde manteles"; su expresión satisfecha, en el magnífico retrato con paraguas, le delata. Le delata también el siguiente piropo a Torremocha, al que, planes de cohesión aparte, seguro no es ajena la gastronomía local.

Torremocha es un pueblo muy agradable, con aspecto de haber sido beneficiado por los planes de cohesión de la Unión Europea.

En el restaurante San Isidro, ...¡y eso que todavía no había llegado el primer plato!

No se que comieron los paseantes y si lo disfrutaron puesto que, como da a entender el pie de foto, sus expresiones no tienen mucha relación con lo que se ve en la mesa.

Después de comer, un pequeño paseo de unos 4 km. por encima del talud del Canal de Isabel II, dejando Patones a nuestra derecha y a nuestros pies, nos llevó al puente de inicio de la ruta, en cuya balaustrada...



Antonio ha dejado inacabada la frase anterior y, por lo tanto, el remate de la crónica de excursión. Pero me atrevo a hacerlo yo sin excesivo riesgo de equivocarme: 

... se sienta Paco A. dando por concluida una jornada pródiga en encantos alimenticios y recuerdos ilustrados.

Y concluye Antonio su envío con modos de oportuno reportero gráfico

Dos fotos más, un tanto anecdóticas:

El viejo Mitsubitshi hizo su última excursión mierconista

¿Estado del bienestar o orwelliana señalética?

2 comentarios:

  1. Me ha encantado ese dúo de teclados interpretando una melodía que suena estupendamente. Que se repita.

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  2. Esta crónica de Antonio con añadidos de Paco me parece deliciosa. Una excursión en que pasaron bastantes cosas. Todas buenas, dicho sea de paso.

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