jueves, 20 de septiembre de 2018

12 de septiembre de 2018, DESDE LA MORCUERA AL PAULAR

Este cronista se ha referido al paseo todo descendente de este día, que inaugura el curso 18 - 19, como "el del bajón", aludiendo sin pizca de gracia a lo que suele suceder de año en año y de curso en curso a los que tienen la edad media de los miembros del grupo de mierconistas. Arrepentido de su ácida metáfora y visto y comprobado con los asistentes a la convocatoria que de bajón nada, este cronista deja la referencia al día de hoy en simple bajada, que estas caminatas no tienen por qué ser siempre cuesta arriba y que Salva actuó con buen tino al proponer la que a continuación se resume.

En el sitio de dejar los coches del monasterio de El Paular nos encontramos a las 10 horas de una mañana soleada y algo menos que fresca los siete que a continuación se relacionan: Aurelio, Gonzalo, Ignacio, José Luis H., Rodrigo, Salva y el que suscribe. Allí dejamos dos coches para, en los otros dos disponibles, trasladarnos al estacionamiento de la fuente de Cossío, en las cercanías del puerto de la Morcuera. Dice el registro de esta primera fotografía que eran las 10:36 así que fuimos puntuales y arrancamos el paseo a la hora prevista.


No se había previsto, sin embargo, que tuviéramos que perder unos minutos en buscar el paso en una alambrada interpuesta en el trazado de Juan Ignacio. Contorsiones aparte, el obstáculo se salvó sin mayores dificultades.



Ya en el GR-10.1, que transcurre todo el tiempo a la sombra de pinos, y a los tres cuartos de hora más o menos de iniciado el recorrido, damos con lo que en el mapa del IGN se nombra como "vivero forestal" y, en el panel que hay allí mismo, como "Estación experimental para el estudio del impacto del cambio climático", ¡acabáramos!. Ignacio contempla melancólico los efectos del impacto del tiempo sobre la estación, y es que la Universidade de Évora queda un poco lejos y el apoyo del CSIC a lo mejor no es suficiente para su conservación. Personalmente, sentiría que tan interesante estudio se malograra por falta de atención o de presupuesto.


Reflexionando sobre ésta y otras cosas de importancia, el grupo que estrena la temporada camina ahora bajo el sol inclemente de septiembre, apenas menos riguroso que el del agosto tan cercano. Y es que el fin de las vacaciones y la vuelta al cole y los anuncios de la temporada de otoño en los grandes almacenes y de la Navidad si me apuran en las calles del centro son, todas ellas, cosas que al cambio climático y al calentamiento global y a sus impactos se las traen al pairo.


No quisiera privar a los ausentes hoy y a otros visitantes de este blog de la vista del bosque que atravesamos. El verde de los helechos es mucho más bonito que el que sale en la foto, que conste.


Y, al seguir en el repaso del día y de sus vistas, este cronista piensa que se han puesto de acuerdo la lejana Peñalara, las ligeras nubes de verano y la gran pinada para componer una imagen muy elocuente también del marco de nuestro feliz paseo descendente.



Se retrata encima de estas líneas a una parte de la expedición, pero sobre todo se retrata a la pista del GR-10.1, tan correcto y carente de emociones. El cronista ha aprovechado unas cerradas curvas en su trazado para practicar el atajo o bypass y hollar el sacrosanto suelo del pinar, tan pendiente, blando y amistoso. Por si he contravenido alguna norma o prohibición, les ruego no se lo digan a nadie.



El almuerzo tiene lugar ya en las cercanías de la civilización, quiero decir eso que aparece en los mapas como Casa de los Aguilones y recintos varios. Allí, un puentecito, como decía el inolvidable Charlie Rivel, sobre el Lozoya, donde viene a verter sus escasas aguas el arroyo del Aguilón, el de la cascada del Purgatorio. Hace calor y hay moscas pero se está bien: sombra, muriel, buenos amigos y descanso, no todo necesariamente en ese orden.



La foto no vale nada, pero sirve para acompañar a la etapa final del paseo: cafés, refrescos y helados en el bar del área recreativa Las Presillas, con su gran estanque y sus bañistas y sus acogedoras sombras. De ahí al puente del Perdón -del perdón que solicita este cronista por su magro y deslucido relato- y a los coches, un minuto como quien dice. No son aún las cuatro de la tarde. El día, el reencuentro, el descenso cómo no, han merecido la pena.

1 comentario:

  1. Creo que esta marcha ha sido un buen preludio para una prometedora temporada. ¡Aleluya! ¡Aleluya!

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