lunes, 9 de septiembre de 2013

19 de Junio de 2013, DE EL CARDOSO A LA HIRUELA Y VUELTA

Estamos en El Cardoso de la Sierra, provincia de Guadalajara, "a un minuto de la Comunidad de Madrid", tal como señala el acogedor sitio del pueblo en Internet. Son las once menos diez de la mañana de un día de suaves temperaturas y cielos nublados. Mientras esperamos a los demás, José Luis A. y yo nos tomamos un café en el bar de la Asociación de Amigos del Cardoso de la Sierra. Un salón grande, en penumbra, con una pequeña barra y una decoración más que sobria. Lo atiende una mujer mayor, de joven y firme voz y trato cordial. La mujer nos pregunta si queremos taza o vaso. Hoy tanto da. La diferencia la hace el invierno, dice José Luis, cuando el vaso ayuda, mejor que la taza, a calentar las manos. No hay nadie más que nosotros en el bar. Tampoco hay nadie en las calles que se alcanza a ver desde esta entrada al pueblo. El pueblo está limpio. Las pocas casas, en pie y arregladas. Hay, además del bar de la Asociación, otros dos bares. ¿Quién vive en El Cardoso?, ¿de qué viven los habitantes de El Cardoso?, me pregunto infructuosamente sin la wikipedia a mano.

En 2010 tuvieron en el pueblo un día festivo organizado alrededor de un evento titulado "Caravana de mujeres a El Cardoso". Los varones que asistieron pagaron 45 euros. Las mujeres no pagaron nada, "como invitadas a este evento que busca luchar contra la despoblación rural" avisaba la publicidad de la jornada. Antiguamente las mujeres tenían que exponer la dote antes de ponerla. Hoy están en mejor posición.

El Cardoso tiene un diminuto helipuerto y un proyecto de Centro de Interpretación e Información Turística. Nada de todo eso me tranquiliza. Barrunto un mal futuro para tantos pueblos de nuestra geografía cuando hay que recurrir a burbujeantes inventivas y a no menos burbujeantes presupuestos públicos. Tampoco tengo la respuesta y así lo dejo.

Calle de El Cardoso y un amigo del hombre

El Jarama discurre

Tótem mareado
La ruta discurre, al igual que las cabezas de los próceres preocupados por la despoblación rural, paralela al discurrir del aquí anchuroso río Jarama, desde El Cardoso hasta La Hiruela. Un tótem avisa bizqueando que vamos por buen camino.

Hay en el sendero, para disfrute de los paseantes, varios atractivos naturales tales como islotes que dividen el curso del río o amontonamientos de ramas secas que remedan las presas de castores de otras latitudes.



Un refugio de castores
Hay también atractivos y facilidades artificiales: puentes graciosamente arqueados que remedan los de los canales de Venecia (¿habrá góndolas en el Jarama?) y, sobre todo, un viejo molino harinero perfectamente reconstruido que los mierconistas no dudan en visitar con la guía inestimable de su encargado y mantenedor, allí presente. Es el llamado molino de Juan Bravo, que dejó de funcionar útilmente en 1860 según se informa en un panel aledaño. Pudimos confirmar la bondad de la reconstrucción puesto que el encargado lo puso en marcha abriendo las compuertas de su balsa y moliendo unos pocos granos de cereal.




Puente veneciano

El molino de Juan Bravo

Almuerzo en compañía

Allí mismo, tras la visita, se hace el alto del piscolabis aprovechando una mesa rústica que alguna autoridad benefactora ha previsto para nosotros y otros como nosotros. Un hermoso perro que nos ha acompañado desde El Cardoso espera paciente y dignamente, sin actitudes pedigüeñas, a que acabemos. Llegados a La Hiruela, disfrutamos de un breve recorrido por sus calles solitarias y confirmamos la permanencia en vida de un conocido restaurante, antes de regresar por una variante del camino a nuestro punto de partida.

Plaza de La Hiruela
Tomamos los coches y pian pianito, que acabamos de almorzar como quien dice y no hay prisas, nos dirigimos a La Serna del Monte para la comida principal del día y clausura del curso mierconista.

De esa comida hay que destacar, además de las excelencias del cocido y otras especialidades de la casa, el inspirado recital de Aurelio, hoy binado y acompañado por Rodrigo en homenaje nostálgico a San Juan de Puerto Rico.

Solista inspirado

Dúo nostálgico

Nos vemos el curso que viene.



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