Duda el cronista el título que mejor le va a este paseo en día nublado y de alivio relativo de los calores -o las calores- que se vienen estilando en estos días. No se titula "refugio de pastores", que al cronista le gusta pero que corresponde a otro miércoles, y en esto de los títulos hay que ser descriptivo y riguroso. La ruta se había propuesto como "los cambroños en flor", versión carpetana de los cerezos en flor de reminiscencias proustianas. Pero resultó que los cambroños que vimos al paso no florecían ni como para título de una noticia de ecos de sociedad en un periódico de provincias, menos aún de una página de nuestra esclarecida publicación. Fuimos llegando a la conclusión de que habíamos llegado demasiado tarde y que la floración del cambroño es tan efímera como la de aquella flor que Daniel el travieso impidió disfrutar al pobre señor Wilson inolvidable. En cualquier caso, por flores no quedó, que allí estaban los muy numerosos ejemplares de rosales silvestres, con sus preciosas flores blancas de ligero tinte rosado, tan nuestras y serranas como el esquivo cambroño.
Quedamos en una cafetería de Los Molinos, a las 10 de la mañana. Nos presentamos los que siguen: Antonio, Aurelio, Gonzalo, Ignacio, José Luis, José María y el que les habla con estas imágenes y letras. Después del desayuno nos acercamos en coche a un sitio en la periferia del pueblo, con amplio espacio para estacionar y con La Peñota presidiendo la escena. Muy nublado el día como ya se ha dicho y bastante aceptable la temperatura.
10:43 Con lo que se ve en la fotografía ya queda todo dicho respecto al comienzo del paseo.
11:08 Imponente masa vegetal que abraza el buen camino (camino de Villareal) que nos lleva a la ermita de la Virgen del Espino, incluida como apéndice (mejor, complemento) en la ruta circular de hoy.
11:41 En la ermita, un primer descanso y un primer trago de las cantimploras.
Alrededor de la 12 del mediodía, ya desandado el camino que nos llevó a la ermita (Jorge Sepúlveda y su "camino verde que va a la ermita" en mi memoria), se pasa por la linde de una finca de cuidadas cercas de piedra y jugosos pastos. Hay vacas pero también caballos de buena planta. El nombre de la finca: ¿Prados Monteros? Hay topónimos y nombres elegantes, como ese.
12:15 Y un cuarto de hora más tarde nos detenemos para el piscolabis sobre la pared de piedra de un gran prado florido, con caballos y lo que parece buena casa.
12:52 Llegamos a la presa de los Irrios. El cronista, que acaba de hacer referencia a los topónimos, no se queda contento hasta tanto averigüe algo sobre la palabra irrio, tan inusual. En una primera aproximación, parece que es expresión galaica para designar un personaje o peliqueiro de las fiestas locales de Castro Caldelas en honor de Nuestra Señora de los Remedios. Sea. Pero puede que también sea, fuera de Galicia, una deformación o derivación del verbo irrigar o regar. Como estamos en Castilla y en presencia de agua, optamos por esta acepción y dejamos al peliqueiro en manos de José Luis y José María para que lo examinen y escruten.

13:00 El intento de rodear el pequeño embalse por el norte ha fracasado. Numerosos regueros que lo alimentan han dejado por allí el terreno encharcado e impracticable, de manera que tomamos un sendero que pasa por debajo de la presa para acceder a la orilla norte. Como excepción del suave recorrido de hoy, un reguero de agua proveniente del embalse ha dejado un surco de tierra resbaladiza en el que hay que poner atención. Ya al otro lado de la presa, un buen panel informativo menciona los cambroños pero no nos aclara nada sobre la época de floración.
13:11 En un breve recorrido junto con Ignacio para explorar la orilla norte del embalse, el cronista casi se da de bruces contra un ternero de mirada acobardada, como agazapado tras unos matorrales. Le pregunta sobre el motivo de su temor pero no obtiene respuesta, así que lo deja en paz y decide recrearse con la vista de las flores del rosal silvestre. Ambas son cosas de la vida en el campo que para un habitante de la gran ciudad también son de gran contento.
13:26 Durante ese largo recorrido que va desde la presa de los Irrios hasta casi la entrada a Los Molinos los rosales silvestres adornan a uno y a otro lado del camino y compensan, ¡vaya si compensan!, la ausencia de la flor amarilla del "adenocarpus hispanicus". El sol se abre paso entre las nubes y al mismo tiempo las hace crecer blancas y orondas, preñadas de presagios de agua.
14:05 Valga como reparación esta muestra de la flor del cambroño, tan esquiva en el día de hoy, acompañando la fotografía del final del almuerzo, con los paseantes vueltos de espaldas al fotógrafo y preparando chubasqueros. Unas pocas gotas avisan de que la hora del chaparrón, muy anunciada por Ignacio y sus instrumentos, está a punto de llegar.
14:39 Apenas unos cientos de metros nos separan del sitio donde hemos dejado los coches. Los más previsores se han provisto ya de paraguas e impermeables, pero, como dice Ignacio en su resumen, ¡uff!, por poco pero secos, llegamos a ponernos a cubierto.
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Casi los 10 km. y 160 y tantos metros de desnivel positivo. |
Flores de esto o de aquello, pero flores y vegetación abundante; un recorrido asequible; un paréntesis en el bochorno de estos días; una penúltima ocasión de andar juntos antes de las... ¿vacaciones? Puesto así, lo firmo.