sábado, 29 de marzo de 2025

19 de marzo de 2025. CANCHO DE LA CABEZA (Aunque Ignacio titule CABEZA PEÑA ALTA, allí no llegamos)

En dique seco durante casi todo lo que llevamos de marzo, a causa de las lluvias, decidimos "mojarnos" aventurando el paseo en este día de San José bajo el liderazgo de Gonzalo. Acertaron los meteorólogos previendo una pausa entre chaparrones y acertó Gonzalo con esta ruta variadísima: pistas y peñas, vistas y nieblas, sol y nubes, arroyos y embalses. Eso sí, muchos charcos. Pero a los de esta cuadrilla nunca les ha importando meterse en charcos. Si con esta sucinta entrada en la bitácora se ayuda a los participantes a recordar y a los ausentes, envidiar -en el mejor sentido-  el cronista se dará por satisfecho.


El café de hoy nos ha reunido en Patones de Abajo. En algunos coches se ha desplazado el cuerpo expedicionario al poblado del Atazar, desde donde se ha iniciado la caminata, como diría Marc y está bien dicho.

11:00 Desde el poblado del Atazar, una pista suavemente ascendente. Un largo recorrido sin mayor dificultad. Entre troncos de pino, negros por la mojadura y manchados de verde claro por el líquen. Entre jaras aún sin flor. Sobre el agua que empapa la tierra. 

11:30 Los charcos. Ahí están para meterse o para evitarlos como hace Antonio.

11:43 Sentiría hablar de musgo invasivo aunque hoy se adueña casi de cada roca. Me gusta ese musgo denso y tierno, verde que contrasta y complementa el rojo de la pinacha, setas de no comer, solamente de mirar, con alma de piedra, caricia de la naturaleza.

12:01 La fácil pista ha dado paso al áspero sendero ya en la cercanía de estas modestas cumbres. El cielo gris se nos echa encima, con ganas de llover pero contenidas. 

12:04 Con la excepción del fotógrafo, la expedición al completo. Desde la izquierda, José Luis, Marc, Gonzalo, Ignacio, Aurelio y Antonio. Afortunados.

12:10 Aún faltan unos pasos para la cumbre, pero se nos ha aparecido El Atazar inmenso allá abajo entre las nubes y hay piedras para sentarse. Tiempo para el piscolabis y para estudiar detalles de la marcha en planos y carteles. Al cronista le divierte imaginar a un José Luis maestro en plena clase de primaria. 

12:27 Cumbres más altas se habrán logrado, pero esta del Cancho de la Cabeza, con sus 1263 m., su bronco roquedo, las nubes fugitivas, nos sirve para emular a Tensing y Hillary y a otros conquistadores de lo inútil que diría Lionel Terray.

Excurso

No sé bien por qué, pero este chorreón de pintura verde (¿quien carga con un bote de pintura hasta estas peñas?) me ha hecho pensar en la huella del paso humano. Los hombres sencillos, honestos y francos transforman las piedras salvajes en piedras domésticas. Así ocurre con los hitos, los inussuq de los inuit, pobladores de la tundra ártica. Esos hitos, simples ensamblajes antropomorfos de piedras sueltas, se erigen para que los caminantes, cazadores, viajeros, sepan que otros hombres pasaron por allí: un indicio, un gesto, un verbo, un sentido, un significado, escritura petrificada. (Michel Onfray, "Estética del Polo Norte"). La columna del vértice geodésico no es exactamente lo mismo que que un inussuq, pero ustedes ya me entienden.

Con el Cancho de la Cabeza como testigo este cronista se unió hace ya dieciséis o diecisiete años, de la mano de Gonzalo, a este grupo de amigos, cosa que nunca le agradeceré bastante. 
12:36 Se va bajando con cuidado desde el Cancho hacia Braña Grande. Las piedras resbalan y no es cosa de que un mal paso estropee un buen día.

12:55 Donde en el mapa pone ¨vistas", siempre y cuando la niebla se aparte como es el caso. Un ancho y largo cortafuegos sobre las "Conveniencias de Buitrago", nos conviene también a nosotros para mirar el paisaje y retratarnos.

13:06 Enfrente nos queda Peña Alta, a un tiro de piedra como quien dice. A pesar del título de Ignacio para este paseo, nos damos por satisfechos con el cancho de la Cabeza y la Peña la dejamos para otro día. Al llegar ahí abajo, al collado, giramos a la derecha y emprendemos el tramo, mezcla de pista y sendero, que nos llevará de vuelta a los coches.

AGUA. Meterse en charcos o caminar por arroyos, como resumen de nuestros pasos durante casi todo el trayecto que nos devolvió al poblado del Atazar. 

MUSGO. Que acolcha la nota metálica de la piedra y aligera el verde adusto de los pinos.

CAMINOS. Esencia y forma, identidad y diferencia. Aquí también, en unos como en otros, huellas de manos que los trabajaron y de pasos.

Del almuerzo, sentados en unas pocas peñas desnudas, no conservo imágenes pero sí el recuerdo de la caricia del sol. 

15:06 Hemos concluido la caminata. En el poblado, una huella más, esta vez en la roca.

Epílogo de este espléndido paseo, una visita al Pontón de la Oliva, insólitamente lleno y desembalsando ferozmente. Si quieren, pueden verlo en este breve vídeo.

El cronista ha disfrutado mucho y felicita a Gonzalo por habernos regalado esta jornada. Que sean más.

8,2 km. y 328 m. Pero las cifras no lo dicen todo.


1 comentario:

  1. Paco, me ha encantado esta crónica de un día en el que disfrutamos plenamente. ¡GRACIAS!

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