Antonio y Salva, por ese orden, enviaron a la redacción de este periódico sus crónicas de la excursión al Monasterio de Bonaval y tierras colindantes. El editor ha optado por respetar los textos originales y ofrecerlos uno detrás de otro, por orden de llegada y con las mínimas correcciones. Y las fotografías, ¿de Ignacio?, en la misma secuencia que traían. Similitudes y diferencias, visiones, perspectivas...

Este es el relato de Antonio.
Hoy, 26 de abril de 2017, hemos realizado nuestra habitual excursión de los miércoles, en este día al monasterio de Bonaval, en el término de Retiendas, en la provincia de Guadalajara.
Asistieron, yendo desde Majadahonda, Juan Ignacio, Joaquín y Rodrigo; desde Madrid, José Luis Hermida, Salva y yo. Pedro, como de costumbre, fue por su lado.

La salida debería haber sido las 10:30, pero nuestro grupo se retrasó considerablemente, casi media hora, a consecuencia de un error buscando la R2 en una rotonda, que nos devolvió en dirección a Madrid durante casi 10 minutos hasta volver a recuperar la R2 perdida.
El día, aunque nublado, ha resultado muy agradable, sin el frío que temíamos y sin los chaparrones que Maldonado había pronosticado.
Es necesario señalar que llegamos al monasterio, o más bien a las ruinas de lo que, en su día, tuvo que ser un magnífico monasterio cisterciense del siglo XII, apenas a los 5 minutos de ponernos en camino. De la construcción, hoy malamente se sostienen la cabecera, el crucero y nave meridional, además de una sacristía adosada al ábside, en el lado del Evangelio; todo hecho una ruina e invadido por la maleza.


Tras la breve visita, continuamos subiendo por una vereda o, mejor dicho, siguiendo el curso del río Jarama. La vereda nos introdujo en un cañón precioso con una vegetación espléndida, fundamentalmente boscosa, con robles, encinas, chopos, sauces y monumentales quejigos y mucho verdor; también, mucha retama pringosa y florida con sus albos pétalos.
La marcha transcurrió suavemente y a las 12:15 dimos cuenta del piscolabis. Después, continuamos un par de kilómetros más. La mañana continuaba muy agradable, una de esas mañanas en las que apetece andar sin prisas y charlar amistosamente entre todos los componentes.


A las 4:30 nos acercamos a una zona cercana a Tamajón llamada La Ciudad Encantada con objeto de ver en qué consistía y si merecería la pena para una próxima excursión, bien fuera de los miércoles o como fiesta familiar con los niños.

A las 4:30 nos volvimos a Madrid y, sin más incidencias, a mí me dejó mi querido amigo José Luis en la puerta de mi casa a las 6 de la tarde.
Y este otro es el de Salva.

Pésimas previsiones meteorológicas. Los mierconistas, gente prudente, se apresuraron a guardar en sus macutos gorros de lana merina, guantes, plumíferos y garrafones de orujo incandescente. No hubo lugar a darles el uso al que estaban destinados: hemos disfrutado de una jornada soleada y de agradable temperatura. ¿Qué coño pasa con los tíos de AEMET?

Debido a algunos problemillas con la R 2 y sus rotondas, José Luis, Antonio y Salva llegaron a Retiendas con cierto retraso. No se les hizo reproche alguno, lo que pone de manifiesto la grandeza de alma de los otros cuatro asistentes al evento.



Seguimos caminando por el GR 60 (1). De improviso avistamos una serie de hermosos cortados de piedra que asemejan murallas construidas por los primitivos moradores de estas angosturas. ¡Qué cosa más bonita!



Movidos por el mismo impulso que llevó a Tensing Norgay y a Edmund Hillary a la cumbre del Everest, el grupo se dirigió a la “Ciudad Encantada de Tamajón” maqueta a escala reducida de la de Cuenca aunque digna de verse y pasearse. La Ermita de la Virgen del Enebral fue también admirada desde diversos ángulos.
Con lágrimas en los ojos, los mierconistas se despidieron como los buenos amigos que son. “- ¡Hasta el próximo miércoles” se dijeron unos a otros. En el regreso a Madrid, la R 2 fue clemente y todos regresaron a sus respectivos hogares henchidos de gozo y esperanza.
(1) Este GR 60 consiste en una amplia vuelta alrededor del Pico Ocejón. Tiene una longitud de 62 Km. y sería apto para ser recorrido en varias etapas, pernoctando en los alojamientos rurales de la zona.
(2) O bocartes, que tanto monta monta tanto…